𝚇𝚅𝙸

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Ares dejó Miranda al día siguiente, la noche había sido inolvidable, aquel eclipse era lo más hermoso que mis ojos habían visto

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Ares dejó Miranda al día siguiente, la noche había sido inolvidable, aquel eclipse era lo más hermoso que mis ojos habían visto. Ares se marchaba a Sirio por tres días, días en los que quería explorar el castillo.

—Buenos días, Selene— me saludó Peter en el comedor.

—Buenos días, Peter.

—¿Algo interesante para hacer hoy?— cuestionó dándole un trago a su café.

—Caminar por el castillo, no conozco ni la mitad de todo esto —sonreí.

—Seguro tardarás la mañana entera en hacerlo, así que tu día estará entretenido — comí un pedazo de fruta y tomé mi café.

—¿Tú harás algo? — pregunté viéndolo a los ojos.

—Saldré con Michelle y la invitaré a cenar.

—Así que eres igual de romántico que tu hermano —bromeé.

—No soy ni la mitad de lo romántico que puede llegar a ser Ares, eso te lo aseguro. Él puede parecer distante a veces, incluso una persona bastante seria, pero cuando se trata de ti — se quedó callado y tan solo sonrió negando con la cabeza — haría hasta lo imposible por hacerte feliz.

Sonreí ligeramente, era bonito tener a alguien que me quisiera y se preocupara tanto por mí, aunque también era extraña la forma en la que el destino trabajaba.

Sabía que la misión de Ares era enamorarme, hacerme feliz, el mismo me lo había dicho, pero ¿Cuál era mi misión? Quizá ayudarlo y guiarlo, el mes estaba por llegar y en mis recuerdos aparecían momentos en los que Ares aprendía de mí.

—Es extraño — solté con el ceño fruncido.

—¿Qué cosa?

—El amor, es un sentimiento, que puede convertirte en la persona más feliz del universo, pero al mismo tiempo dañarte con la misma fuerza o incluso hacer que tengas miedo de sentirlo.

—¿Tus pensamientos siempre son así de profundos y poéticos? ¿O es por el café? — preguntó Peter en broma y reí.

—En ocasiones son por naturaleza, pero hoy, culparé al café— dije dándole otro largo trago.

—Sin embargo, tienes razón, el amor es complicado y a veces, amar, duele, aunque no debería hacerlo.

—Hablar contigo es como terapia gratis—ambos reímos y Peter vio su reloj.

—Lo mismo digo, cuida el corazón de mi hermano, solo pido eso — su voz sonó seria.

—Lo intentaré solo si él cuida el mío.

—Lo conozco lo suficiente para decirte que lo hará— y con aquellas palabras se despidió dejándome sola en aquel gran lugar, y suspiré.

Ares comenzaba a gustarme, no iba a negarlo y aunque sabía que él sentía lo mismo por mí, esperaría un poco para comprobar por completo mis sentimientos, no quería arruinar nada, el avance que habíamos tenido era emocionante, la tristeza y preocupación se alejaban de mi cuerpo cuando estaba con él. Decidí darle el día libre a Ary, decidí estar sola.

Salí a disfrutar del día en el jardín, aquel se había convertido en mi lugar favorito en los últimos días, no solo por Ares, aunque en parte si, sino también por la calma que sentía al estar ahí. El sitio era inmenso, no conocía ni la mitad, disfrutaba del sol, del aire golpeando mi rostro, de los sonidos de la naturaleza recuperada después de tanto. En Capella, había cientos de árboles, pero el punto era tan triste, que los árboles morían con frecuencia, quizá el frío, quizá la neblina, pero al ambiente de Miranda era muy diferente.

Caminé por una hora en aquel bosque hasta que al final de mi recorrido, encontré un pequeño lago, completamente azul, mi mirada se combinaba con el agua y tomé asiento. A mi mente llegó la noche anterior, los sentimientos que nacieron en mi corazón, entre ellos el miedo, pero la alegría y quizá el cariño son aún más fuertes, era extraña la forma en la que Ares era capaz de dar todo por mí, nunca había pedido nada, sin embargo, sentía que el príncipe me comprendía de la mejor manera. Ares sabia de donde venía, que no estaba acostumbrada a tantas cosas y lo respeto, se acomodó a mí y me tuvo paciencia.

El miedo quizá era despertar de aquel sueño, despedirme de todo aquello que siempre soñé y que ahora tenía, una persona a mi lado, que me ame y me haga feliz. Perdida en mis pensamientos, una pequeña gota de agua cayó llegando a mi cabeza y luego fueron dos, estaba comenzando a llover y la puerta principal estaba bastante lejos. Corrí con la lluvia pisándome los talones hasta la puerta más cercana que encontré y entré a la parte este del castillo y en efecto, estaba perdida, no conocía esa parte del castillo. Miles de puertas, personas trabajando en silencio y yo sin saber a donde ir.

—No tiene que ser tan difícil— se dijo a sí misma en voz baja—veamos— inspeccionó su alrededor. Decidió caminar recto, perderse y al menos seguir con su plan inicial, no quería ser imprudente y entrar a cualquier puerta.

Estaba deseando que cada una de ellas tuviera un cartel para identificarlas, pero para mi mala suerte no era así.  Seguí caminando, viendo solamente el interior de las puertas que estaban abiertas, cientos de cuadros, el ambiente oscuro y la lluvia en las ventanas, todo eso me resultaba emocionante.

Una última puerta apareció al final de un pasillo, caminé hasta llegar a ella y me adentré en una biblioteca, que era, quizá, aún más grande que la que conocía.

Al adentrarse a mis lados había tres niveles de libros, ordenados alfabéticamente, los mismos pequeños y elegantes sillones de cuero y cuadros de pinturas antiguas, inspecciono los libros, títulos emocionantes, historias de amor y fantasía, algunas páginas gastadas, amé aquel lugar, el olor de la antigüedad y la tranquilidad con la lluvia de fondo, subió por las escaleras y tomó asiento en una pequeña mesa. Estaba disfrutando de mi lectura, pero mi mirada se perdió en una pintura que estaba ligeramente...

—¿Abierta? — me levanté y caminé hasta la pintura, era una pequeña puerta, pero mi búsqueda fue interrumpida por la voz de Ary.

—¡Selene!— escuché la aguda voz llamándome.

—¡Arriba! — grité y Ary subió las escaleras.

— ¿Cómo supiste que estaba acá?

—Te vi pasar al frente de mi habitación, esta es la biblioteca personal de los reyes y príncipes, nadie puede estar acá, así que venga, andando, antes de que nos metamos en problemas, los reyes tiene ojos y oídos por todos lados— regresé a la parte Oeste del castillo, me escondí en mi habitación, no había mucho que hacer, la lluvia golpeaba mi ventana y era la única en el castillo, la intriga me acompaño aquella tarde.

ARES

Mientras Selene adoraba la lluvia, en la alocada ciudad de Sirio, estaba yo, arreglando un par de asuntos con los encargados de cada ciudad.

—¿Los rumores son ciertos? — pregunto el gobernador de Capella.

—Esto ya está en bocas de muchos—añade el de Alhena.

—Mi gente está preocupada ¿Es cierto? — pregunta el de Sirio y con el dolor de mi corazón, aquellas palabras salieron de mi boca:

—Les juro, que la próxima reina, es una mujer de Miranda y este signo lo comprueba— observé el signo dibujado sobre mi mano, el de la daga, los rumores habían empezado y no había vuelta atrás.

Saturno, el reino de leyendasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora