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Tengo los pies sumergidos en el agua, sostengo en mis manos una taza de café mientras una bata me cubre de la fría mañana. La fría brisa del mar me hace sentir que llega y retira mis problemas para dejarme un momento de tranquilidad. Es sorprendente lo sanador que puede ser el mar.

El alojamiento en la costa privada tiene sus lujos, una suite totalmente alejada de las demás, con servicios personalizados, habitaciones modernas, un solarium con dos tumbonas a su lado, una piscina privada, vista al mar y una ducha externa independiente con una escalera directa al mar a través de la misma suite por medio del "patio" superó mis expectativas.

Ayer al aterrizar el avión, le pedí un espacio a Aiden, quien con su mirada me transmitía lo que yo sabía, pero él no podía articular, que no lo alejara. Son dos habitaciones separadas, pero como quisiera dormir a su lado...

No estoy molesta con él, es decir, se comprometerá con otra chica pero no es porque la ame, simplemente este es uno de los excepcionales casos donde el fin justifica los medios. Debe hacerlo si quiere acelerar todo el proceso para poder hallar a su hermanita.

Soy hija única, así que no he tenido nunca un amor de hermanos, pero de ser así haría lo mismo que Aiden. La buscaría hasta en los más recónditos lugares del infierno. Lo admiro, es simplemente una muestra de lo maravilloso que es este hombre.

Tampoco tengo razón para enojarme, sé lo que sucede y sería muy hipócrita de mi parte, ya que yo duermo con el hombre al que se supone, destruiremos.

Le pedí espacio porque necesitaba procesarlo todo, detenerme a detallar esta bomba de emociones que van a estallar y qué mejor momento que hacerlo ahora que puedo estar sola y relativamente libre. No sé si las personas también deciden alejarse en este tipo de situaciones, por miedo a que su vulnerabilidad sea aprovechada por las personas no indicadas.

Termino mi taza de café, medito unos minutos permitiéndome exteriorizar mis emociones y me levanto dispuesta a arreglarme para el día que ha preparado hoy Aiden. Dejo listo lo que usaré encima de la cama y entro a la ducha.

— ¿Puedo pasar? — Escucho su gruesa voz y veo su figura a través del vidrio empañado.

Lo pienso durante un rato.

— Sí. —Digo finalmente.

Su reflejo quitándose la camiseta y posteriormente el pantalón me hace tragar grueso, tenso mis muslos ya que sé lo que su cuerpo provoca en mi entre pierna. Él desliza la corredera y me observa con sus ojos llenos de lascivia.

— No sucederá nada que no quieras. — Confiesa nervioso.

Me encojo de hombros.

— Lo sé.

Su mirada burlona llena de brillo demuestra cuánto me ha extrañado. Algo reluce en su mano y bajo la mirada para ver de qué trata.

— Lo encontré encima de la mesa de noche.

Me sonrojo, tenía pensado usar el vibrador esta noche.

—Me lo regalaste en el primer viaje. ¿Recuerdas? —Le miro y él asiente con una sonrisa socarrona.

Es gracioso, no pude estar alejada más de un día de su lado. Al parecer quiero aprovechar las dos semanas que tenemos para poder darle todos los besos, abrazos y caricias que he extrañado tanto.

Quiero olvidar, aunque sea por dos semanas que debemos fingir que no sucede nada cuando sucede todo.

Tomo una de sus manos y con la otra su cuello acercándolo a mí. Debo pararme en puntas, porque es mucho más alto que yo. Él no pone resistencia y sé que desea esto tanto como yo, su miembro erecto me lo demuestra.

Bad Captive | 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora