30. La ironía de la conversación

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Las cosas me habían estado saliendo demasiado bien por muchos días seguidos, era demasiado raro, por eso cuando el martes, llamaron de la oficina de dirección a mi mamá y ella me llamó enfurecida para que volviera a casa de donde sea que estuviera, no me sorprendí. Ni siquiera me defendí. Mis fuerzas se agotaron tiempo atrás, como para hacer eso.

Mi mamá nos encerró en mi habitación, con el golpe de la puerta resonando por toda la casa. No ha dejado de gritarme desde que llegamos, decepción y enojo han sido las palabras que más a repetido y logro entender porqué, soy una decepción que solo arruina todo.

No miro a mamá, sólo estoy concentrada en mis manos sobre  mi regazo para evitar que las lágrimas se derramen.

—¡Te dije mil y una vez que esta es mi pelea! ¡No necesito que cuides de mi! —grita, caminando bruscamente por la habitación—, ¡eres mi hija por el amor de Dios! ¡Yo cuido de ti, no tu de mi!

Hay algo tan familiar en sus palabras.

—Lo peor de todo es que me mentiste, me dijiste que estudiabas con Nadine y ella no tenía ni idea donde estabas. De hecho, me dijo que no habías hablado con ella por días, y cuando te pregunté… ¡Mentiste!

Mordisqueo el interior de mi mejilla, sintiendo la presión del nudo en mi garganta, me aprieta y me arde. No pude detener mis lágrimas, por mucho que intenten hacerlo.

—¿Y lo de Zane? Me dijiste que saldrías con él y ni siquiera te ha visto.

Dejo de mover mis manos cuando escucho su nombre. ¿Así que no dijo nada?

—¿Y si te hubiera sucedido algo? ¿Eh? ¿Qué hubieras hecho en ese momento? —esta vez, su voz suena débil—, ¿que hubiera hecho yo en ese momento? Y ni siquiera logro entender por qué hiciste todo esto, ¿querías algo que no te podíamos dar? ¿Te decepcionas de nosotros? Entiendo que no hemos estado en las mejores condiciones y que hay muchas cosas que no podemos darles, pero lo intentamos  ¿si? Tu papá y yo lo intentamos...

Como si me hubieran lanzado un balde de agua fría, levanto mi cabeza, desesperada por hacerle entender a mi mamá, que no se trata de nada de eso.

—¿Qué? ¡Nooo! —con el dorso de mi mano limpio mi nariz—, mamá eso no es lo que quería hacer, yo solo quería ayudar a pagar algunas cuentas, que papá no estuviera tan estresado por el dinero y que las niñas-

—¡Silencio! No tienes derecho a decir ninguna excusa, nos mentiste a todos, pusiste tu vida en riesgo y ahora solo estás siendo terca. No hay justificación para lo que hiciste, mucho menos cuando ya habíamos tenido esta conversación y ambas acordamos que no harías estupideces.

Asiento con mi cabeza, mordisqueando el interior de mis carrillos. Si vuelvo a intentar hablar voy a escupir la bilis.

—Por lo mismo, vas a estar castigada de por vida, porque ya no confío en ti. Así que esto es lo que sucederá, tu padre o yo iremos a dejarte y buscarte a tus clases, tienes prohibido ir a cualquier evento deportivo de la escuela a sacar fotografías y no puedes salir a ninguna parte con Nadine o Zane.

Suelto un bufido cuando escucho ambos nombres, como si ellos quisieran salir conmigo de todas formas.

Veo los zapatos de mamá moverse y detenerse justo frente a los míos, tengo miedo que si alzo la vista, también me largaría a llorar. Mi cuerpo está temblando por las emociones contenidas. 

—Quiero que entiendas que mi llamada de atención no es porque quisiste ayudar, de eso estoy profundamente agradecida, pero la forma en la que hiciste las cosas Joy... simplemente no.

Asiento con mi cabeza, porque la verdad no queda nada más que hacer, mamá tiene razón en todo lo que me está diciendo y eso lo sabía incluso antes de tomar la decisión de hacerlo.

No hay lugar en tu corazón [Sin Editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora