Capítulo Décimoquinto

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-Pues, nada. ¡Maldita sea! Soy el único que está aquí en vez de con su familia. Como extraño a mi madre. No puedo tener una charla reflexiva con Liam, tampoco ver vídeos de caídas con Niall. Aún me quedan tres horas para encontrarme con Molly en el café. ¿Qué puedo hacer? –se sentó en el sofá de aquella salita de descanso de la habitación. –Voy a escribir algo.

Habían pasado ya cuarenta y cinco minutos y Harry aún seguía delante de una hoja llena de tachones y con la guitarra sobre los muslos. Resopló y fue a por un poco de agua. Miró su móvil para confirmar que no tenía ningún mensaje. Se volvió a sentar y cogió de nuevo la guitarra, pero rápidamente la soltó. “Tal vez dar un paseo me puede ayudar a encontrar una historia sobre la que escribir” Pensó.

Miró fijamente a su reflejo en la venta mientras quitaba los dobleces de ambas mangar cortas. Se peinó un poco y salió por la puerta. Llamó un par de veces a su madre y acto seguido a su hermana.

-¿Para esto les regalo un móvil? ¿Para qué no contesten? ¡Qué típico de ellas! –resopló.

“Hacía bastante tiempo que no paseaba por aquí. Casi había olvidado lo verde que están los matorrales en verano, y la perfecta combinación entre el azul del cielo y el agua cristalina de la fuente” –Pesó

A medida que se iba acercando a esta, fue notando como gotas de esa agua inmaculada le salpicaban. En el borde estaba una pareja de ancianos discutiendo cariñosamente, y a la derecha, en uno de los bancos más cercanos a la fuente, una chica de pelo negro y ojos color miel dibujando tranquilamente.

Harry puso especial atención en el dibujo de la chica, y aunque fueran solo unos escasos metros los que les separaban, no lograba verlo. Anduvo hasta sentarse en la esquina opuesta a donde estaba la jovencita, y, descaradamente miró al dibujo.

-¿Te gusta? –dijo la desconocida sin levantar la mirada de aquel block de dibujo sobre el que pasaba el dedo rápidamente para extender el grafito.

-¿Qué? –se incorporó Harry

-Eso, que si te gusta mi dibujo.

-Eh, sí, me gusta bastante –respondió avergonzado

-Solía venir a este parque desde que tenía tres años. Mi madre siempre decía que era su sitio favorito en el mundo. Cada vez que la echo de menos, vengo aquí. La naturaleza es el medio que tengo de contactar con mi madre –dijo aún con la vista fijada en su propio dibujo.

-Lo siento –se acercó

-¿Por qué? –levanto la mirada y la clavó en la pareja de ancianos –Aún siento que mi madre sigue viva, al menos mientras yo la recuerde.

-Es curioso. Nunca lo había pensado –la chica le miró extrañada –ya sabes, lo de que una persona no muere mientras la tengas en tus pensamientos. –Se detuvo por un instante -¿Sabes? Hace bastante que no vengo por la ciudad, y una vez que paso unos días aquí mi madre está de viaje –suspiró.

-Es cierto que cuando tu madre no está no hay nadie que pueda llenar ese vacío –tragó saliva -Y, de pronto, de una mañana a otra, la mujer a la que más quieres se marcha para siempre, sin despedirse de ti. Entonces, te arrepientes de tus broncas con ellas, sus quejas y normas. Nunca imaginé que me abandonara así porque así, sin una explicación.

-Perdona si te molesta la pregunta, pero, ¿estabais muy unidas? –la miró directamente a los ojos.

-No, si te soy sincera. Hacía más de un año que no pisaba su casa –la chica intuyó por la mirada de aquel completo desconocido para ella que quería que le contara el por qué –Apenas teníamos dinero para vivir, mi padre lo había malgastado todo en alcohol y drogas. Tenía quince años y mi madre siempre había sido un gran apoyo para mí. Veía como mis padres discutían y mi padre se marchaba de casa desde la mañana hasta altas horas de la noche. Unos compañeros de clase se burlaban de mi situación económica. Exigí a mi madre a comprarme cosas que no podíamos permitirnos. Ella con todo su esfuerzo logró satisfacer cualquier necesidad –se detuvo y sus ojos se inundaron como boyas en el mar –Sé que es absurdo, pero, fue a final de curso, cuando mi escuela preparaba un viaje a Italia. Ansiaba conocer otro país, pero, mi madre me pidió que comprendiera que eso no podría ser posible, al menos por el momento. Corrí, corrí muy lejos, y desde aquel día no volví a ver a mi madre.

-Vaya –añadió con un hilo de voz –debió ser muy duro volverte a encontrar con tu madre de esa forma.

-No… no acudí a su entierro –dijo fría –No podía despedirme de ella sin haber arreglado lo de aquel día –consultó la hora en su iPhone y comenzó a guardar los materiales con los que se había pasado toda la mañana dibujando.

-¿Te vas? –la chica se levantó del banco

-Sí, me ha encantado hablar contigo, pero he quedado con unas amigas para hacer un trabajo de clase.

-Espero que nos volvamos a ver, por cierto, me llamo Harry.

-Adeline –sonrió amablemente y comenzó a caminar hasta la salida del parque.

“Ya sé por quién sustituir a Liam, aunque no tengo más datos que su nombre” –se preocupó. “La historia de esta chica es bastante triste, no soportaría verme en tal situación” –Pensó. “Al menos ya tengo algo sobre lo que escribir”

Harry comenzó a caminar hacia el hotel mientras hacía sonidos con la boca para su futura canción.

My Perfect Dream (Pt. 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora