19. Sobre chicos lindos y otros descubrimientos

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Muerdo la manzana que traje de casa y la mastico lentamente mientras miro a los jugadores prepararse para su competición. Al igual que ellos, mis compañeros de escuela también se están preparando colocando los adornos como pancartas y globos para alentar a nuestro equipo masculino de fútbol.

La temporada ya ha empezado y esta vez nos toca a nosotros ser de anfitriones. La verdad es que en estos meses tengo que cubrir las temporadas de varios deportes de nuestra escuela y la única que realmente me emociona es la de básquet. 

Las nubes grises amenazan con una repentina lluvia aquí en el campo de juego y me molesta pensar que tendré que volar a un lugar seguro para que no se me moje la cámara. 

—Hasta que te encontré —alguien  cae como peso muerto junto a mi, casi tirándome la manzana y la cámara de paso. 

—¡Nadine! —la reprendo.

La miro feo y ella me responde con una gran sonrisa. Por lo menos no tengo manos tan torpes y pude detener el desastre antes de tiempo.

—¿Cuándo planean empezar? 

—Pensé que no te gustaba venir a estas cosas  —vuelvo a masticar mi manzana. La verdad es que no sé cuánto demora el otro equipo en llegar. 

—Nunca dije eso, lo que no me gusta es acompañarte a ti a babear por Kori. 

Kori. 

Desde su rechazo he evitado todo lo que lo involucre: pensar en él, hablar de él, verlo; cualquier cosa. Sé que es estúpido sentirme tan mal por esa vez en la fiesta, al menos fue decente en decírmelo cuando fácilmente pudo haberme ignorado. 

Aunque aún no doy perdida la causa, necesito algo de tiempo para reponerse del mal rato e intentarlo de nuevo más adelante, quizás en otra oportunidad y otro contexto. 

—No lo hagas sonar como si fuera una tortura. 

—Pero si lo es —dice con una sonrisa burlona así que empujó su hombro para que se calle. Al menos sé que sus bromas no son con mala intención. 

Al otro lado de la cancha vemos como un bus escolar con otros colores  se detiene en plena calle, junto al ruido de salvajes vítores y tambores. Al parecer a la otra escuela le gusta hacer entradas dramáticas. 

—Entonces ¿qué haces aquí? 

Enciendo mi cámara cuando veo que las porristas se colocan en posición para bailar, y el resto de estudiantes toman asientos en las gradas. Se ha vuelto una competencia de 'quién alienta más' 

—Vengo a ver a los chicos lindos, duh. 

De a poco los jugadores de la otra escuela comienzan a entrar en nuestro campo, probando el lente de la cámara en ellos puedo ver que la mayoría de los muchachos son tan corrientes como todos nosotros. Conociendo los gustos de mi amiga, sé que no muchos de ellos llamarán su atención. 

—Qué te hace pensar que encontraras chicos lindos aquí, ¿eh?  

—Porque tengo ojos y los puedo ver —dice obvia—. Por ejemplo, ahí se acerca uno muy guapo. 

La mano que ella pone en mi pierna me da a entender que tengo que voltearme para verlo con disimulo, así que bajo la cámara un poco y volteo mi cabeza. Mi cuerpo se tensa en ese instante. 

Viene como usualmente lo veo siempre vestido, pantalones azules rasgados, chaqueta larga y negra, cubriendo el cabello alborotado con el gorro de la misma. Camina pasivo sin ningún tipo de actitud altanera que pudiera llamar la atención de nadie, pero con una sonrisa tan llena de sentimientos que de todas formas lo logra. 

No hay lugar en tu corazón [Sin Editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora