Capítulo 18

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Un error.

Dos días después, me encontraba cerca del Venice Boulevard, estacionado frente a una enorme casa, atestada de periodistas, a pesar de la supuesta cuarentena que ellos mismos anunciaban. No podía de dejar de pensar en el hecho de porqué las personas se fascinaban tanto con los actos inhumanos que se cometían a sangre fría, habían millones de personas en el mundo queriendo ser reconocidos así, o reconocidos siquiera en una pequeña parte, por su talento, por su esfuerzo, por su trabajo duro, pero eso es todo lo que le gusta a los medios, generar revuelo.

Lo vi bajar de una camioneta negra blindada, caminaba libre, sin llevar esposas siquiera, era solo un maldito niño el que había ayudado a generar ésta desgracia, no era justo. Bajaba junto a su madre, la cual lo abrazaba fuertemente, negándose a dar declaraciones frente a la prensa mientras entraba a la casa, no podía comprender el amor tan infinito de una madre, su hijo pudo ser un asesino y aún así lo protegía como a un bebé. Tal vez me sorprendía porque nunca había experimentado un amor maternal así.

Me encontraba alejado de la casa, pero lo suficientemente cerca para ver todo lo que pasaba, nunca lo había visto en persona, cuando me llamaron para atestiguar, algo dentro de mi hizo que me negara, así que nunca, ni siquiera ese día, había estado cerca de alguno de ellos.

Debía planear cuidadosamente mis próximos pasos, sabía que era gente con dinero, eso lo ayudó también a salir más rápido, tendrían seguridad por toda la casa, de eso estaba seguro, no podría simplemente irrumpir en la noche y dispararle.

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Esperé hasta medianoche, sabía que patrullas circulaban asegurándose de que nadie estuviera afuera a éstas horas, pero de 2am a 4am nadie pasaba, ni una sola alma.

Veía a Jordan sentado en la ventana de su habitación, fumando un cigarrillo, cualquiera en su posición tampoco podría conciliar el sueño, veía constantemente hacia la calle, sabía que si alguien pasaría, él seria el primero que lo vería, pero sería solo él, no había rastros de alguien más despierto en el vecindario.

Fácilmente podría dispararle desde donde estaba, pero no, ese no era mi plan, no tendría sentido que muriera y que no supiera el porqué.

Así que, con sudor en mi frente y determinación en mis manos, encendí el auto, aceleré y choqué con un hidrante que estaba en la acera de la casa frente a la suya. Bajé rápidamente del auto, haciéndome el borracho, me caí de rodillas al pie de la puerta, me puse de pie y empecé a mirar a ambos lados de la calle, noté la abolladura, pero valdría la pena.

— Hey, ¿Estás bien? Dijo el chico desde la ventana lo suficientemente alto para que escuchara.

— Lo siento, yo solo... No se. Balbuceé. No era el mejor actuando, pero lucía creíble.

— ¿Necesitas ayuda? Preguntó.

— Eso creo.

Vi como Jordan se alejaba de la ventana de su habitación, el plan estaba saliendo a la perfección, solo lo necesitaba a unos pocos metros de mi, eso era todo.

Salió de su casa, subiéndose el cierre de una chaqueta, mirando sobre su hombro y a sus lados, asegurándose de que nadie viniera detrás de él, llegó a la mitad de la calle, miró a ambos lados nuevamente, éste chico estaba muy nervioso, pero no lo culpo.

— ¿Estás bien? Preguntó nuevamente, acercándose despacio, cauteloso.

— Si, no... No debí beber tanto. Dije, soltando una risa.

— Ya lo creo—Dijo el chico caminando hacia el capó del auto— Fue un golpe feo, ¿Enciende?

— ¿Se siente? Dije, luciendo lo más alcoholizado posible.

— No, no—Dijo soltando una risa nerviosa— Que si el auto enciende.

— Ah, no, intenté varias veces pero se apaga, no sé mucho sobre autos, tampoco creo que sea muy útil en éste estado.

— Echaré un vistazo, tal vez no sea un experto—Dijo, abriendo el capó— Pero mi papá me ha enseñado varios trucos.

Reí un poco, cualquiera que no supiera lo que hizo lo tomaría por un chico amable, hasta educado. Caminé lentamente hasta quedarme atrás de él.

Estaba inclinado revisando el auto, decía algunas cosas que no logré entender, estaba concentrado en lo que iba a hacer. Mientras seguía con la cabeza dentro del capó, puse rápidamente mi brazo izquierdo alrededor de su cuello, y antes de que gritaba o hiciera algo que perjudicara mi plan, le estampé un paño bañado de cloroformo en la cara, después de resistirse un poco durante unos segundos, cayó tendido en mis brazos.

Miré hacia los lados, asegurándome de que no hubiera nadie cerca, cerré el capó y arrastré al chico conmigo hacia el auto, agradecía que no fuera nada pesado.

Me subí al auto y lo encendí fácilmente, miraba por el retrovisor al chico que yacía en el asiento trasero, casi sentía pena por él, solo cometió un error, pero así son las cosas en ésta vida, cuando cometes un error, debes pagar por el.

Recuerdos Vacíos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora