Capítulo 16

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4 balas.

Mirando al suelo, sentado en éste sofá, me maldije por llegar haber deseado no haber conocido a Morgan para no sufrir todo esto que me quemaba por dentro en este momento, pero la realidad era, que por más que doliera, no me arrepentiría jamás de haberla escogido, de que ella haya sido y sea mi eterna adoración.

Violet, Dalia y Derek estaban de pie frente a mi, mirándome, la preocupación en sus ojos era innegable.

— Sé lo que están pensando—Dije, rompiendo el silencio— Pero Alice está viva, yo lo sé—Me miraban, incrédulos, como si nada de lo que dijera tuviera sentido, iba a cambiar eso— Yo hablé con Olivia, es la mamá de Morgan, ella sabe que Alice está viva... Escuchen esto. Pedí.

Saqué mi teléfono de mi bolsillo, y reproduje una grabación de la llamada.

— Hola Liv, soy Nathan...

— Hola Nathan, cariño, ¿Cómo estás? ¿Pasa algo?

— Solo quería saber... ¿Cuándo fue la última vez que hablaste con Alice?

— Oh, Alice, creo que unos días antes del incidente... estaba muy emocionada por navidad, ¿Por qué lo preguntas? Nathan, ¿Qué sucede?

— Liv, no encuentro a Alice.

— ¿Cómo que no encuentras a Alice? ¿De que estás hablando, Nathan?

— Pasé esta mañana a buscarla a la escuela... Cuando supe las noticias, no estaba allí, la escuela ya había cerrado para cuando llegué, conduje por todas partes buscándola.

— Nate...

— No estaba por ninguna parte, tampoco estaba cuando llegué a casa.

— Nathan...

— Liv, por favor—Silencio— Pensé que estaría contigo, que te había dicho que la recogieras o algo, no se a quién más llamar.

— Nathan, deberías buscar ayuda, se que es difícil, pero también lo fue para mí, no puedes ir por ahí recordándole el dolor a las personas.

— Pero Liv, yo...

— No Nate, se qué Alice era tu hija, pero Morgan era la mía y Alice era mi nieta, compartimos el mismo pesar pero hay que aceptar como sucedieron las cosas.

— Olivia, ¿Cómo puedes decir eso?

— No he dicho nada más que la verdad... Perdóname, pero no vuelvas a llamar hasta que busques ayuda.

Terminó la grabación.

Temblor, todo mi cuerpo temblaba, sentí una apuñalada en el pecho y en la espalda al mismo tiempo, no podía creer lo que escuchaba, ¿No fue real? ¿Nada fue real? No, tiene que haber otra explicación, debía haber otra, yo la vi, ella había estado conmigo todo éste tiempo antes de desaparecer, lo recuerdo perfectamente.

— ¿Ves?—Dijo Violet acunando mi rostro con sus manos— Solo queremos que estés bien, pero debes dejar que te ayudemos.

— No... No—Dije apartando las manos de Violet de mi cara— Hicimos hotcakes juntos, ella... Ella me pidió que le cantara su canción especial... No, esto debe ser mentira. Dije, poniéndome de pie, mordiéndome las uñas, con los ojos cristalizados.

Mi mente viajó a aquella lluviosa noche, donde vi a Alice en un rincón de la cama, temblorosa, y como sus ojos encontraron la paz cuando me vieron, como se sumía en un profundo sueño mientras le cantaba... No estaba allí, sólo estaba yo, sólo era yo cantándole a una cama que había estado vacía durante meses.

— Bright are the stars that shine, dark is the sky, i know this love of mine, will never die, and I love her...

Las palabras salían involuntariamente de mi boca, mi voz se quebraba, sentía lo caliente de mis lágrimas rodando por mis mejillas, ellos solamente me veían, sin saber que hacer.

— ¿Por qué las dejé solas? Dije pausadamente, entre sollozos.

— Nate... Dijo Derek, tocando mi hombro.

— No, no me toques, no quiero su ayuda, no necesito ayuda, no necesito a nadie—Respiré hondo y seguí— Solo las necesito a ellas. Dije, saliendo del apartamento.

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Corrí tres manzanas, aunque sabía que después de lo que dije me dejarían estar solo... Eso quería ahora, estar solo con mis recuerdos.

Dos manzanas faltaban para llegar a casa, mi paso era ahora lento, dudoso, aunque sabía que tarde o temprano llegaría, me dolía la idea de estar en esa casa, sin siquiera tener la esperanza de que Alice llegara en algún momento... Nunca llegaría.

Tomé todo el aire posible y lo solté lentamente, entré a casa.

No sé si era porque mi mente se había estancado en ésta nueva y vacía realidad, pero lucía diferente, fría, sombría.

De pie ante el mesón de la cocina, yacía una bolsa de papel con 3 cannolis dentro, claro, no había nadie para que se los comiera, ahora veía todo con más claridad.

FLASHBACK

— Hey Rose, ¿Mañana tienes clases? ¿Quieres que te lleve o irás en autobús?

— Oh, si tengo clases, apenas es lunes—Dijo mientras se reía— Si señor Lawrence, lléveme por favor.

— Okey

— Lo esperaré mañana fuera de su garaje.

— Esta bien.

FIN DEL FLASHBACK

No puede ser, había perdido la cabeza.

Caminé hacia la nevera y me serví un vaso de whisky, tal vez el alcohol me nublaría lo suficiente como para caer rendido y dormirme de una vez por todas. Deseaba que fuera lo suficientemente fuerte como para dormirme para siempre.

Mi teléfono empezó a vibrar en mi bolsillo, Derek me llamaba, ahora todos llaman... ¿Acaso no entendían que quería que me dejaran en paz?

Golpeé el vaso contra el mesón donde estaba apoyado, con furia, cientos de diminutos pedazos de vidrios encajados en mi mano y parte de mi muñeca, las gotas de sangre cayendo rápido, el líquido rojo recorriendo lenta y cuidadosamente mi antebrazo, el alcohol penetrando las heridas, haciendo que ardieran como el mismo infierno... Y nada, no podía sentir nada.

Ahí fue cuando me di cuenta que nada de lo que pudiera vivir después de esto tendría sentido, o siquiera causaría una mínima conmoción en mi ser, quería saltar al mar desde un acantilado sin saber nadar, hundirme hasta lo más bajo y sumirme en un profundo sueño del cual nadie pudiera despertarme nunca.

En un abrir y cerrar de ojos, ya me encontraba con mi antiguo revólver en la mano, 1 dedo sobre el gatillo, 4 balas dentro, pensé que estaría vacía, hasta que recordé que aquella ocasión solo había sido un mal sueño.

Solo una bala bastaba para cumplir el propósito, no más tormentos, no más escuchar risas que venían de nadie, o que venían de la nada, no más ésta insoportable soledad.

Golpes en la puerta aumentaban cada vez más, pero los ignoraba, sabía que eran ellos una vez mas, no podría dejar que evitaran lo inevitable, el arma descansaba en mi sien. 

Sin dejar a mi mente pensar mas, respiré hondo y disparé.

"La mayor crueldad es una falsa esperanza."

Recuerdos Vacíos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora