Escrito de Ellie

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¿Alguna vez, llegaste a mirarte al espejo, sin sentir absolutamente nada?, ni admiración, ni odio, simplemente tu cuerpo allí varado, en busca de una explicación de su utilidad. Todos nacemos con un propósito, pero, ¿cuál es el mío?, ¿acaso tengo uno? Nadie muere sin haber dejado huella, lo prometo, hasta la hormiga más pequeña dejó su marca en aquel camino de tierra. 

Noté algo, ahora no tengo un espejo en el que mirarme, lo cual es un poco "aburrido" porque, cuando tuve uno, era una aventura constante, algo así como no saber qué día te tocará verte sin parar hasta notar el más imperfecto de tus poros, o no dignarte a pasar más de un minuto reflejándote. 

Es difícil imaginarme siendo aquella que los chicos ven en el instituto, cuando caminaba con Lucy, las miradas iban hacia ella, y con razón. Siempre he tenido mi cierto dilema con la comparación, ningún ser humano es mejor que otro y eso está claro, mas siento que los entornos en los que varias veces no elegimos estar, pueden refutar ese hecho. 

¿Saben algo?, cada vez que un chico me atraía, yo simplemente lo ignoraba y colapsaba, porque sabía que él probablemente no sentiría esa misma atracción por mí. Confieso que me da miedo amar, pero no ese que le tengo a mis amigas o a Daniela, sino ese amor romántico, el cual te hace sentir "mariposas", aunque yo creo que son sólo náuseas por los nervios de, tal vez, arruinar todo.

Todos éstos pensamientos atacan mi cabeza constantemente, y mi cuerpo paga por ello. Esa palabra, cuerpo, qué mal uso le dimos.

Este es mi escrito número cinco. 

Estado: me siento un saco de huesos, y mientras escribo ésto, observo lo desordenado que están los lápices; qué estrés me genera.

Objetivo: encontrar mi propósito y una razón para seguir.

Objetivo cliché: encontrar al chico de pelo castaño. 





Entre balanzas y cintas métricas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora