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Llegamos y era una especie de aula, tenia paredes blancas y cortinas claras que tapaban la luz del sol para hacer un lugar cálido. Habían cinco personas, cinco de ellas eran adolescentes de mi edad y el otro era un señor.

—Ellie, el señor sentado allí se llama Marcos, es un terapeuta juvenil. En este espacio van a hablar sobre cómo se sienten, ve con seguridad y sin miedo, cuando termines, búscame que te llevaré a tu cuarto de nuevo — me explicó Daniela.  

Entré haciendo pasos cortos y me senté en una silla; al rededor mío, estaban esos cinco adolescentes; tres chicas y dos chicos.

El profesor me pidió que me presentara.

—Hola a todos, soy Ellie, tengo dieciséis años y estoy aquí para curarme de la anorexia —respondí mirando a Daniela, como si estuviera esperando una aprobación de su parte. 

Todos se quedaron mirándome sin decir nada, yo creí que había dicho algo mal, entonces me senté con cara de preocupación.

—¡Un gusto, Ellie!, cuéntanos qué te gusta hacer.

—Soy mucho de leer y escuchar música, escribo a veces, depende cómo me sienta, me gusta la naturaleza y la gente que ríe mucho.

Luego de decir eso de "la gente que ríe mucho", un chico me miró sonriendo un poco, era el mismo que había visto mientras pasaba por los pasillos con Daniela. Le sonreí también, y la verdad, me flechan un poco esas cosas cliché de la vida.

—Bueno chicos, quiero que se presenten todos, así Ellie los conoce.

El primero en presentarse fue un chico que estaba enfrente mío, era de ojos marrones y pelo rubio, bastante alto.

—Hola Ellie, soy Tadeo, me gusta leer también, espero que algún día podamos hablar de libros; ¡oh! lo olvidaba, estoy aquí por bulimia.

Le lancé una sonrisa mientras mi mano hacía el gesto de saludo, él también sonrió, la verdad, me encantaría ser amiga de él.

La siguiente en presentarse fue una chica pelirroja y de piel pálida.

—Hola Ellie, me llamo Rude, tengo tu edad y estoy aquí por anorexia nerviosa, me gusta todo tipo de música, alguna vez muéstranos que escribes.

Me reí y dije que si, que cuando quieran traería alguna escritura que tenga. Me pareció una chica súper simpática y tímida, la verdad, siento que sus gustos de música deben ser geniales.

Se presentó otra chica, morocha de ojos verdes y piel negra. 

—¡Hola Ellie!, soy Judith, también tengo tu edad, estoy aquí por anorexia; yo en vez de escribir, dibujo.

Le dije que algún día me mostrara sus dibujos, me parecía un hermoso talento.

La última chica en presentarse era de pelo rubio y ojos claros.

—Hola Ellie, soy Mckayla, tengo 16 años, un gusto conocerte.

Le sonreí y ella hizo una media sonrisa, la noté medio tímida, no dijo el motivo por el cual estaba aquí, pero era entendible.

Y ahora solo quedaba el último chico, y si, era el que me sonrió hace un momento; pelo marrón y ojos miel, muy alto:

—Hey Ellie, soy Lucas, tengo 16 años y estoy aquí por anorexia. Me encanta escuchar música también, seré sincero, me encantaría hablar contigo luego.

¡¿ME ESCUCHAN GRITAR?! —por supuesto que no, tuve que actuar como si nada, pero por dentro me moría de amor— Era un chico lindo, su sinceridad me atrajo aún más, le tuve que responder, no podía quedar como antipática.

—A mi también me encantaría, veré si tenemos algún momento para encontrarnos.

Ambos nos sonreímos.

—Uy, uy, uy —murmuró Judith con un tonito burlón.

Me puse roja al segundo. Aunque quedé pálida al recordar el motivo por el cual estoy aquí. 

—No estás aquí para jugar a los novios, ni a la película romántica —me recordé en voz baja y asegurando que nadie me oiga.

El terapeuta nos dijo gracias a todos y que ya podíamos volver a nuestras habitaciones, por lo que fui a buscar a Dani. Mientras me acercaba a la puerta, una persona se me puso enfrente.

Entre balanzas y cintas métricas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora