39. Las curiosidades que nos trae el tiempo

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Aún tengo mucho que resolver y con eso en mente, me acercó por segunda vez a la consejera escolar con mucha más confianza y motivación que la vez anterior. 

Le conté todo lo sucedido con Zane anteriormente y cómo ese mismo día decidí resolver eso que tanto me aproblema con él.  Aunque fue una simple conversación y ambos no hemos cruzado palabras nuevamente porque entiendo que ambos necesitamos el espacio para procesar todo esto, sé que las cosas ya están en otro punto de partida.

—Me parece una muy buena decisión, además que felicidades por tomar la iniciativa tú misma —me felicita. 

Yo también me siento alegre por ello.

—Pero tengo miedo —murmuro.

—¿Por qué lo dices?

La sonrisa que ella portaba se desvanece poco a poco. Antes de que pueda decir nada, continúo.

—Tengo miedo de volver a hacer lo mismo. A veces me siento como esa vez, que puedo mejorar las cosas, pero otras veces siento que… 

Me tomo un instante y eso es lo que toma para que el nudo en mi garganta se comience a formar.

—Constantemente siento que s-soy una mala amiga y u-una mala hija —admito—, siento que es mi culpa que las cosas estén de este modo y por lo mismo, no merezco el perdón de nadie. 

Juego con mis dedos, aplicando fuerza en mi mano cada vez que entierro mi uña en mi piel.

—Que él me haya perdonado o intente hacerlo, me da la sensación que tal vez es porque es más fácil consentir, pero que realmente no lo merezco. Lo mismo sucede con mi familia, con todo lo que están pasando, yo les hago pasar más cosas aún y-y yo, entiendo que no piensan así, pero es imposible dejar de escucharme. 

Desliza una caja de pañuelos desechables a través de la mesa, justo frente a mi y no entiendo por qué lo hace hasta que siento el sabor salado en mis labios. Lo tomo sin dudarlo.

—A-a veces pienso cosas y no puedo evitarlas.

Ni siquiera hubo mucha coacción para hacerme hablar, simplemente hizo una pregunta y simplemente pasó. 

Probablemente porque necesitaba desahogarme.

—La gente que está a tu alrededor lo está porque tú lograste reunirlas. No es un asunto de merecer, es un asunto de ganarselo. Tu, con todo lo que tenías para entregar, te ganaste la confianza y cariño de todos ellos. No fue gratis, por supuesto, pero lo lograste.

Mi pierna no deja de moverse en ningún momento, probablemente toda la ansiedad que me genera ese pensamiento está canalizado en el inquieto movimiento de mi cuerpo.

—Ahora lo que debes hacer, Joy, es ganarte a ti misma, tu confianza y tu cariño, con el mismo respeto y dedicación que le entregaste a los demás.

En algún lugar en mi mente sé que eso es un buen consejo, que es algo que yo debería buscar. Sin embargo yo...

—No sé cómo hacer eso.

—No será sencillo, no te mentiré, ni tampoco será de un día para otro —me sonríe—. Pero lo podemos lograr, mientras tu quieras hacerlo, lo podemos hacer. 

—Quiero hacerlo. 
• • •

Las cosas esta semana han estado mejorando bastante, en casa al menos, se siente como los ánimos mejoran poco a poco. Papá aún está a la espera de la respuesta del trabajo, pero está muy convencido de que lo logrará esta vez, y a diferencia de otras oportunidades, todos nos convencemos también de ello. 

No hay lugar en tu corazón [Sin Editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora