Furia de los emperadores
Capítulo 37: Punto de quiebre
El Kyūbi, en todo su imponente esplendor, sobresalía en el complejo Hyūga, y era visible en cualquier punto de Konohagakure no Sato, la misión era sencilla. Destruir la mayor parte de Konoha para provocar un receso en todas sus actividades. Y con el lapso de tiempo que tendrían para entrenar, no avanzarían tanto en su tecnología debido a la falta de fuerza militar y sustento económico.
No solo era eso, debilitar a cada aldea entre sí provocaría una guerra entre cada una de estas, a las cuales se les sumarían las aldeas menores en un intento de ampliar sus terrenos y conseguir un buen botín de guerra. Con ello el Continente Elemental entraría en una red de muertes y traiciones, sin dar tiempo a que cada uno de los Kages pensara en mejorar sus fuerzas debido a la presión de las guerrillas.
Mientras el Kyūbi rugía con ira en ese potente eco que hacía retumbar el lugar, todos los Shinobis de Konoha titubeaban por el miedo, y los recuerdos que la majestuosa bestia evocaba. Dando un lapso suficiente a que las fuerzas de los emperadores siguieran con su avance... y eliminaran cualquier cosa que fuera de Konoha...
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Complejo Hyūga.
Con Natsu.
Natsu corría junto a un clon de Obito por todo el lugar. Ser la guardiana de la casa principal traía sus ventajas, conocía todo el complejo Hyūga como la palma de su mano, incluso a pesar de la destrucción que había conocía el cómo moverse por el lugar.
No habían tardado mucho en saquear la biblioteca de la familia, junto a la bóveda de dinero. Mientras corrían con prisa se les habían aparecido uno que otro Hyūga de la rama principal, a los cuales Obito eliminaba con rapidez debido al sello de Natsu, si bien había entrenado para soportar el dolor, no debían arriesgarse a lo idiota sin la oportunidad de evitar las cosas... ante todo precaución...
Doblando a la izquierda, llegando a pared, eliminando a dos Hyūga, usando el ojo de uno de estos como llave para abrir una puerta corrediza con un sello de sangre, seguir corriendo en línea recta, doblar a la derecha, subir escaleras, sortear una serie de trampas, bajar por las escaleras del lado derecho para golpear una pared en falso, dejarse caer por una compuerta en el piso, prender una serie de antorchas en cierto orden para desbloquear un acceso a un piso superior y finalmente hacer una serie de sellos para abrir la puerta. En ese orden habían llegado a una lúgubre habitación, la cual era ocupada por los esclavos Hyūga que no lograban desbloquear su Byakugan después de su décimo cumpleaños. La seguridad de ese lugar era realmente única debido a lo que resguardaba. Ya que no solo era el hogar de los esclavos sexuales... también lo era de los recién nacidos...
En sí la razón de que Hinata no terminara ahí era por la casualidad de la peliverde Hyūga en aparecer en ese momento. De otro modo hubiera terminado en ese infierno. Colchones con resortes salidos, sábanas con manchas de dudosa procedencia, así como platos con comida ya caducada y varios vasos de cristal rotos. Lo que le importaba tanto a Natsu no era el resto de pequeños que estaban en el lugar, los cuales Obito ya había sacado de ahí. Era la mantita celeste que cubría el cuerpo de alguien muy especial... alguien que estaba tratando de dormir...
Una niña que tenía muy poco cabello azabache, un rostro circular y unas cejas muy finas, unos rasgos muy parecidos a los de su madre, y, sobre todo, unos ojitos perlados tan brillantes como los que vio en Hinata hace tiempo. Frente a ella se encontraba la media hermana de la Byakugan no Nyotei... Hyūga Hanabi...
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Furia de los emperadores
Fiksi Penggemar¿Vengarte de quienes te hicieron daño? ¿Por qué... no? Toda persona tiene su punto de quiebre, solo es cuestión de presionar para que veas cómo se rompe una persona... pero atente a las consecuencias... pues puedes liberar la furia de quien lastima...