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Aquel fue probablemente el día de descanso en el que menos he descansado de mi vida. Al menos mentalmente.

"No soy nadie para decidir sobre tu vida personal. Pero debes entender que, de la misma forma, yo soy libre de prescindir de ti si tu imagen perjudica a mi negocio."

Esas palabras se repetían sin parar en mi conciencia y no cesaron hasta que volví a entrar por la puerta de la tienda por la mañana. Había sido tan solo un aviso pero, sin ninguna duda, había calado hasta el punto que me asombró que el señor Mulpepper me tratara como siempre. Fue una grata sorpresa, mas debía ir con cautela por si ocurría un cambio de planes en el último momento.

Afortunadamente no se dio el caso.

Por el contrario, la tarde transcurrió bastante tranquila y sin ninguna visita más allá de los numerosos paquetes de los cuales me tuve que hacer cargo yo sola aún cuando el señor Mulpepper se fue a casa una vez hubo terminado su turno. Sin su ayuda me veía en la tienda trasnochando como el día anterior, pues daba la impresión de que en la montaña de pedidos aparecían más y más por arte de magia.

Ya tenía mi muñeca agotada de escribir cartas cuando escuché la campanita de la puerta desde el despacho, abriendo los ojos como platos al percatarme de lo tarde que se había hecho para que casi fuera ya hora de cerrar. Comenzando a agobiarme, me levanté para recibir a Draco como todos los días con la sorpresa de que no era él quien se encontraba frente al mostrador.

En su lugar había un chico que no había visto en mi vida, de cabello rubio oscuro y ojos castaños. Este era bastante alto y vestía una ropa informal que no se asemejaba para nada al perfil común de nuestros clientes más habituales.

—Hola, ¿puedo ayudarte con algo?

Al escuchar mi voz se sorprendió y dejó de rastrear toda la tienda con la mirada con aire nervioso, parándose a observarme de arriba abajo. 

—¿Eres Catalina?

—No... —contesté, alzando una ceja.

El chico que no parecía ser mucho mayor que yo se extrañó, e hizo un ademán de echar un vistazo a sus espaldas como si quisiera comprobar algo. 

—¿No es este el Boticario del Señor Mulpepper? 

—Sí, sí —dije, relajando mis hombros—. Pero no me llamo Catalina, sino Chloé.

—¡Ah, perdón! —exclamó, comenzando a sonrojarse por el malentendido—. Soy Miles, Nicholas es mi tío.

No podía ser verdad.

—Pues... tu tío ya se ha ido —dije, aún a sabiendas de que seguramente no era a él a quien buscaba.

—Oh. —Hizo una larga pausa, que no hizo más que aumentar la densidad del momento incómodo—. ¿Puedo quedarme de todas formas?

—Sí, claro —respondí entre dientes, maldiciendo al señor Mulpepper por mis adentros—. Pero ahora mismo estoy un poco liada, la verdad. —justo al decir esto de pronto un sentimiento de urgencia me inundó, ¿y si al día siguiente me regañaba por no haberle hecho caso a su sobrino que, "casualmente", había venido a conocerme?—. Aunque puede esperar.

A partir de ese momento no sabría decir qué fue más forzado, si mi sonrisa o la conversación. Esta última estaba repleta de silencios desagradables y era en su totalidad banal.

Ya había conocido a Miles antes, en Hogwarts, pero no personalmente. Él era un Hufflepuff de dos cursos más que el mío mientras que yo estaba en Ravenclaw por lo que nunca coincidimos en ningún ámbito más allá que cruzar miradas en los corredores. Claro que ese punto de unión fue el pilar de nuestra plática, por lo que estuvimos casi todo el tiempo hablando de profesores y demás.

Hasta que, literalmente, fui salvada por la campana.

—Buenas tardes.

—¡Señor Malfoy! —bramé, sintiéndome rara al llamarlo así por primera vez en mucho tiempo—. ¿Qué se le ofrece?

Miles y Draco intercambiaron miradas, ninguno de los dos esperando la presencia de otra persona a juzgar por lo desierto que se solía encontrar el Callejón Diagon a esas horas. De un momento a otro, Miles pareció percatarse de algo y se mostró atónito.

—Usted es Draco Malfoy, ¿cierto? Mi padre me ha hablado de usted. 

—¿Y tu padre es...? 

—¡Oliver Wood, señor, el jugador profesional de Quidditch! 

Draco soltó aire por la nariz de manera arrogante, antes de mirarme por el rabillo del ojo.

—Es el sobrino del señor Mulpepper —aclaré.

—Estábamos charlando.

—Ya veo —zanjó Draco con desinterés—. ¿Tenéis cuernos de erumpent y esencia de ajenjo?

—Sí, pero el cuerno de erumpent es un material comerciable de clase B así que se lo tenemos que enviar a casa. Y la esencia de ajenjo... —Me di la vuelta, buscando en la estantería a mis espaldas pues me sonaba haber puesto un tarrito allí esa misma mañana. Cuando lo encontré lo puse sobre el mostrador—: Aquí está.

—Está bien, ¿puedo ver el cuerno? 

—¡Claro! —dije, para después volverme hacia Miles—. Ahora vuelvo.

—No te preocupes...

Acto seguido pasé a la trastienda seguida de Draco. No era nada extraño que nuestros clientes nos pidieran ver los ingredientes para saber de su estado antes de comprarlos, ya que en ocasiones necesitaban características específicas o eran demasiado grandes como para poder llevárselos a casa en el momento y todo se cobraba por adelantado sin posibilidad de devolución. Es por esto que el almacén, si bien era más oscuro que la madriguera de un topo, debía limpiarlo regularmente por el gran flujo de gente que pasaba por ahí. 

—Los objetos regulados por el Ministerio de Magia están al fondo —indiqué, encabezando la marcha—. Según Mulpepper, así se cansan antes de llegar y no son tan estric...

Mi frase quedó en el aire cuando fui tomada del brazo por Draco, obligándome a girar sobre mis talones. Acto seguido, en lo que pareció ser una fracción de segundo, sus labios chocaron contra los míos.

Aquel beso no duró mucho tiempo, terminándose en un abrir y cerrar de ojos, pero cuando nos separamos y Draco pudo comprobar que no había retrocedido volvió a besarme pero esta vez con más intensidad; atrayendo mi rostro al suyo posando sus manos en mis mejillas hasta que nos quedamos sin aliento.

—Llevaba mucho tiempo queriendo hacer eso —dijo, mientras yo intentaba nivelar la velocidad de mi respiración—. ¿Dónde estaba el cuerno de erumpent decías? 

Daddy Issues❞ Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora