V (editado)

74 15 3
                                    

                                                                           CAPÍTULO 5

"Aun cuando yo pase por el valle más oscuro, no temeré, porque tú estás a mi lado."

Salmos 23:4 NTV

Siento dolor en todo mi cuerpo, y cuando intento mover mi brazo, no obtengo nada. Trato de escuchar a mi alrededor, y lo único que resuena en toda la habitación son latidos un corazón...alto, ¿Latidos de un corazón?

Abro un poco los ojos y la luz que está sobre mi cabeza hace que los vuelva a cerrar. Intento una vez más y comienzo a pestañar como puedo, ya que no los puedo abrir completamente.

—Rayos —susurro al darme cuenta de que estoy en un hospital.

Bajo la mirada a mi cuerpo, mi brazo tiene conectado una intravenosa, de la cual deben introducirme suero y medicamentos.

Miro a mi alrededor y no hay nadie, eso me produce un nudo en la garganta y ganas de llorar.

—Siempre estaré sola —digo para mí misma.

Al terminar de decirlo entra una enfermera a la habitación, al ver que estoy despierta sonríe acercándose.

—Despertaste —observa las máquinas para verificar como estoy.

Mientras lo hace me mantengo en silencio, sin saber que decir.

—Tu amigo y su familia están sentados afuera, les voy a decir que despertaste, enseguida viene tu doctor.

Sin esperar respuesta, sale de la habitación para avisar al doctor y a Oliver que desperté.

Pasan unos segundos y los recuerdos me golpean con violencia, mi padre gritando, los golpes, los insultos, mis lágrimas derramándose sin control por mis mejillas, mis pensamientos gritando que no sirvo para nada nada y que no debería existir.

Bajo la mirada y aparto las sábanas que me cubren, para notar como mi abdomen está cubierto por vendajes, luego mis brazos llenos de moretones, tal vez por las sacudidas, probablemente mi rostro este igual, y no puedo seguir analizándome porque la puerta se abre de golpe.

Levanto mi mirada y lo primero que veo son ojos de preocupación, Oliver se acerca rápido y me analiza rápidamente con la mirada,

— ¿Cómo te sientes? ¿Te duele algo? ¿Qué ocurrió? Estaba muy preocupado.

-Hijo, déjala respirar.

Veo al dueño de esa voz, y descubro al padre de Oliver mirándome con calidez.

Cuando su hijo intenta responder, el doctor lo interrumpe.

—Tranquilo joven, ya podrá responderte con tranquilidad.

Veo a Oliver y su preocupación en mi me sorprende, ¿Por qué reacciona así si somos desconocidos? Aun así, su atención en mi me hace sacar una pequeña sonrisa.

—Por lo que tengo entendido te llamas Mia.—dice el doctor mirando unos papeles.

—Si —digo con la voz rasposa, me arde mucho, y al parecer Oliver lo nota porque me acerca un pequeño vaso con agua, le susurro un gracias y presto atención al doctor.

—Tienes dieciocho años por lo cual no llamamos a tus padres, si hay un policía que debe hacerte unas preguntas, pero estaría bueno que estuvieran aquí.

—Como apenas nos conocemos no supe a quién llamar —me mira con pena.

Su padre le anima colocando la mano en su hombro.

DIGNA (proceso de edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora