23

3.3K 242 76
                                    

Ya que para bajar a desayunar no me había vestido de manera muy extravagante, Draco y yo tuvimos que subir de nuevo al dormitorio para arreglarnos un poco pues definitivamente iríamos a visitar Trowbridge. Por suerte, al haber ido expresamente a pasar unos días en casa de mi novio, tenía ya todos mis mejores conjuntos pensados.

—¿Aún no has deshecho la maleta?

—¡No he tenido tiempo! —me excusé, rebuscando entre mi equipaje y las prendas dobladas meticulosamente para no tener necesidad de plancharlas—. Además, solo voy a estar unos días, no merece la pena. 

Escuché la risa amortiguada de Draco desde el enorme vestidor anexado a su habitación. El cual, aunque había solo echado un vistazo desde fuera, me podía imaginar perfectamente lo grande que sería y lo exclusivas y valiosas que serían las prendas a juzgar por el dueño.

—Vas a estar aquí una semana, Chloé —debatió—. Creo que es tiempo suficiente como para tener que sacar tus cosas y que se aireen, así puedes tenerlas ordenadas.

—Pero eso es mucho trabajo —protesté, finalmente encontrando lo que buscaba. 

Según el canal de meteorología muggle que mis padres veían religiosamente durante el almuerzo (programa que nunca he sabido cómo se elaboraba sin magia y aún así siempre acertaba), aquel día iba a ser el más caluroso de todos los que iba a estar allí; así que opté por una vestido veraniego bastante fresco pero lindo a partes iguales, contando con un estampado floral de colores rosados y anaranjados.

Sin pensármelo mucho, y dado que Draco estaba entretenido con su propia ropa, comencé a desvestirme hasta quedarme tan solo en ropa interior y encontrarme lista para cambiarme.

—Momento perfecto —escuché a mis espaldas, llevándome un susto de muerte.

Al no esperármelo, me sobresalté y en cuanto recobré mi compostura me cubrí con el vestido, volteándome hacia el rubio que parecía haber surgido de la nada entre las cortinas verdosas que conducían al ropero.

—¡Draco, me has asustado! —chillé, mientras él se reía por mi reacción de sorpresa—. Eres un pervertido, seguro que estabas esperando a que me quitara la ropa.

Este se humedeció los labios mientras me examinaba de arriba abajo, dándome la impresión de que no me había escuchado hasta que finalmente hizo una mueca y arqueó una ceja.

—No te voy a decir que no. Pero, ¿por qué te tapas? No es la primera vez que te veo.

—Por eso mismo, ya has visto todo lo que tengo por ofrecer, así que media vuelta.

Draco hizo un puchero y, al contrario de mis palabras, se acercó más hasta que consiguió pasar sus brazos por mi cintura, aún con el vestido sin poner por medio de nuestros cuerpos.

—Nunca tengo suficiente de ti.

El sentimiento era mutuo. Cada vez que me miraba de esa forma sentía que me derretía de igual manera que un helado en pleno agosto; tenía un poder en mí inhumano.

Por eso, cuando se acercó para darme un beso, no pude ser capaz de tener la compostura de hacer otra cosa que no fuera estar a su merced.

—Tienes los labios demasiado secos, ¿quieres que los cure por ti?

Sin previo aviso volvió a acercar su rostro al mío, esta vez tomando mi mentón con sus largos dedos como apoyo hasta poder arrimarse lo suficiente como para humedecer mis labios con su lengua, antes de profundizar el beso gesto que hizo que mi corazón latiera con gran intensidad.

Perdí completamente la noción del tiempo de nuevo, sintiéndome incluso aturdida cuando nos separamos finalmente. 

—¿Y-Ya estás listo? —pregunté, en un momento de lucidez y cuando fui capaz de recuperar la respiración.

Daddy Issues❞ Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora