Realidad

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El reloj marcaba las dos de la madrugada, y ya estábamos despiertos arreglando todo para poder asistir a la plaza

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El reloj marcaba las dos de la madrugada, y ya estábamos despiertos arreglando todo para poder asistir a la plaza.

—Andando, vamos tarde—dijo Mar buscando la llave.

—Yo la tengo— respondí mostrándolas, mis manos estaban mejorando, había cicatrices, algunas heridas aún seguían sangrando, aun así, debía seguir trabajando, y la costura comenzaba a agradarme.

—Bien... vámonos.

Caminamos alrededor de tres cuadras, el frío nos abrazaba y nuestra piel estaba más pálida de lo normal. Todos íbamos de camino a la plaza, la luz de la luna era lo único que alumbraba nuestro paso y el miedo nos seguía. Ese día era cuando más robos se registraban, lamentablemente para quienes robaban, a la plaza no los dejaban entrar con más de treinta dragmas, si llevan más, les preguntaban en dónde los consiguieron y si se enteraban de que habían robado... los mataban; sin embargo, siempre había un par de policías corruptos que aceptaban más dragmas y daban un poco más de comida.

En ese reino nada era legal, se hacía lo que los reyes quisieran y no podíamos hacer nada al respecto. Al llegar había una inmensa fila para entrar y debíamos esperar alrededor de seis horas.

Todos los amigos de la familia iban llegando y mamá no dejaba de hablar con ellos, sobre la economía, sobre como yo aún no encontraba a mi alma gemela y acerca de todo que iba pasando, las horas se hacían eternas para Morgan y para mí, entonces nos sentamos y comenzamos a charlar.

—Mat me invitó a salir de nuevo—confesó Morgan, Mat era su mejor amigo, el chico estaba empeñado en que era su alma gemela, pero al parecer no era así— ¿Y tú cómo vas con eso? — me preguntó sacándome de mis pensamientos.

—¿Cómo dices? —pregunté apenada sobándome la frente.

—Que como estas con lo de tu alma gemela— el amanecer comenzaba a aparecer y Morgan no dejaba de admirar la neblina que nos cubría.

—No puedo decir mucho, aún no le encuentro—hice una mueca.

—¿Al menos sabes qué es lo que buscas en esa persona? — Morgan bostezo y acomodó su cabeza sobre sus rodillas, todos teníamos sueño, el ambiente era pesado y esto estresaba en ciertos puntos.

—Ahora que lo preguntas, he pensado en un chico, lindo, con buenos sentimientos y que tengamos un par de cosas en común. Me parece que sí encuentro a alguien con quien tenga muchas cosas en común, será aburrido, me hace feliz que él me enseñe las cosas que le gustan y yo le enseñe las mías— sin darme cuenta, en mi voz podía escucharse la emoción y en mi rostro se plasmó una sonrisa tonta. Morgan sonrío ante mis actos, le gustaba verme tan feliz.

—De verdad, eres extraña—dijo Morgan.

Pasamos tres horas hablando de muchas cosas, Morgan era una gran hermana, aunque muy diferente a mí, desde el físico hasta las emociones y la forma de actuar. Según nuestros padres, yo era muy rebelde, una persona líder y que tiene valor, muy sociable, sería y tímida al mismo tiempo, hasta a mí me parecía difícil entenderme, mientras la castaña a mi lado siempre había sido tímida y seguía las reglas tal y como eran.

Saturno, el reino de leyendasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora