Advertencia: en este capítulo se va a tocar un tema particularmente fuerte, abuso sexual; en caso de que esto afecte al lector, recomiendo saltar este capítulo.
Había pasado una semana desde la hospitalización de Lucas, todo se había vuelto oscuro y frío; los desayunos, almuerzos, las cenas, las terapias, no eran lo mismo. La noticia que nos alegró fue que no corría riesgo de muerte.
Iba a ver otro evento con los padres, pero por lo sucedido, fue cancelado.
Se encontraba internado recibiendo sangre, para recuperar lo perdido; las visitas eran regulares, en mi caso, lo visité durante dos horas todos los días. Le contaba mis cosas y Lucas trataba de hablar como podía; al salir de la recuperación, él tendría más sesiones con la psicóloga.
Fui a visitarlo después de almorzar.
—¡Hola!
—¡Bella!, espero estés bien.
—¡Tu voz mejoró!, ahora te entiendes un poco más.
—¡Sí!, me da mucha felicidad, déjame acomodarme para que hablemos mejor.
Lucas hizo un gran esfuerzo, y con ayuda de Marcus, logró sentarse.
—Bueno, eso dolió —río.
—Lo sé; Lucas, sentí mucho miedo pensando en que pasaría si mueres.
—Espero que no lo sepas, la verdad.
—No hay de qué preocuparse en realidad, ya ambos mejoraremos y tendremos una vida completa para disfrutar.
—¡Sí!, además, tienes una hermanita que conocer.
—Y ella tendrá un cuñado el cual aguantar.
—Tonta —rió, poniendo una mano en mi pelo para revolverlo.
Me tuve que ir, era hora de mi turno con la ginecóloga, que me dijo que mi flujo podría volver pronto; era una excelente noticia, además, mi pelo estaba dejando de caerse.
Salí en busca de Rude y Judith para que vayamos a dibujar en el patio central; cuando llegamos, noté algo raro.
—¿Rude?, ¿está todo en orden?
—Eso mismo iba a preguntar —dijo Judith.
—Estoy... bien, gracias por preguntar chicas.
—¿Segura que no hay nada en lo que podamos ayudarte?
—No El, gracias, de nuevo.
—¿Todo bien con Tade... —alcanzó a decir Judith antes que Rude la interrumpiera.
—Okay, entiendo que tengan ganas de ayudar, pero no lo necesito, y no vuelvan a mencionar a Tadeo, él y yo rompimos.
Rude se fue caminando rápido del patio, Judith y yo nos miramos desconcertadas.
—¿Ya cortaron?
—Al parecer sí, supongo que él se aburrió de ella —dijo Judith soltando una risa.
—¿Sabes, Judith?, el ser humano tiende a ser tonto, y la envidia, es una de las mayores formas de estupidez que conozco.
Me fui sin saludarla, me cansaban sus comentarios, y sinceramente estaba esperando una disculpa de parte de ella. Mientras iba por el pasillo, pensaba en que podría haberle sucedido a Rude, tenía que ser si o si algo referido a Tadeo, ¿tan mal habrán quedado?; no iba a permitir que mi amiga continúe así:
—Hey, Rude, ¿podemos hablar luego de la cena?
—Claro que sí, perdón por no hablar antes, Judith me pone incómoda.
—No hay problema, nos vemos en el patio central.
La tarde fue normal, charlar con Dani, visitar una hora más a Lucas, dibujar y escribir; de verdad extraño mi vida normal, pero siempre recuerdo que un día más, es un día menos.
Fuimos a cenar, me senté al lado de Mckayla, supuse que Rude se sentaría con nosotros, pero se sentó en otra mesa:
—Rude, ¡ven! —le dije sonriendo.
Movió la cabeza diciendo que no.
—Me pregunto qué le sucede —habló Tadeo.
—Todos nos preguntamos lo mismo y queremos que esté bien, o bueno casi todos —dije mirando a Judith.
—No me preocupo por ella porque solo debe ser un tonto drama adolescente de una pecosa hormonal —atacó aquella.
—Judith, ya cállate —dijo Mckayla enojada.
—¿Tú qué Mckayla?, ni que fueras mi amiga.
—Mejor, no me gusta cometer errores.
Mckayla se levantó de la mesa y se fue, yo traté de disimular la risa, pero me fui a la mesa de Rude y exploté a carcajadas.
Terminó la cena, Rude y yo fuimos a hablar.
—Ru, lamento los comentarios de Judith.
—No te preocupes, siempre fue así.
—Ella no interesa ahora, la que importa eres tú, ¿qué sucede?.
—Nada malo, rompí con Tadeo, por... problemas.
—¿Por ejemplo...?
—Peleas y esas cosas, nada grave.
—¡Oh!, okay, ojalá lo arreglen a futuro; me tengo que ir porque Dani me llamó para algo, nos vemos mañana.
La saludé y me dirigí hacia la puerta para entrar, pero Rude me frenó, me giré y la vi, allí estaba, con los ojos llorosos, y la voz rota.
RUDE
—Tengo miedo, El —dije sollozando.
—¿Por qué?
—Pasó algo más, pero estoy aterrada de contarlo; me está consumiendo, hace días que no puedo dejar de pensar en eso. No me animo a decírselo ni a mi acompañante.
Aquí era donde todo se definía; ¿me creería si se lo dijera?, ¿me tomaría de entregada? Miles de dudas atacaban mi cabeza constantemente. Sabía que algo sucedería si le decía a Ellie, tarde o temprano, pasaría.
—Prometeme que me creerás, o al menos no me tratarás como una zorra —pedí.
—¿Qué...
—Tadeo, abusó de mí.
ESTÁS LEYENDO
Entre balanzas y cintas métricas ©
Teen FictionComentarios, amor propio, estereotipos y aceptación social, pero... ¿Te dejarías hasta el hueso para encajar en alguna de las últimas dos categorías?, Ellie no sabía que iba a quedar atrapada entre balanzas y cintas métricas, hasta que entró al "jue...