14. Nadie puede borrar tu sonrisa

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nota rápida:

solo quiero decir que este capítulo me encantó de escribir porque me inspiré en una tarde, no quería publicarlo hasta tener los otros dos del paquete listos pero no pude aguantarme 🤭🤭

| lo que leerán a continuación (la parte final) se trata de hechos que realmente me sucedieron |

| eso no quiere decir que la historia de joy esté basada en mi |

nos vemos pronto. los adoro 💕

• × •

El ir a casa de Nadine directamente después de la escuela significó no tener ropa para cambiarme para ir a la fiesta. Es decir, estoy estancada con este vestido, mi desordenada trenza y la misma bandita en la rodilla.

Luego de un rato pude cambiar mi peinado (al soltar la trenza me quedaron algunas ondas que se ven bastante decentes al menos) y limpiar mi herida nuevamente. Retire la bandita y deje que respirara un poco, cicatrizó pronto así que ahora tengo una marca grande en mi rodilla sobre la torpe caída que tuve hoy.

—¿Estás segura de que no quieres ponerte algo más abrigador? Creo que Nadine podría tener algo que te quede.

La señora Ivey —mamá de Nadine— me dice eso con la mirada preocupada, sobretodo por la posibilidad de traer gérmenes a su casa. Ella está hecha «bolita» en una esquina del sofá, con una manta cubriendo sus piernas y una taza de café entre sus manos. Me imagino que ella siente frío de solo verme usar vestido así que por eso insiste tanto en que debería cambiarme de ropa.

La mamá de mi amiga está preparándose para una maratón de películas de Bruce Willis, mientras que su otro hijo está encerrado en su habitación jugando videojuegos como viciado.

—No se preocupe señora. Estoy cómoda así, además si me pongo pantalón la herida me dolerá más —eso y que si me pongo un pantalón de Nadine me quedará sobrando la mitad de él. Nuestra diferencia de altura no es nada beneficiosa.

—Está bien —dice con algo de duda—. ¿Ya se van?

Estoy parada en medio del salón, tengo mis manos jugueteando con la parte delantera de mi vestido. Estoy tan alejada de todas las cosas que pareciera como si esta fuera mi primera visita a esta casa y tuviera miedo de romper cualquier cosa. Pero realmente no se trata de eso, sino que estoy haciendo presión junto a la puerta para que Nadine se feje de demorar tanto y salgamos pronto.

—¡Cuando termine con mi peinado! —ella grita desde la cocina. Abre las puertecillas de madera que separan ambas estancias de un golpe tan fuerte que su mamá y yo damos un salto, y nos sonríe mientras torpemente hace rulos en su cabello.

—¡Oye no me quemes nada en la cocina con tu maquinita esa! —la señora Ivey se queja—. Porque mira que las toallas de baño están todas quemadas.

—Esa no soy yo, es Sebas que cuando se plancha sus camisas quema todo. ¿No has visto mis sábanas? ¡El torpe de tu hijo va a quemarlas todas si sigue haciendo eso en mi cama!

Suelto una pequeña risa. He visto la marca triangular quemada que hay en el colchón de Nadine porque su hermano mayor seguía quemando sus camisas.

—Bueno no me importa quién de los dos sea, pero deben detenerse. ¿Acaso creen que tengo mucho dinero como para comprar más sábanas? Si siguen así van a dormir con el perro.

—¡Puaj! —Nadine se queja—. No quiero dormir con ese idiota.

Uno pensaría que mi amiga se refiera a el pequeño poodle gris de la casa como idiota... pero es realmente todo menos eso.

No hay lugar en tu corazón [Sin Editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora