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El paseo de vuelta a casa aquel día fue realmente liberador. 

La adrenalina aún no me dejaba ver las consecuencias de aquella discusión y que ahora estaba desempleada, pero no tardé mucho más en volver a mis sentidos en cuanto subimos las escaleras de la posada y me encontré un cartel en mi puerta que rezaba:

"RECORDATORIO PARA LA SEÑORITA BURETTE: DEBE ABANDONAR ESTA HABITACIÓN ANTES DEL 7 DE JUNIO A LAS 12 DEL MEDIO DÍA."

Aquel anuncio se sintió como si hubieran arrojado un cubo de agua helada sobre mí, devolviéndome de un golpe de vuelta a la realidad. No solo no tenía trabajo, sino tampoco un lugar en el que vivir.

Mi primera reacción fue quitar el papel con un manotazo y arrugarlo con saña, comenzando a carcomerme la vergüenza mientras suplicaba que a Draco no le hubiese dado tiempo a leerlo. Iba a pensar que era una fracasada.

—¡B-Bueno, ya hemos llegado! —exclamé atropelladamente, abriendo la cerradura con las manos sudorosas. 

—¿Chloé, qué...?

—Ya te advertí que es muy pequeño —interrumpí con nerviosismo—. ¡Con suerte ya fumigaron las cucarachas! 

—Chloé...

—Aunque tendría que haber limpiado —dije, recorriendo la habitación de un lado a otro para distraer como un ciclón, ordenando todas las cosas que estaban fuera de lugar—, pero no se me había ocurrido hasta hace un rato que vinieras. ¡Tal vez te lo tendría que haber propuesto en otro momento!

—Chloé, para. —Draco se aproximó hacia mí, sintiendo como mis piernas se iban debilitando cada vez más por su presencia y su semblante serio. Una vez que estuvo frente a mí se cruzó de brazos—. ¿Qué quiere decir ese papel?

—¿Qué papel? 

—Sabes de qué te hablo.

—Yo no veo ningún pap... —Su mano rodeó mi antebrazo, forzándome a levantarlo y enseñar la bola de papel que sostenían mis dedos—. Ah, ese papel.

—Sí, ese papel.

El rubio permaneció en silencio, pidiéndome explicaciones con su mirada. Sin embargo, yo no tenía ni idea de por dónde empezar sin darle una mala impresión.

Aunque aquella cucaracha en la esquina que comencé a avistar por el rabillo de mi ojo tampoco es que diera muy buena impresión que digamos, tampoco.

—Se termina mi contrato aquí, así que me tengo que ir —aclaré escuetamente.

Me encogí de hombros después para quitarle importancia, volviendo de nuevo a darle la espalda para organizar mis cosas y distraerme.

—¿Y sabes ya a dónde vas a ir? 

Hubo una larga pausa. No quería mentirle, pero tampoco quería que su opinión sobre mí se alterara.

—No, aún no.

—¿No puedes renovar el contrato?

—Tampoco —dije, en un suspiro.

—¿Por qué?

—No me alcanza el dinero —contesté con tanta rapidez que se me trabó la lengua.

—¿Qué? Chloé, no te entiendo —musitó Draco y, tras no obtener ninguna respuesta de mí, procedió a volver a tomarme del brazo y obligarme a mirarlo—. ¿Puedes parar por un segundo? Quiero hablar contigo.

—No hay nada que hablar —mentí, intentando no establecer contacto visual con él.

—Pues yo creo que sí —dijo, subiendo su mano hasta mi hombro para embriagarme con su calidez—; ¿por qué no puedes seguir con el contrato?

Daddy Issues❞ Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora