La fría cabaña.
Morgan Steinfeld
El ruido de una llamada entrante me despertó de mi sueño profundo, antes de contestar, vi la hora, 8:04 a m, mierda... Iba tarde al trabajo.
Me levanté de golpe de la cama, el teléfono seguía sonando, y justo antes de contestar me di cuenta que era domingo, no tenía trabajo.
Seguramente era Violet.
Tomé el celular y me percaté de que no era ella, ni Klaus, ni mamá, era un número privado.
Contesté, titubeante.
— ¿Hola?
— Oh, Hey.
— ¿Quién es?
— Hola Morgan, soy... Soy Nathan.
¿Qué mierda?
— ¿Cómo conseguiste mi número?
— Tengo contactos.
Me quedé en silencio, pensando en el cómo, el porqué de su reaparición... Después de tantos años.
— Estoy al frente de tu casa.
— ¿Qué?
— Estoy al frente de tu casa.
— Ni siquiera sabes dónde vivo, estás mintiendo. Dije, caminando hacia la ventana y asomándome por una pequeña abertura de la cortina. No lo veía.
— Tienes razón... Ya no estoy al frente, estoy en tu puerta.
Y en eso el timbre de la entrada sonó, confirmando lo que decía.
— Es de mala educación dejar a las visitas esperando afuera, ¿Sabías?
— ¿Qué es lo que quieres, Nate? Pregunté de golpe, con un poco de miedo e irá fusionándose en una sola y extraña emoción.
— Oye, sé que pasamos por muchas cosas... Y metí la pata varias veces, pero en serio, solo quiero hablar.
— ¿Sobre que? Pregunté, ya estaba cerca de la puerta, podía escucharlo pero aún así no colgaba.
— No lo sé, lo que sea, solo quiero que... Tu sabes, seamos amigos.
Me quedé en silencio nuevamente.
— Lo juro.
Dudosa, accedí, ¿Qué era lo peor que podía pasar?
Colgué, caminé hacia la puerta y la abrí.
Y allí estaba él, de pie, con sus intensos ojos color mar observándome, igual de brillantes y profundos como los recordaba, sentí un impulso de abrazarlo porque a pesar de todo fuimos buenos amigos al principio... Si, lo fuimos, pero me contuve.
— Pasa. Dije, seria.
— ¿Cómo estás? Preguntó, entrando a la casa, frotando sus manos por el frío.
— Eh, bien—Estaba más extrañada que asustada— ¿Y tú?
— Bien, bien. Respondió con emoción, observando toda la casa.
— Siéntate. Dije, señalando el sofá de la sala.
Se sentó mientras se quitaba la chaqueta y la ponía a un lado, lucía... ¿Alegre? Extrañamente alegre.
— ¿Qué ha sido de tu vida? Preguntó.
— Mi vida... Excelente, muy excelente—Dije sarcásticamente con áspero tono— ¿Qué hay sobre ti?
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Recuerdos Vacíos ©
Mystère / ThrillerSi tan solo no las hubiese dejado ir, nada de ésto habría sucedido. Su partida ocasionó un efecto dominó en mi vida, todo caía por su propio peso, me había quedado solo al cuidado de nuestra pequeña, y ahora, había desaparecido. O eso parecía. Un i...