capitulo 41

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Año 4: invierno

Suspiro de alivio de forma imperceptible aun manteniendo su fachada distante, Severus solo mira con altivez sofocando todas sus emociones agrias de ver a uno de sus hijos luchando con un dragón algo que le dejo preguntándose porque en nombre de Salazar Alphard nunca ha aplicado a Quidditch... envió una mirada sucia a los jueces, sobre todo a Karkaroff con su obvia imparcialidad al calificar a los campeones de Hogwarts y se dirigió a donde sabia sus encargos estarían después de este espectáculo.

Necesitaba hablar.

Llegar a las mazmorras no fue dificultoso, esquivando a toda la multitud.

Fue fácil ver a sus dos hijos sobresaliendo entre el manto incomodo que reino al momento en que llegaron a la sala común de slytherin, Severus opto por el movimiento agresivo tomándolo a ambos del brazo para arrastrarlos con quejas dramáticas de Dafira (fue más gentil con Alphard, por si estaba lesionado).

Los llevo a la oficina que tenía en esa parte del castillo a través de un corredor oculto, esa que usa solo cuando quiere sermonear a uno de sus estudiantes de forma rápida sin tener que marchar al otro espacio al lado de su salón de clases.

Ignoro su total desconsuelo que Alphard no fuera festejado como sabe en estos momentos Gryffindor está haciendo con Potter, pero Slytherin puede ser un bastardo rencoroso o muy obediente a las órdenes de sus padres para siquiera estar contentos que su campeón sobrevivió y mostro una herencia de su propio fundador.

Pero ahí estaba lo más importante de todo el asunto, eso que hizo pasar por alto su disgusto por sus alumnos para arrastrar a los dos Black a puerta cerrada... a comparación de la otra oficina, esta estaba un poco más limpias, iluminada con antorchas que encendió a un movimiento de varita con algunos retratos de sus antecesores mirando con rostros de disgusto.

Era pequeña, justa para que su voz hiciera eco cuando quería sonar intimidante o que sus palabras fueran claras en momentos en que debía reprender a sus estudiantes aventureros.

Se sentó en la maravilla de la silla, cruzo sus dedos encima del pulido escritorio y miro ceñudo tomando de nuevo la táctica directa -Parsel- su tono fue controlado, deliberado como si no temiera todas la implicaciones que cargaría de ahora en adelante.

Como si no bastara con ser niños malditos, parias de la escuela... ahora agregar esta lengua que se juzga perversa en esa isla prejuiciosa en medio de un evento público, seguro aun con los controles de Dafira en la prensa será algo público la mañana siguiente.

Dafira, como el niño descarado que es sonríe divertido ajeno a las implicaciones o tal vez ignorándolos como algo sin importancia en el mundo mágico, conociéndolo seguro era lo último -si, Parsel- repite cantarín colocando sus manos encima de su regazo como si tratara un negocio trivial.

Reúne su mejor mirada de disgusto disparándola a su ahijado insolente, se masajea la frente conservando su fachada austera -En algún momento ¿pensaron decirme?- sin vergüenza mostro un atisbo de exasperación.

El rostro sucio de Alphard expresaba consolación, pasando una mano delgada a través del escritorio para palmear la tosca de Severus quien levanto su mirada para coincidir con la gentileza natural de un niño que no debería ser hijo de alguien como Sirius -No es una herencia que se pueda presumir- dice con su tono templado.

-Fue una cualidad que despertó por el veneno del basilisco- el tono era desdeñoso del mayor Black, como si aún no pudiera perdonarse tal fracaso en aquel entonces.

El menor suspira, ahora dándole palmadas consoladoras a su pariente para volver a mirar directamente al profesor con un intento de dirigir el tema muy lejos del descubrimiento de esta nueva herencia que de hecho... no había practicado desde entonces (de hecho aún piensa que es un tanto loco, además de que lo único que escucho del basilisco fue "matar" una y otra vez en ese lapso pequeño después de ser envenenado antes de caer víctima del ataque) -Divertido saberlo útil contra dragones- finaliza reflexivo mirando al techo.

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