Luna de Miel

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Candy y Albert disfrutaron mucho la que sería la primera noche de lo que sería su feliz matrimonio, ni las tormentas o tribulaciones los separaran, a un que mil lenguas de arpias estuvieran en su contra, no los lograrían separar, pues su matrimonio era bendecido por el mismo Dios, una unión así es imposible de romper, pues su amor es atado desde antes que siquiera nazcan, ese amor es el que perdura, atraves de los tiempos.

Esos días que estuvieron completamente solos, disfrutandose y conociendose el uno al otro, soportando y aceptando las manías que tenía el otro, pero eso es el amor real el que dura por la eternidad, pero sería alimentado con puro amor, cariño, cuidados, aceptación y sobre todo respeto; debían de sostener una buena comunicación y contarse todo, se debían respeto, eso haría que su amor fuera duradero.

En ese remolino de sentimientos y nuevas sensaciones, salían por el bosque a disfrutar lo que la naturaleza les regala, estaban sosteniendo un tiempo de paz y amor; subían a los árboles a bajar sus frutos, hacían el amor en el campo, bajo el abrigo de los árboles y la naturaleza que eran los únicos fueron testigos de las entregas desbordante de pasión y amor, no hubo lugar es su edem privado en el que no se entregarán, el amor se respiraba a kilómetros de distancia, como peces se desplazaban en las aguas del río que corría cerca de la cabaña, Candy enredando las piernas en sus caderas, ambos gozaban del vaivén de sus cuerpos mientras se entregaban bajo las aguas de la cascada que caían por sus cuerpos. Esas entregas pronto traerían frutos unos que le daría una eterna felicidad, eran tiempos de felicidad eran en un inicio 15 días, pero como lo bueno nadie lo quiere dejar, la luna de miel duró 15 días más.
Claro no se fueron directamente a Chicago, pues Albert, aria una "gira de negocios" por diferentes ciudades de Estados Unidos con su ahora esposa, la que estaba aprendiendo de su esposo a llevar los negocios, pues ella no debía ser una carga para el, más bien debería de darle su hombro para descanso, ese es el deber de la esposa, ser la luz se su marido, ser la persona que pueda quitar la obscuridad se su mente en tiempos difíciles, la persona se confíanza, a la que podría contarle absolutamente todo y podía confiar a ciegas en ella. Por eso para Albert era muy importante escoger bien a la que sería su mujer, pues era su mano derecha, el poco a poco le iba enseñando a moverse en su mundo, pues ella le debía enseñar a sus hijos todo lo que él le enseñará, pero sobre todo a ser felices con las decisiones que tomaran y lograr hacer su destino, como personas de bien que puedan servir y ser servidos; sobre todo tendrían el amor de una familia, el de una dulce madre que los guiará con amor cada uno de sus pasos y el amor de un padre que evitaría ser un padre ausente por ser presa de los negocios.

Abordaban el avión privado de una ciudad a otra, Candy era vestida con ropa de acuerdo a su personalidad humilde, ella no era nada ostentosa, así que las joyas que Albert le compraba no eran tan grandes y tampoco llamaban la atención pues Candy no era nas materialista, ella le decía que debían abrir una fundación para poder ayudar a los niños huérfanos que no fueran adoptados, por medio de becas, para que no tuvieran que hacer cosas impudicas para poder sobre vivir y los que no quisieran una carrera universitaria pues estudiarán una carrera técnica, pero para lograr hacer eso pidieron autorización del gobierno, pero ellos como siempre querían algo a cambio y eso era dinero o acciones de sus empresas y el no estaba dispuesto a dar ni una cosa, ni la otra, así que utilizaría las otras fundaciones para lograr hacer esa labor social. Candy siempre le decía que la mano derecha no debe de saber lo que hace la izquierda, así que decidieron ya no decir nada.

En Miami disfrutaban de las bellas playas que habían, toda la tarde y parte de la noche, les encantaba estar acostados en la arena disfrutaban de las puestas del sol y el brillo de las estrellas y la luna llena, eran noches completamente románticas, llenas de dulces palabras y amor.
Tomaron un avión a los Ángeles en el que visitaron el paseo de las estrellas, visitaban casas de filmación, parques temáticos, miraban como se filmaba las películas, una noche hicieron gala en una fiesta y al verlos de la mano las murmuraciones no se hicieron esperar, ellos bailaban envueltos en su propio mundo que no se daban cuenta, ni del flash de las cámaras, ni de los rumores que caían sobre ellos, por las lenguas de la sociedad, pero tampoco les importaban, no pensaban caer en las trampas de los demonios que los rodea, mucho menos permitirían que la oscuridad llegue a su corazón, al salir de la fiesta los periodistas de la farándula le preguntaron por su acompañante y el la presentó en ese momento, como su amada esposa, la impresión en el rostro de la gente era de sorpresa y al día siguiente esta noticia sería la sensación del momento, varias revistas querían conocer la historia de amor del Magnate Williams Andrew y su amadisima esposa, buscaba conocer de la vida de esta y pagarían lo que fuera por obtener información sobre ella. Por otro lado a Albert no le importaban sus raíces y mucho menos a Candy, no era algo que le quitara el sueño, así que poco le importaba que esa información fuera del dominio público, más bien ella se sentía orgullosa de ella y de su vida, que era sinónimo de superación y de fe.

Pero la sociedad no pensaría lo mismo, pues al no ser de la misma clase social era tomada como una arribista, casa fortunas y se empezarían a formar una gran serie de rumores con respecto a ella, rumores que aran endurecer a Williams Albert Andrew y no tendría piedad para quienes osaran a dañar a su adorada mujer, pero ni eso, ni el huracán llamado Elroy que lo esperaría con ansias para reclamar sus decisiones, lo separaron o alejarían un milímetro de la mujer que ama y que seria el amor de su vida por la eternidad, así que la famosa luna de miel les duraría siempre.

Continuará.....



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