Capítulo Décimotercero

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Domingo: 11:30 p.m. Aeropuerto de Madrid-Barajas.

-Vamos, tenemos que volver al trabajo. Rodrigo. ¿Puedo saber a quién escribes? –dijo una señora alta, pelirroja y el pelo bastante recogido.

-Voy en seguida, Marta. Estoy hablando con mi hija. ¿Te he dicho qué está en Londres?

-Cientos y cientos de veces –sonrió

-El señor Rodríguez exige verle, señor Sánchez –se acercó una joven secretaria de apenas veinticinco años.

Papá hizo un gesto a su compañera de trabajo y siguió a la secretaria hasta el despacho de su jefe, el señor Rodríguez.

-Pase, hombre, pase. No se quede ahí parado –cruzó las piernas y se acomodó en la gran silla negra de cuero.

-Me da usted miedo –se sentó justo en frente del jefe, rió.

-No tema. –sonrió, pero rápidamente dejo de hacerlo y puso encima de la mesa varios folios de color beige grapados en la esquina superior derecha.

-¿Malas noticias? ¿Me va a despedir? –miraba fijamente al taco de hojas.

-Ya le he dicho que no tema. Es otro asunto.  –Dejó una pausa – Verá, Rodrigo. No voy a andarme con rodeos. Ya me conoce, son demasiados años juntos. El trabajo no va bien. Quiero decir, no del todo. Usted es uno de mis mejores trabajadores y por ello no pienso quedarme de brazos cruzados. Hace meses hablé con el marido de mi hermana, ya sabe la que vive en Alemania –papá asintió –Intenté demostrar su altas cualificaciones y su espléndido trabajo por mi empresa.

-No, no entiendo. ¿No me has dicho que soy uno de tus mejores trabajadores? –hizo una mueca

-Con diferencia, Rodrigo. Con diferencia. El caso es el siguiente. Hablamos durante un tiempo prolongado y llegamos a la conclusión de que tanto mi cuñado como yo podríamos conseguir muchas más cosas trabajando juntos. Uniremos nuestra empresa para formar una. En Alemania, disolviendo la que tenemos aquí.

-¿Cómo? Creía que eso no era posible. No se puede cerrar un aeropuerto así porque sí.

-No me está entendiendo –se desabrochó el botón de la camisa –Voy a vender la empresa. Para la semana que viene ya habremos escogido entre los posibles compradores. Me trasladaré a Alemania e invertiré el dinero de la venta en una nueva línea aérea.

-Oye, ¿lo ha pensado bien? –le miró inseguro.

-¿Te crees que es una idea que se me acaba de ocurrir?  -dio un golpe en la mesa dejando caer unas gotas del vaso que rebozaba agua sobre la mesa. -Llevo años intentando lo imposible por mantener la empresa. Pero no conseguimos el dinero necesario para cubrir todas las necesidades personales. Debo ocho millones de euros a hacienda. Me quitarán la casa en breves días. No puedo seguir así.

Papá parecía frustrado y confundido. No podía creer esas palabras, que no tuviera dinero, pero creyó que no eran las mejores condiciones para preguntar en qué había malgastado el dinero ese hombre.

-¿Y así es como lo va a arreglar? ¿Marchándose?

-Necesito recuperar el dinero de alguna forma. No tengo otra opción. El martes nos vamos a Alemania.

-¿Nos vamos? Sé a dónde quiere llegar, pero me es imposible abandonar a mi familia -dio a entender - Paso muy poco tiempo con ellos, ahora será menos y no puedo permitírmelo. –se levantó de la silla y se dirigió a la estantería recorriendo todo el despacho.

-Tiene que venir conmigo, le necesito. Fui yo quien salvó a su familia dándole un puesto de trabajo como es debido cuando apenas teníais donde vivir. Le necesito. Hágalo por un viejo amigo, solo unos meses. Le prometo que solo serán unos meses. Tu mujer y tus hijas lo entenderán. Si todo sale bien no volverá a tener que trabajar. Hablo de grandes recompensas bancarias -dio un sorbo al algua.

My Perfect Dream (Pt. 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora