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ARES

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ARES

Estaba en mi oficina, trabajando, hacía tiempo que no pisaba aquel lugar, pues mi rutina había cambiado. Arreglé los papeles sobre mi mesa y tomé asiento. Había olvidado las paredes beige, los muebles de madera y las ventanas a mi alrededor que me daban una vista hermosa.

Comencé con la tarea que mis padres me habían dejado, era importante y aún más porque era la oportunidad perfecta para ayudar a las personas. Tomé papel y lápiz y ordené todo, estaba concentrado, el plan inicial me gustaba. Me acomodé la corbata del traje, bebí un poco de agua y suspiré cansado, eran muchas cosas para coordinar y una que otra que quería y debía cambiar.

—¿Trabajando?—pregunto Selene entrando a mi oficina.

—Tengo una tarea crucial – dije sonriendo sin separar mis labios, Selene se sentó en la silla frente a mí y observó mi mirada cansada.

—¿Qué es?

—Mis padres dijeron que solo tengo cuatro meses para socializar con el reino entero y por eso me dejaban a cargo de la visita, tengo que hacerla y mostrar resultados de qué mi plan funciona o de lo contrario tendré que cambiar a lo que ellos digan—expliqué – quiero cambiar un par de cosas ¿Puedes ayudarme?

—No sé mucho sobre dinero y eso, pero si—sonrió— ¿Qué tienes en mente? – le acerqué los papeles y comencé a explicarle todo, Selene comenzaba a entender muchas cosas y sabía que nuestras ideas ayudarían a Capella y a Alhena, en sus expresiones notaba el sentimiento de ayuda, una parte de ella se emocionaba, otra tenía miedo.

—Ares te diré esto como es, Capella y Alhena no te aceptaran si continúas con el plan de tus padres, debes cambiar fechas y el límite de canastas. Sé por experiencia que lo que las ciudades quieren, quieren un plato cada día sin necesidad de guardar porciones, por miedo a no llegar a fin de mes, quieren algo de ropa que los cubra de la neblina o el frío y medicina que realmente funcione—Selene estaba seria y viéndome a los ojos.

—Sel, no podemos cambiar muchas cosas, aún no tengo el poder suficiente para hacerlo...

—Ares, Capella y Alhena solo quieren vivir.

—Pero no puedo ayudar lo suficiente por el momento, lo siento —me levanté y comencé a dar vueltas por la oficina.

—¿Recuerdas cuando acababa de llegar al castillo? – me detuve y asentí—te dije que me sentía culpable porque tú me lo diste todo en tan poco tiempo y sabía lo que Capella y Alhena pasaban—estábamos serios, mirándonos el uno al otro.

—Sabes que si pudiera hacerlo, lo haría, me conoces Sel, quiero cambiar esto, pero no puedo— mi mirada se veía apagada.

—Ares, puedes cambiar esto, modificar algunas cosas. Pase hambre, frío, sé lo que es enfermarte y no tener medicina, no tuve nada algunos días... Te lo pido, la visita es lo único que tenemos. Para los reyes, esta fue una tarea sencilla que podías llevar, porque para ellos no tiene importancia, pero para las personas sí. Tienes la oportunidad que muchos quieren, puedes hacer grandes cosas con el poder que tienes, está en ti si quieres hacerlo o no.

Saturno, el reino de leyendasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora