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Reprimir tus sentimientos te pone en una situación difícil, porque esperas fielmente no exteriorizarlo justo en el peor momento.

Tener sentimientos te hace débil, me repetía diariamente. Pero desde que él llegó, salieron a flote todas aquellas situaciones en las que me sentí vulnerable, en las que reí con sinceridad, en donde simplemente fui yo y no tenía que traer una máscara para fingir que todo iba bien.

¿Soy débil? Quizá, los valientes enfrentan las situaciones por muy pesadas que sean, los débiles se esconden en su escudo y eso es justo lo que hice yo. Me refugie en mi misma tomando la decisión de aparentar que todo marchaba bien en mi vida, que nunca resultaba lastimada, que tenía un excelente esposo y en un momento se me olvidó quién siquiera era yo misma.

Hasta que llegó él, puso mi mundo de cabeza y me recordó quién soy.

- ¿Estás molesta? - Niego con la cabeza.

Realmente no estoy molesta, tampoco tengo por qué. Para alcanzar lo que se busca muchas veces tienes que pasar por turbulentas situaciones, porque de lo contrario, lo que fácil se obtuvo, fácilmente se va. Sin embargo, eso no quiere decir que me dé igual, porque de cierta forma me afecta todo esto, más de lo que quisiera.

Ya estamos en el avión, hace media hora que ha despegado y todo ha estado muy tranquilo. La azafata enfoca una mirada bestial a Aiden, quien lee un libro a mi lado. Yo, por mi parte, he dedicado mi tiempo a observar por la ventana con música en mis oídos.

Suspiro, recostada en la ventana, grabándome la imagen de las nubes para obtener algo de calma pero la realidad es que no he dormido, no sé si por nervios o decepción. No creí que toda esta situación me desestabilizara de tal manera que ya ni reconozco por qué sentimiento estoy atravesando.

Cierro los ojos llenándome de valor y me volteo a su lado.

- ¿Qué tuviste que hacer para que todo esto sucediera? - Lo miro. – Es decir, tu compromiso con Samantha, tu acercamiento a Bruno...

Él está tenso, claramente no quiere hablar del tema.

- Yo no planeé este viaje, fue Bruno. - Su tono de voz es serio, incluso molesto.

Sabe que no estoy hablando de eso, pero lo oculto. No lo entiendo, un hombre como Bruno es incapaz de esto. A menos que se sienta tan culpable que se atreva a...

- ¿Qué hicieron? ¿Por qué de un momento a otro te comprometes con esa mujer?

Él no responde y yo me cruzo de brazos. La auxiliar de vuelo se acerca a nosotros y pregunta que deseamos, su mirada de desdén me jode y quiero ponerla en su lugar. Si algo detesto yo, es que me miren de pies a cabeza con aires de superioridad.

De mala gana pido una copa de vino y Aiden un café, ni siquiera se percata de su existencia y tampoco le da la importancia que ella solicita, solo dirige la mirada al libro pero sé que no ha leído nada. No ha pasado de la página cinco desde que empezó el vuelo. Agarro el libro y se lo quito, así me dedica una mirada pero no la mantiene fija.

- Me vas a odiar cuando sepas la verdad. - Confiesa pasándose las manos por la cara con frustración.

¿Tiene tanto miedo de que tenga un mal concepto suyo? Ni siquiera podría...

- ¿Tan malo fue? - Trago saliva, intento imaginarme lo peor pero me causa nauseas llegar a las profundidades oscuras de mi mente y sus escenarios.

- No importa, dime. - Pido.

- ¿Me odiarás? - Detecto en sus ojos miedo.

No respondo, no quiero comprometerme a decir algo y después no cumplirlo.

Bad Captive | 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora