Dos.

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Las semanas fueron pasando y Hürrem había vuelto a la vida, aunque los primeros días se habló mucho de como el Sultán la abandonó, ella jamás dejó de sonreír

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Las semanas fueron pasando y Hürrem había vuelto a la vida, aunque los primeros días se habló mucho de como el Sultán la abandonó, ella jamás dejó de sonreír.

Las personas que la veían caminar por los pasillos se sorprendían con la belleza que que ese último tiempo mostraba, decían en susurros que una nueva Hürrem nació luego del matrimonio de Suleimán. Ella sonreía y saludaba a cualquier persona que se le cruzará en su camino, cada día brillaba más y más.

—Sultana Hürrem- la paró una esclava tratando de llamar la atención de la hermosa mujer que pasaba por el pasillo del Harem.

Sümbül abrió la boca para responderle aquella chica la cual había detenido el andar de su Sultana.

—Deja que hable, Sümbül.

—Sultana, soy una esclava rusa que...- la hermosa mujer se acercó a la joven para mirarla de pies a cabeza, era preciosa, sin dudas era una chica con una gran belleza.

—¿Rusa...?- preguntó alzando una ceja- eres muy hermosa...

—Si mi Sultana, soy Rusa, mi nombre es Lizzi- hizo una pequeña reverencia- me secuestraron unos tártaros, me vendieron al palacio y no sé cómo volver a casa...- susurró.

—Oh pequeña y hermosa Lizzi- susurró Hürrem- es imposible volver, desde ahora eres propiedad del Harem- miró a Sümbül- desde ahora... Es mi propiedad, será mi nueva esclava, preparala y llévala a mi habitación- dijo y sin más se fue.

Muchas de las esclavas miraban todo con asombro, esa chica acaba de llegar y ya era pasada a la habitación de la Sultana Hürrem, eso era muy injusto.

(...)

  Ella siguió caminando por los pasillos mientras pensaba en la hermosa chica que acaba de conocer, algo la hacía querer protegerla, su mirar le recordaba a su pequeña hermana y la verdad es que la soledad le estaba pegando fuerte contra el pecho, por más que sonreía tratando de mostrarse feliz por dentro estaba destrozada, se sentía pisoteada y humillada, el Sultán luego de la discusión en su habitación no volvió a llamarla o tan siquiera mirarla, y aunque quisiera mostrar que le daba igual eso le estaba quemando el pecho, por la rabia, celos y dolor.

—Sultana Hürrem- Ibrahim apareció de la nada haciendo una pequeña reverencia mientras sonreía algo burlón- qué gusto verla.

—Gracias, Pasha- sonrió cálidamente para luego seguir su camino dejando al hombre parado en el pasillo mirándola con incredulidad.

—¡Espere!- la llamó, no sabía porque lo hacía, pero por alguna razón esa sonrisa acaba de encender algo en su pecho, algo totalmente desconocido y que siempre reaccionaba cuando aquella mujer de hermosos cabellos de oro aparecía delante de él.

Perdón. [Hürren x Ibrahim] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora