Capitulo 16

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—¿Que sucede? —me susurró con preocupación Nate, apenas me vio aparecer.
—Nada, tranquilo —le sonreí para que se tranquilizara —Lamento haberte dejado un rato.
—¿te sientes bien? —me miró a los ojos analizándome.
—Si, no te preocupes —volví a sonreír, le toque rápidamente el brazo.

No podíamos tener demostraciones de afecto en público.

—¿Quieres bailar?

Miré hacia la pista donde varias parejas bailaban al ritmo de la música suave, tome su mano, tal vez estando aquí en america, los protocolos no valgan mucho.

Caminamos hacia la pista que se encontraba en medio de todas las mesas, otra canción estaba empezando a sonar, puso una mano en mi cintura y y con la otra tomó mi mano izquierda, yo puse mi mano libre en su hombro, la canción era bonita,  inconsciente puse mi cabeza en su hombro, conocía a la intérprete porque había escuchado como tres canciones de ella, era vieja, pero acorde la canción sonaba, me hacía darme cuanta que me representaba.

Quería hacer sentir orgulloso a Nate de mi, pero ¿era seguro ser quienes somos? Mejor dicho, Quien soy, era un maldito desastre y él es quien quiero que sea el único en mi vida.

Lo miré a los ojos.

—Creó que me ves por quien soy, ¿es seguro ser quien soy? Quiero que seas el único, soy un maldito desastre, me gustaría pensar que te quedarías, sabes que moriría para hacerte sentir orgulloso —dije casi en un susurro para que nadie sea capaz de escucharme, frunció el ceño para después suavizar su rostro, me besó sin decir nada.

Pero le entendí, era su respuesta y me sentí feliz que a pesar de decirle que era un desastre, él me amaba tal y como soy, muchas veces me lo había dicho.

Sentía las miradas de todos  fue lo que lastimosamente me hizo separarme de él, esta noche sí que mandamos al diablo las reglas.

—No creó que nos castiguen por esto —murmuró y me sonrió.
—Yo tampoco, se harán cargo.
—¿por qué sabes a chocolate? —me miro con una ceja alzada.
—Culpable de comer pastel de chocolate —confesé.
—¿has comido pastel de chocolate sin mi?

Me encogí de hombros.

—En mi defensa, papá Nicholas me lo dio.
—Espero que me hayas guardado un pedazo.
—algo mini.
—Vamos, yo creo que ya obtuvieron mucho de nosotros por una noche.
—Deberíamos esperar al pastel.
—no le importará a mi abu, que nos vayamos antes.

Caminamos hacia donde se encontraba los abuelitos.

—Ya nos vamos, abu.
—¿No sé quedarán para la música más movida? —dijo moviéndose como podía.
—Estamos algo cansados, pero mañana nos vemos —le dio un besó en su mejilla.
—Claro, Nate. Te quiero —se acercó más a su oído y le susurró algo, Nate empezó a reír.
—Aún ni casados estamos, abu.
—Eso no importa, yo me estoy haciendo más vieja y quiero ver a mis bisnietos.

Ya sé lo que le había susurrado.

—No olvides hacerme aunque condesa cuando seas reina —dijo después de que se despidiera de mi con un beso.
—Cuente con ello.

Nos despedimos de los demás, antes de irnos, Nate me arrastro hasta la cocina, la cual ya estaba casi vacía y cuando nos vieron entrar, salieron. Nate entró a alacena y salió con la misma caja que su papá me había ofrecido antes.

—para el camino.
—piensas en todo.

Me guiño un ojo, salimos de la casa con todo y séquito, el helicóptero ya nos esperaba. Al llegar a la ciudad no me sentía cansada y a pesar de haber cenado, me dio hambre.

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