Capitulo 20

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La alarma estridente de algún celular me despertó, me dolía la cabeza y la luz del día lo empeoraba.

—¡Apaguen ese maldito teléfono! —Gritó Karina.

Las ganas de vomitar hicieron que levantara rápidamente al baño, deseché todo lo que ingerí la noche anterior.

¡QUÉ ASCO!

Me senté en el suelo tratando de recuperarme, miré alrededor y no era mi baño, enjuague mi boca y mi cara, mi reflejo era a una phoebe que no he visto en mucho tiempo... Con resaca.

Todas habíamos dormido en la habitación de Nadine no sé por cual motivo o circunstancia lo hicimos.

Karina dormía en la afelpada alfombra y Lucy en el sillón, Kate, Nadine y Harper en la cama donde también dormí.

El celular sonó de nuevo, lo busqué y era el de Nadine.

"Ed" decía en la pantalla, conteste sin pensar.

—Em, Gracias a Dios estas bien, me has asustado anoche —dijo apresurado.
—No soy Nadine, soy phoebe —respondí antes de que preguntara.
—¡Oh! Lo siento, Emi... ¿Nadine está bien? ¿Tú estas bien? ¿Todas están bien?
—Si con bien te refieres a que esta nalgas arriba durmiendo como oso invernando, lo está. ¿Espera porque no estaríamos bien?
—Ayer nos hicieron más de 100 llamadas a cada uno.
—¿Tu donde estas?
—no estoy seguro, tengo que colgar.

Colgó sin decir más.

¿Por qué dijo "a cada uno"?

Yo no recuerdo haber llamado a nadie, y no creo que las 4 copas de champán hayan hecho que yo no recuerde nada o qué me emborrache rápido.

Tal vez es la falta de práctica.

El reloj del teléfono de Nadine marcaba las 12 del medio día.

Al entrar a mi habitación me volví a tirar en la cama, recordé que había vomitado, corrí al baño a bañarme, después de un baño con agua fría, baje para buscar unas pastillas que el dolor de cabeza me mataba.

La cocinera se asustó al verme.

—Lo siento, alteza. No pensé que entraría aquí —dijo en italiano.
—Busco unas pastillas para el dolor de cabeza —le comenté en su idioma.
—Deje buscar unas —sonrió.

Hurgó en algunos cajones y sacó un frasco, sirvió un vaso de agua, mientras observe el desorden que dejamos y que lo estaban limpiando, me entregó el vaso y las pastillas.

—Gracias.

Subí devuelta a mi habitación, tome una pastilla, volví a acostarme.

Un par de sacudidas desesperadas me levantaron.

—¡Gracias a Dios! ¡esta bien! —Escuché el sonido de alivio de las demás.
—¿Qué sucede? —Pregunté somnolienta, me incorporé y todas estaban casi sobre mi con cara de susto, se veían chistosas ya que todas tenían el maquillaje corrido —¿algo sucedió? —me altere.

Ellas se miraron apenadas.

—No solamente es que no tenemos práctica con el italiano —Nadine respondió con un rubor en las mejillas.
—Nos iremos a cambiar —comentó Kate.

Antes de que Nadine saliera de la habitación la detuve.

—¿Qué pasó?
Ella bajo la mirada, luego me miro devuelta.
—Nada, es que Lucy bajo, preguntó por ti y la cocinera le dijo algo de pastillas y ella pensó que ya sabes.

Ahora entiendo la cara de susto y preocupación de todas.

—Pedí pastillas para el dolor de cabeza, no entiendo cómo acabamos de esa manera. Espero que no se enteren nuestros padres.

La regañada que me espera si así fuera.

—Lo sé, hablaré con los de seguridad que no digan nada, deberíamos comer algo, he vomitado.
—Que asco.
—ya ni me digas.
—Me cambiare.

Cerró la puerta tras ella, decidí volver a bañarme, no sabía la hora que es, pero por el sol puedo deducir que son las 3 de la tarde.

—¿Oye ya puedo tener mi celular? —Le comente mientras bajábamos al comedor.
—Toma.
—Chicas —Karina nos alcanzo hasta al final de las escaleras, movió los ojos tratando de comunicar algo, antes que pudiera entender, escuché la voz de mi madre.
—Veo que su fiesta se salió algo de control —nos miró con una pizca de enojo y decepción.
—No sé quién te ha ido con ese chisme, sin embargo no es verdad —le respondió Nadine.

La casa ya estaba impecable, no pareciera que ayer hubo alguna fiesta.

—Es verdad.

Mi mamá negó con la cabeza, sacó su celular de su bolsa y reproduzco un audio.

—Quieeero que le digas a papás que ess hora de que pressente a Edwards como mi novio.

Miramos a Nadine con cara de pocos amigos. Automáticamente se reprodujo otro audio, esta vez era de Karina, también se escuchaba algo alcoholizada, y así sucesivamente todas mandamos audios de los cuales por nuestras caras no nos acordábamos, ni se entendían.

—Yo creó que esto es más que prueba suficiente. Han arruinado la despedida de Nate con sus audios y llamadas de desesperación de ustedes, los pobres chicos, vienen desde su última llamada, al ver que no contestaban se comunicaron con nosotros que nos encontrábamos más cerca de ustedes
—¿Dónde estaban? —pregunté.
—En las vegas.

¿LA DESPEDIDA DE NATE FUE EN LAS VEGAS? ¿Y HASTA AHORA ME ESTOY ENTERANDO?

—¿Marie podemos hablar? —preguntó mi madre de cortesía porque ya sabía que no podía decir que no. Las demás se levantaron de su asiento y se fueron hacia el comedor.
—Sabes que no puedes tomar —habló cuando vio que todos se fueron —Fue muy irresponsable de tu parte ¿En qué estabas pensando?
—Mamá... —me interrumpió.
—No sabes lo qué arriesgaste en hacerlo, ¿que tal si estos audios se los enviaban a la persona equivocada y salen a la luz? Todo por lo que hemos trabajado se iría a la basura, ni tu boda con Nate te salvaría de ser juzgada.

Odiaba sentirme como una niña de 5 años a la cual regañaban.

—No fue mi intención...
—Claro que no, nadie tiene la intención hasta que lo hace.
—Marie, en un mes serás reina y en una semana una esposa, pero más que nada reina. Sabes la responsabilidad que eso conlleva, no puedes exponerte a esto, lo que pasó en la noche no puede volver a repetirse. Da gracias que tu padre no se ha enterado sino estaría muy decepcionado de ti. ¿En qué cabeza cabe que puedes tomar?
—Es que sólo fueron 3 o 4 copas de champán.
—Tienes permitido 1 o 2 por máximo y eso en los eventos.
—Esto era un evento.
—Sabes a lo que me refiero, Marie —estaba molesta y por alguna razón yo también.
—lamentó que tener una hija adicta te agobie tanto.

Di media vuelta y volví a subir las escaleras enojada a pasos rápidos.

Cerré la puerta de mi habitación de un portazo, sé que había hecho mal en excederme con la champan y no imaginé que unas cuantas copas me pusieran hace, no necesito que a cada rato me recuerden lo que había hecho, no puede ser que ni me despedida pueda disfrutar.

Odio sentirme así.

Odio que mi pasado siempre viene a mi presenté.

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