𝚇𝚅𝙸𝙸

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ARES

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ARES

La tarde del domingo había llegado y había regresado de aquel viaje importante, comprando las camisas de Peter y un par de presentes.

—Peter, ten, solamente encontré dos— dije entregándole una bolsa de papel.

—Gracias, oye, ¿Cómo te fue con los gobernadores? —preguntas que provocaban suspiros en mi interior y tome asiento frente a él.

—Les dije que mi alma gemela era una mujer de Miranda... los rumores están llegando lejos y no quiero saber el alboroto que habrá si se enteran de que los rumores son ciertos— en mi voz de se notaba la preocupación y el pavor, no por mí ni por el reino, sino por Selene, el reino podía ser bastante violento en ocasiones y tenía miedo de que la lastimaran.

—Y ahora ¿Qué pasará?

—Supongo que esperar, si las cosas no mejoran...— el silencio dice más que mil palabras y Peter lo sabía.

—Ve con ella.


SELENE

Tres golpes volvieron a sonar, las comisuras de mis labios se levantaron automáticamente y me levanté de la cama encaminándome hasta la puerta. 

—Volvió por quien llorabas — dijo abrazándome, volví a sentir la paz que necesito todo el fin de semana — y quería invitarte a salir, nada formal, solo tú, yo y la ciudad de Miranda ¿Aceptas?

—Pero estás cansado y no quiero molestar...— mi voz sonó distante y un poco baja.

—Te aseguro que no lo haces, lo que más quería era regresar a verte, venga andando— dijo tomándome de la mano mientras corríamos por los pasillos, nuestras risas sonaban por todo el lugar.

—¡Pero ni siquiera estoy arreglada!— grité en medio de mi emoción.

Ares era de las personas que hacían algo en dónde siempre había un trasfondo interesante o hermoso, y no tenía dudas de que esta aventura era una de esas cosas.

—¡Venga Sel, hay que divertirnos! Y tú luces perfecta y hermosa todo el tiempo, sin importar lo que uses — causó una sonrisa en mí y Ares me llevó a un pequeño estacionamiento, ambos entramos al auto, una gran puerta se abrió y comenzó a conducir.

—Estás loco — dije entre risas.

—Mientras te haga feliz, por ti soy lo que quieras — respondió sonriente.

Saturno, el reino de leyendasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora