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Había llegado el día de irnos a casa, al fin; me desperté demasiado emocionada, me vestí y me aseé al segundo. El desayuno fue increíble, terminé todas mis galletas y Lucas también; mientras recogía mis libros, escuché unos pasos acercarse.
—Estoy muy orgullosa de ti —habló Dani.
—Gracias por todo Dani, eres la mejor enfermera que me podría haber tocado.
—Prométeme que no te rendirás.
—Lo intentaré, por ti, por mi familia, por mis amigos, por Lucas y por mi misma.
—Muy bien El, igual, no te presiones, solo da lo mejor de ti.
—Me dan miedo mis ataques de pánico.
—Los superarás, lo prometo, no les tengas miedo, porque habrá gente que los aleje.
—Voy a extrañar tu oficina.
—Y yo tus dibujos en mi agenda.
Nos abrazamos casi llorando, no podía creer que tan solo por cuatro semanas más vería a Dani, y luego ya sería libre de todo de esto.
—Te vamos a extrañar muchísimo —reveló McKayla apoyada en un costado de mi puerta.
—Y yo a ustedes; eres muy valiente.
—Tú me inspiras a serlo, lo de Lucas, Judith, Rude y Tadeo, los ataques de pánico, los pasaste con muchísima fortaleza, te mereces salir de aquí y ser feliz.
—Te quiero Mc.
—Y yo a ti, El.
Continué con mis cosas y guardé mis libros, siendo sincera habían sido mi más grande distracción durante este tiempo. Lucas y yo fuimos al patio central.
—Iré a una escuela virtual —dijo él de la nada.
—¿Por qué?
—No sé si me siento bien yendo de manera presencial, es solo hasta que me adapte.
—Oh, entiendo, pero mejor en cierto modo, podríamos ayudarnos mutuamente en nuestras materias sin chocar horarios, tener buenas notas para conseguir becas en universidades y viajar a otros lugares.
—Qué soñadora eres jajaja, me encantaría ir Londres.
—Cuando seamos legales, iremos.
—¡Sí! —habló emocionado, dejando un beso en mi frente.
*Hora de irse*
Mis padres nos vinieron a buscar, pero antes, tachamos nuestros nombres de las listas y saludamos a los enfermeros. Llevamos nuestros bolsos al auto y me tuve que sentar encima de Lucas por el poco espacio de mi pequeño auto; fue un tanto incómodo gracias a papá y sus constantes miradas sobreprotectoras.
Llegamos a casa a las siete de la tarde, todo se sentía tan raro; había un nuevo cuarto para mi hermana, un nuevo sillón y dos camas en mi habitación. Lucas y yo empezamos a ordenar nuestras cosas.
—Tú usarás el lado derecho del armario —indiqué.
—Pero yo quiero el izquierdo El.
—No discutiremos esto Lucas —corté entre risas.
—Está bien, doña tirana.
—JAJA, qué gracioso; te dejaré elegir cama.
—La misma que la tuya.
—Shh, las paredes hablan en esta casa.
—Ok... pero, ¿puedo...
—No, ni aunque viviéramos solos, me gusta estirarme en la cama y babear la almohada sola.
Lucas se reía mientras miraba para su cama; no había gesto más atractivo que ese. Terminamos de acomodar y nos pusimos a ver una película sobre un libro que habíamos leído estando en rehabilitación: "Orgullo y Prejuicio", un clásico de la literatura.
Se acercaba la hora de cenar, me puse demasiado nerviosa al pensar que mis padres me estarían viendo comer después de tanto; Lucas también estaba nervioso.
—No es obligatorio que vean si avanzamos mucho o poco, solo hay que dar lo mejor de nosotros.
—Sin aparentar, y sin dejar que nuestros pensamientos nos ganen.
—Podemos con esto.
—Claro que sí, es decir, volvimos a casa y estamos más vivos que nunca.
—Ok, pero ahora entiendo la razón por la que eres fría, esto parece una escena de los Avengers y sus charlas emotivas antes de pelear; y da un poco de vergüenza.
—Tienes razón —reí—, pero no nos equivocamos en lo que decimos.
*Hora de cenar*
Lucas me abrazó antes de ir a cenar, bajamos y papá nos sirvió la comida mientras leía un papel.
—Dos porciones de carne y... —murmuró en voz baja.
Por lo que entiendo, ese papel era uno que Dani le recetó sobre nuestras porciones.
Mamá bajó con ayuda de Lucas para bajar la escalera, nos sentamos todos en la mesa y empezó a "entrevistarnos".
-¿Hace cuanto están juntos?
—Dos días, pero si contamos toooodo lo que pasamos antes de oficializar, 7 meses —dijo Lucas riendo.
—Ellie, ¿a qué se refiere? —preguntó mi padre.
—Algunas citas y esas cosas —dije mirando a Lucas de reojo.
Mamá continuó hablando:
—Espero que sean muy felices, y que Ellie no sea caprichosa.
—Mamáaaa, no es tiempo de humillaciones.
—Descuide, señora, su hija es increíble.
Siguieron hablando, pero yo me mantuve callada tratando de controlar mis pensamientos sobre la comida: "es comida, no tu enemiga" me repetía constantemente intentando pasarla bien.
Lo logramos, Lucas y yo comimos casi toda la comida; mi novio se fue a asear primero, yo me quedé lavando los platos y luego fui arriba para higienizarme y ponerme el pijama. Cuando subí, sentí un olor raro.
—¿Sientes ese olor? —pregunté.
—Sí, pero estoy seguro que es por el basural que está cerca de aquí.
—Tienes razón, qué extraño, esto no pasaba antes; ugs, qué asco, huele como a vómito, espero que se vaya pronto, me trae malos recuerdos.
Continuamos viendo la película y nos dormimos juntos (claramente sentí miedo de babear la almohada, pero fuera de eso, que lindo momento); pude divisar que mi papá nos vio, pero no le importó, apagó la televisión y nos arropó con un par de mantas.
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Entre balanzas y cintas métricas ©
Novela JuvenilComentarios, amor propio, estereotipos y aceptación social, pero... ¿Te dejarías hasta el hueso para encajar en alguna de las últimas dos categorías?, Ellie no sabía que iba a quedar atrapada entre balanzas y cintas métricas, hasta que entró al "jue...