Capitulo 2

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Nuestros padres fueron los primeros en felicitarnos, abracé de más a mis padres por el tiempo que no los había visto.

—Papá Nicholas —me acerque apenada con él, me sonrió para luego darme un abrazo.
—Felicidades, me alegra verte bien.
—igual a mí.
—Ven aquí, Pebe — mi tía Liv me abrazó con lágrimas en sus ojos —Aún no lo creó.
—¡Por fin! —dijo mamá.
—Lo sé —estaba emocionada.
—déjame ver el anillo —se acercó Nadine y Harper a nosotras —Tu color favorito.
—Si —sonreí.
—Pero que bien guardado te lo tenías Nate —Liv le dio un pequeño golpe amistoso en el brazo a su hijo para después abrazarlo.

Mi mirada cayó en la de mi papá, que tenía los ojos llorosos, me acerqué a abrazarlo.

—Te extrañé papi, mucho.
—Yo también, Nadine es mala perdedora en los tiros.
—¡Oye! —se quejó esta.
—Nadine es mala perdedora para todo.
—Eso no es verdad —dijo indignada.

Después que todos nos felicitaran y derramaran algunas lágrimas, me preguntaron sobre mi largo viaje, el cual conté gustosa a pesar de que extrañaba a todos, lo había disfrutado mucho, conocer a todas esas personas, fue increíble, incluso pasar mi cumpleaños fuera.

La cena estuvo deliciosa y hubo mucho pastel de chocolate ¿Podía casarme igual con el pastel de chocolate?

—¿Ya tienen fecha para la boda? —preguntó la abuelita de Nate.
—Aún no —le respondió él —apenas hace 48 horas se lo propuse.
—Deberíamos empezar a planearlo —dijo emocionada mi mamá.

Y aquí iba de nuevo, me perdí en las propuestas, Nate me pidió que lo ayudara en algo, lo hizo para salvarme, nos escabullimos por una puerta.

—Gracias —le agradecí.
—De nada. Es nuestra fiesta, tal vez deberíamos regresar.
—No lo creó, están tan ocupadas planeando que ni cuenta se darán. Vamos.

Lo agarré de la mano corrimos por el pasillo, se sentía como cuando teníamos 8 o 9 años que jugábamos a escondernos.

—¿a dónde me llevas?
—a mi escondite secreto — le guiñe el ojo, seguí corriendo, rogué que no me cayera por las zapatillas, él me siguió.
—Aquí — hice a un lado una cortina, oprimí un botón y una puerta chirrió al abrirse, era una habitación de pánico que se habían mandado a instalar después de la guerra, entramos, estaba un poco oscuro.
—¿No asustan?
—Claro que no.
—Ya veo porque me ganabas aparte de que hacías trampa.
—Yo nunca hacía trampa. —hice un mohín.
—Claro que si obligabas a los trabajadores que te dijeran dónde estaba.
Sonreí por qué era verdad.
—Lo ves.
—En mi defensa, me gusta ganar.
—Lo sé.

Sentí su aliento en mí, me dieron unas ganas inmensas de besarlo y lo hice, lo agarré del rostro y lo besé, sabía a champán, pastel de chocolate y Nate.

Amaba el sabor a Nate, sentí sus manos en mi cadera, me agarraba con firmeza, pero tan suave a la vez que me gustaba. Quería más, mucho más de él que un besó y su toque en mi cadera, pero mis miedos vinieron a mí lo que hizo que me alejara.

—Lo siento.
—Está bien, Pebe. —Besó mi frente con ternura — mi Pebe —Me abrazó, me sentía a salvo en sus brazos.

Camine hasta la habitación de Nadine porque tenía una conversación pendiente con ella.

—ya sé a lo que has venido —dijo cuando me vio al abrir la puerta.
—Entonces empieza a hablar.
Puso los ojos en blanco y se tiró en su cama.
—¿No tienes que besuquearte con tu prometido? — me senté a lado de ella.
—No, ya lo he hecho — le sonreí.
—¿y tener sexo?
—Bueno... —me mordí el labio.
—¿Qué pasa? — se incorporó para mirarme.
— Nate y yo nunca...
Se sorprendió tanto que abrió la boca.
—¿Bromeas?
—No, pero no es algo que quiera hablar contigo ahora, vine por otra cosa.
—Bien, tampoco quiero hablar de mi desastrosa vida amorosa ahora.
—¿Desastrosa?
—Si desastrosa —repitió.
—¿por qué?
—La distancia, él en Los Ángeles y yo aquí.
—Yo tuve relación a distancia con Nate.
—Si, pero no todos somos tú y Nate.
—Es verdad, sin embargo, cuando se hay las ganas.
Rodeó los ojos.
—Tal vez, pero somos de mundos diferentes.
—No seas tan snob.
—Sabes a lo que me refiero —estaba exasperada —Yo soy un poco más cautelosa y celosa —confesó.
—Ya veo.
—¿Qué ves?
—muchas cosas.
—¿Han hablado?
—Mira si hablamos 30 minutos es mucho, ya sea que él tiene que ir a grabación o yo a práctica.
—Tal vez no sea muy necesario ir a prácticas mucho.
—¿Por qué no? Me gusta aparte él igual no es necesario que...
—Si es necesario, es su trabajo Nadine —la interrumpí — en una relación de vez en cuando uno tiene que ceder, ahora que estoy aquí, tal vez puedas relajarte un poco, ir a Los Ángeles, ya sabes...
— ¿Los Ángeles? No ¿Sabes cuanta prensa hay ahí?
—Nadine tienes casi un año con Edward, del cual es a escondidas porque ni siquiera lo has presentado ni dicho que tienes novio.
—Te lo he dicho a ti.
La miré con cara de pocos amigos.
—Bien, lo pensaré. Ahora tengo que dormir que tengo entrenamiento.
—Está bien, te dejaré descansar. —me levanté de la cama, sin antes darle un beso en la frente —Recuerda alguien tiene que ceder algunas veces.

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