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Quedé helada, no escuchaba nada a mi alrededor, ni a mi padre, ni al médico, nada, solo oía a mi propia cabeza recordándome que jamás podré decirle adiós a Lucas. Logré reaccionar, pero me salí de mi misma.

—¿Cómo pudieron dejarlo morir? —grité ahogándome en lágrimas.

—Hija, cálmate por favor.

—Tú, papá, no eres el indicado para decirme como tengo que estar, siempre supiste lo de Lucas, ¡todos me mintieron!

Pedí desesperada entrar al cuarto de Lucas, casi de rodillas; al principio se negaron, pero luego de que yo literalmente escapé de los brazos de mi padre y los médicos; logré que me dejaran pasar.

Allí lo vi, mientras todo dolía un poco más que antes.

—Hola... —murmuré—, dime que vas a volver, por favor; es decir... —pronuncié en un hilo de voz—... saldrás de aquí e iremos a Londres. Luego beberemos un poco de alcohol y te inscribirás en básquetbol, ¿verdad?

Allí fue cuando verdaderamente caí en que le estaba hablando a algo sin vida, y que jamás pude decirle que debíamos arreglarnos.

Lucas se había ido pensando que yo lo odiaba.

Tomé su mano y di un beso en ella, algo de mí se fue con él ese día.

Salí corriendo por la puerta, me subí al auto y empecé a golpearme la frente tratando de asimilar lo que había sucedido, perdí a la única persona que me mantenía en pie; pero eso no fue lo que más dolió, el saber que él se fue para siempre, creyendo que yo lo odiaba, era lo que más me destruía.

Llegamos a casa, no quise intercambiar ni una palabra con mamá, tan solo subí a mi cuarto, y vi todas las cosas de Lucas; agarré una remera de él y se la puse a mi osito de peluche. Mientras me cambiaba, encontré el pasaje de Londres que estaba roto, no tuve mejor idea que pegarlo y y dejarlo en mi mesa de luz, a forma de consuelo.

Lloré, toda la noche, abrazándome a mí misma. Llegué a creer que todo era un sueño, no podía aceptar que esté muerto; me odié, por primera vez la razón no fue mi cuerpo, sino mis actitudes. Tenía tantas preguntas en mi cabeza, tan pocas respuestas, poco apoyo y poco amor, ya que me negaba a aceptar cualquier forma de contención.

Mantenerme en pie iba a ser un largo proceso, controlarme con las comidas, aguantar no recaer, completar las etapas del duelo, todo era difícil. Supongo que tendría que seguir adelante, por él, pero más que nada, por mí.

Un año después...

Por fin logré levantarme de la cama, ya no tenía ganas de seguir, no quería absolutamente nada, todo me dolía, sentía un vacío, estaba perdida.

Salí de mi cuarto porque sentí que Lucas habría querido que lo haga si me hubiera visto triste; me tomaría entre sus brazos, pondría alguna canción y bailaríamos para hacerme sentir mejor.

Pero está sucediendo algo peor: el olor de su ropa está empezando a sentirse menos, estoy olvidando su voz y la pulserita del centro que pedí con su nombre se está desgastando.

El día del velorio, consideré muchísimas veces rendirme; pero no podía hacerlo, es decir, yo tenía que vivir por los dos.

No abandoné las comidas, fue algo que mantengo; mi hermana Anna ya tiene unos doce meses, y es tan, tan linda.

Mis notas mejoraron y empeoraron, fue algo medio-medio, pero los profesores entendieron mi situación.

Semanas después de todo esto, me encuentro contándote mi situación  en un avión rumbo a Londres; pensando en cómo se sentiría él, y lo lindo que sería haber hecho este viaje juntos.

Antes de irme de la ciudad, pasé por McDonalds, hice mi pedido y salí por la puerta.

Papá ya había pedido las cosas, por lo que él las retiró, se escondió en el auto y espero a que yo cumpla el sueño de Lucas.

Esta soy yo, y espero que te haya gustado mi historia. Siempre para ustedes, y con amor, Ellie.








Notita de la autora: gracias por el apoyo en la historia, la escribí para que más gente conozca lo que un simple comentario puede causarle al otro; espero que todas aquellas personas que estén pasando por un trastorno puedan salir adelante. Cuiden sus palabras, e ignoren las de los otros, no juzguen, siempre pregunten y contengan.

Con amor, Jazmín.

Entre balanzas y cintas métricas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora