20 de agosto de 2007.
Morgan Steinfeld
Tic, tac, tic, tac, tic, tac...
Estaba tan absorta en mis pensamientos qué, por poco y a la lejanía, escuchaba de entre todo el bullicio del aula, el tictac del reloj de la pared que estaba frente a mi.
Anatomía, la primera clase de la mañana, era apenas mi primer día y ya me había aburrido. El profesor que dictaba esta materia era de esa clase de profesores que te hacía querer... Hacer cualquier otra cosa que estar en esa clase.
Golpeaba mi bolígrafo azul una y otra vez contra el asiento, los rayos vespertinos del sol entraban por la ventana y caían justamente sobre mi, sentía como mi piel suavemente se quemaba, siempre me sentaba lo más cerca de la ventana posible, incluso desde pequeña, era una especie de pequeña manía que tenía, tal vez porque sabía lo distraída que era, y que mejor manera para enfrentar algo que uniéndote a ello, ¿No?
Observaba con detalle el despejado y desteñido verde bosque que se encontraba al otro lado de la ventana, sus verdes hojas bañadas con ese usual y veraniego calor, con un pequeño aire al otoño que se aproximaba, era hermoso, podría caminar entre esos árboles, perderme por miles de horas, días, meses y no tener preocupación alguna.
— Señorita Steinfeld—Carraspeó, volteé mi mirada hacia el abruptamente— Aprecio demasiado su interés por la naturaleza, pero no creo que ver esos árboles le dé un título en medicina, mucho menos si es su primer día.
— Oh, si... Lo siento, solo me distraje, no volverá a pasar. Aclaré, su reproche me tomó por sorpresa.
— Lo sé, al menos no volverá a pasar hoy—Dijo, recogiendo su maletín y sus papeles del escritorio— La clase ya terminó Señorita Steinfeld.
Estaba tan sumida en mi mente que ni siquiera me había percatado de que toda el aula ya estaba vacía. Me sentí un poco avergonzada, no sabía en qué momento habían transcurrido las dos horas de la clase, aunque no lo sentía como tiempo perdido en absoluto. De igual forma, tomé mi bolso y salí rápidamente del aula.
Caminé por un largo pasillo afuera del salón, con miles de diminutas ventanas que daban una abstracta vista al campus, el reflejo del sol hacia adentro hacia que pequeños arcoíris se reflejaran en el suelo del pasillo. Camine hasta llegar a la salida que daba hacia el campus.
Violet estaba sentada justo donde me dijo que estaría, corrí hacia ella al verla y me lancé de golpe sobre la grama. Violet me vio y estalló en carcajadas.
— Demasiada energía, ¿Estás bien? Preguntó, aún entre risas.
— No lo estaba, pero ahora sí.
— ¿Qué tal estuvo tu primer día?
— Bien...—La observé en busca de esa mirada que ya esperaba, dudosa— Terrible, lo usual, ya tuve mi primer regaño del año escolar.
— No tienes remedio. Suspiró
— No es mi culpa que los profesores hagan de sus clases las más aburridas del mundo, o que siquiera sepan enseñar de una manera interesante. Dije, ella negó con la cabeza mientras reía.
— Claro hermanita, nunca es tu culpa—Dijo entre risas— Ven—Dijo poniéndose de pie— Quiero que conozcas a alguien.
— No, no, por favor, quiero intentar hacer amigos por mi cuenta ésta vez.
— Será rápido, y no tienen que ser obligatoriamente tus amigos solo porque sean los míos, vamos.
— Siempre terminan siendo amigos míos también.
— No perdemos nada intentando.
Me levanté a regañadientes y la seguí, cruzamos casi todo el campus, hacía un poco de calor así que me quité la chaqueta de jean que cargaba y até mi cabello en una cola de caballo baja.
Nos acercábamos a un círculo de personas sentadas en el suelo y pensé que ese era nuestro destino, hasta que nos detuvimos frente a un par de chicos que venían caminando.
Un chico alto, cabello negro y muy revuelto, con hermosos ojos azules clavó su mirada en mi, y solo desvió su vista cuando Violet habló.
— Chicos, les presento a Morgan, mi hermana. Sonreí amablemente y estreché mi mano al de la profunda mirada.
— Soy Nathan, pero llámame Nate, digo... Si quieres. Dijo el chico, incluso de lejos podría notar su nerviosismo, solo reí un poco, luego me percaté de la presencia del otro chico y me presenté ante el estrechándole mi mano igualmente.
— Un placer Morgan, soy Derek. Dijo con seguridad, dejando relucir una impecable sonrisa.
— Hola, es un gusto. Dije para ambos chicos.
El ojiazul no dejaba de observarme, era lindo, si, pero sabía lo que significa esa mirada, o al menos eso creía.
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Recuerdos Vacíos ©
Mystery / ThrillerSi tan solo no las hubiese dejado ir, nada de ésto habría sucedido. Su partida ocasionó un efecto dominó en mi vida, todo caía por su propio peso, me había quedado solo al cuidado de nuestra pequeña, y ahora, había desaparecido. O eso parecía. Un i...