Capítulo 1: Cristales rojos

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Furia de los emperadores

Capítulo 1: Cristales rojos

Las leyendas pueden tener un origen glorioso o doloroso, pero si algo tienen en común es que, a pesar de las circunstancias, todos tienen un inicio, y el inicio de los emperadores no fue ni siquiera algo feo, iba más allá de eso.

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Octubre 10, el nacimiento del Emperador del Remolino, y al nacer, su vida había sido condenada al dolor.

El legendario Kyūbi no Yōko desató su furia a Konohagakure no Sato, bajo el control de un extraño acabó con vidas inocentes, todos sabían por alguna razón que aquel ser estaba bajo el dominio de alguien, por lo cual toda la culpa debería ser de quien lo controló, ¿No?

Ilusos...

Toda la culpa se le adjudicó al zorro quien, tras una intensa batalla, fue sellado por completo en un pequeño rubio ojiazul que le sonreía al mundo, Uzumaki Namikaze Naruto se encontraba agradecido por nacer, una vez sellado, el pequeño fue cubierto por una capa de chakra demoníaco, formándose en su rostro tres bigotes a cada lado de sus mejillas, como si fuera un zorro, un recién nacido que apenas veía el mundo, necesitaría protección, ¿No?

Ingratos...

Sus padres vieron con horror los efectos del sellado y, en sus últimos minutos de vida maldijeron a su hijo, adjudicando al hecho de que el Kyūbi se había apoderado de su cuerpo, dejando al niño a merced del pueblo, de quienes, perdidos en su dolor le hicieron daño, el pequeño era el contenedor del demonio, un sacrificio, un Jinchūriki, alguien que protegía a la aldea manteniendo a raya, y fue pagado con todo el rencor de sus alrededores... habían cometido un error...

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Diciembre 27, el nacimiento de la Emperatriz del Byakugan, y al nacer, nunca se esperó que su propia familia la vendiera a su clan.

De ojos perlados, pelo azul oscuro, casi azabache y una blanca piel, Hyūga Hinata había sonreído por primera vez en su muy corta vida, una niña que ansiaba recibir el amor de su familia quien esperaba por su nacimiento, ¿No?

Imbéciles...

Su madre, Hyūga Hana, le daba igual la pequeña, y decidió venderla a su clan para que hiciesen con ella lo que les pareciese adecuado, sin ningún tipo de limitación, después de todo, a palabras de su marido, Hyūga Hiashi, actual cabeza del clan "Tener sexo contigo es tan placentero que fácilmente terminarías de nuevo embarazada, hasta mi hermano queda fascinado cuando se corre en tu culo mientras yo me follo a su esposa, así que no te preocupes" ¿Por qué debería de preocuparse? Después de todo ni siquiera era hija de su marido, fue hija de su hermano, Hyūga Hizashi, así que eso era mejor abandonarla para su imagen en el clan, clan que trataría bien a la pequeña, ¿No?

Idiotas...

El plan de vida de la pequeña ojiperla era sencillo, y fue acordado por los ancianos.

"Hazla sumisa hasta el punto de romperla mentalmente, para luego romperla físicamente, después de todo, no vendría mal una puta Hyūga personal para el clan"

Y mientras se discutía eso, la madre de la pequeña estaba en el goce del éxtasis al sentir como su marido y su hermano la follaban hasta el cansancio junto a la esposa de Hizashi. Alejados de la pequeña Hinata... habían cometido un error...

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