Capitulo 1. ¡Virgen Santísima, Luisi!

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Llevaba toda la tarde en el King's, más aburrida que viendo una carrera de caracoles, mientras mi hermana hacía pedidos y rellenaba albaranes. No era un planazo, pero desde que me había quedado en paro, cualquier cosa que no fuera estar en casa me parecía una buena opción.

A esta hora de la tarde todos mis ligues estaban trabajando u ocupadas con sus cosas, por lo que estar aquí ayudando a mi hermana, era lo más divertido que podía hacer.

—Toma, Luisi, pero no entiendo para qué quieres un periódico, si está todo en internet.

—Yo qué sé, Meri. Para todas las ofertas de trabajo que he encontrado, o me falta experiencia, o no soy apta... Y el abuelo me ha dicho que aún hay gente que las publica aquí, así que, por mirar, tampoco pierdo nada.

Antes de ponerme a leer la sección de «tablón de anuncios», me fui directamente a los horóscopos. Siempre me ha gustado leerlos, aunque sepa que quien lo escribe es un becario puteado, recién salido de la carrera de periodismo, que tiene que estrujarse el cerebro, para inventar cada día una cosa diferente, e intentar que el lector le encuentre algún tipo de sentido a su jodida existencia.

Pensándolo bien, ese becario podría haber sido yo perfectamente, aunque, gracias a Dios, no tuve tan mala suerte, y me había pasado el último año de mi vida con la apasionante tarea de recopilar los teletipos del día, para enviárselos al jefe de la redacción.

Menuda bronca me cayó cuando seleccioné, por error, una noticia de El Mundo Today: «El Río shopping, centro comercial de Valladolid, expulsa a los clientes que pasan más de quince minutos dentro sin comprar nada». El curro era tan aburrido que a cierta hora del día perdía por completo el criterio.

«No te agobies con los problemas de trabajo. Libra, mañana lo verás con otros ojos, una buena oportunidad laboral está cerca. Aunque no estés gastando demasiado, tendrás que vigilar aún más el dinero, tu bolsillo se encuentra en horas bajas. Vas a atravesar un buen momento en el amor, favorable para las relaciones».

—No sé por qué sigues leyendo eso —soltó mi hermana mientras me dejaba una cerveza encima de la barra.

—Aquí dice que tengo que vigilar el dinero, así que a esta cerveza tienes que invitarme tú —dije dándole un trago. —Bueno, voy a centrarme.

Dejé atrás la página de los horóscopos para buscar el tablón de anuncios del periódico. Muchos de ellos eran del tipo: «Mujer soltera, guapa y sugerente busca hombre para pasar un buen rato, o dos». Aún quedaban algunas ofertas de trabajo. Continué leyendo y una me llamó la atención:

«Pequeña radio familiar busca chica con experiencia para afrontar un proyecto entusiasta. Valoramos mucho la implicación por el trabajo, profesionalidad y carácter afable. Si estás interesada en nuestra oferta, ponte en contacto con el siguiente número de teléfono. Que Dios os bendiga, queridos lectores».

«¡Este puesto tiene que ser para mi!», pensé tras leerlo varias veces.

Experiencia en la radio: hice las prácticas de la carrera en una. Implicación en el trabajo: de eso me sobraba... Si la que organizaba siempre al equipo para irnos de cerves era yo. Profesional: sinceramente, me consideraba una profesional de los pies a la cabeza, pero sin ninguna oportunidad, no me dejaban demostrarlo. Y, por último, carácter afable.

—¡María! —llamé la atención de mi hermana. —¿Tú dirías que tengo un carácter afable?

—Pues depende del día, de la hora, la inclinación del sol... De si tu apetito sexual ha sido saciado... ¿Sigo, o ya he respondido a tu pregunta?

—Eso es un sí —contesté victoriosa mientras apuntaba el número de teléfono de la oferta de trabajo en mi móvil.

—¿Has encontrado algo? —preguntó mi hermana acercándose a mirar el periódico.

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