Hizo falta dos visitas a Vietnam, un puñado de medallas, una rodilla llena de metralla y una baja con honores para que William "Bill" Overbeck dejase de luchar y tratase de vivir una vida tranquila. Y es algo que no soportaba.
Tras décadas vagando sin rumbo de un trabajo a otro, Bill entró en quirófano para someterse a una operación rutinaria y, al despertar, se encontró con que el mundo que conocía había desaparecido. Una plaga estaba convirtiendo a la gente normal en máquinas de matar sin conciencia. Por supuesto, lo primero que hizo fue abrirse camino hasta su casa y ponerse el uniforme. Tuvo que cruzar pueblos fantasma y bosques oscuros como la boca de un lobo hasta encontrar a otros supervivientes. Juntos, huyeron de las hordas infectadas.
Al final, Bill decidió sacrificarse para mantener a los demás a salvo. Nunca encontraron su cuerpo y lo dieron por muerto. Lo que nadie sabe es que Bill aún tiene algo que siempre ha deseado: un enemigo al que enfrentarse.