Jane Romero

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Jane Romero era la hija de la famosa actriz Loretta Lawrence, a quien no recuerda. Sus padres se separaron cuando era todavía un bebé, principalmente porque su madre siempre estaba de viaje rodando películas. A Jane la crió su padre, un artista gráfico que a duras penas podía ganarse la vida. Creció con sentimientos enfrentados entre el resentimiento que sentía por su madre debido a que no estaba con ella, y la admiración que le profesaba por su saber estar ante la pantalla.

Durante su adolescencia, Jane siempre ansió en secreto emular el talento de su madre. Solía dirigir y actuar en obras de teatro, presentarse a audiciones para anuncios de televisión y ayudar a su padre en su estudio. Durante su último año en el instituto, Jane participó en un concurso nacional de oratoria y ganó el primer premio. Lo hizo tan bien que llamó la atención de una emisora de radio que se puso en contacto con ella para hacerle una entrevista. Durante el programa, su encanto y elocuencia naturales impresionaron al equipo, y le ofrecieron un trabajo a media jornada en la emisora.

Después de terminar la carrera de Comunicación, dejó su trabajo en la emisora para pasar a formar parte de un programa de variedades. Sin embargo, su franqueza y sus improvisaciones no sentaron demasiado bien entre los ejecutivos del programa, así que la despidieron a los cinco meses. Desesperada por conseguir otra oportunidad, Jane le propuso un programa a la emisora de radio para la que había trabajado, pero lo rechazaron por ser demasiado "arriesgado".

Cuatro meses más tarde, recibió la llamada de un productor que había visto reemisiones del programa. Estaba buscando una copresentadora para animar "Quick Talk", un programa que no pasaba por su mejor momento.

La televisión en directo suponía muchas horas de trabajo mal pagadas y con cero estabilidad, pero también le ofrecía una plataforma desde la que poder retrasnmitir sus opiniones. Jane rechazó el tono vulgar y polémico de "Quick Talk" y apostó por una cobertura de problemas personales. Su sinceridad caló en el público y en apenas unas pocas semanas la audiencia del programa comenzó a crecer de forma constante.

Dos años después, estrenó su propia sección de una hora, llamada "El Programa de Jane Romero", que se emitía a nivel nacional y cubría temas tabú, como su luchas personal con el abandono. El programa batió récords y sus iniciales, J.R., aparecieron en todo tipo de productos, que iban desde cremas de belleza a accesorios de moda.

Pero Jane necesitaba más, quería que otros siguiesen sus pasos. Publicó unas memorias en las que describía su infancia sin madre. El libro se convirtió rápidamente en un éxito de ventas, pero las críticas fueron muy duras. Lo catalogaron de "ración de anécdotas tristes aderezadas con consejos de autoayuda genéricos y sin gracia". Jane se tomó las críticas muy a pecho, ya que, a pesar de su éxito, una parte de sí misma empezaba a dudar de sus logros. Su éxito también en un aumento exponencial de la exigencia y una presión cada vez más imperiosa por tener que resultar entretenida en todo momento. Durante una semana particularmente tensa, canceló un programa y, en su lugar, emitió un especial de dos horas dedicado al divorcio. Su nivel de estrés se disparó al enterarse de que su madre iba a participar en el programa.

Jane hizo de tripas corazón y empezó el programa. Todo iba sobre ruedas, pero, cuando su madre apareció sonriendo amablemente al público, a Jane se le hizo un nudo en el estómago. La envidia malsana que la había estado carcomiendo todos esos años la consumió. Pese a todo, aguantó con una sonrisa distendida hasta que Loretta la interrumpió diciendo que, en realidad, no eran familia. A partir de ahí todo se fue a pique.

Después del programa, Jane se dirigió en coche hasta la casa de su padre, en Nueva Jersey. Tenía que hablar con él, decirle que últimamente no se encontraba muy bien. Cogió una autovía por la costa para evitar atascos y se tomó un par de analgésicos para aliviar el terrible dolor de la sien que le llevaba molestando todo el día. Sintió que empezaba a relajarse. Encendió la radio y se dejó llevar por el sonido de la música clásica. Iba conduciendo despacio. La autovía estaba cubierta de hielo negro, y en ella se apelotonaban los coches que volvían a casa. Cayó la noche. La oscuridad comenzó a ensombrecer su visión periférica y a convertir las luces de los coches en destellos informes rojos. Jane parpadeó para aclararse la vista, pero el peso de los párpados aumentaba cada vez que cerraba los ojos. Y entonces tardó demasiado en abrirlos.

A la mañana siguiente, las autoridades sacaron el coche de Jane del agua, pero, a pesar de llevar a cabo una meticulosa búsqueda durante varias semanas, no fueron capaces de encontrar su cuerpo.

La producción y la emisión de "El Programa de Jane Romero" se suspendieron hasta después de su funeral, al cual asistieron su padre y su madre.

El público se quedó devastado por la muerte de Jane. Las ventas de productos de J.R. se dispararon y, un mes después, se reeditaron todos sus episodios con unos créditos de apertura en los que se le deseaba la paz eterna.

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