Diecinueve.

1.3K 131 34
                                    

  El camino hacía el palacio de Hatice fue eterno, sentía la angustia oprimir su pecho sintiendo que su corazón rompería su caja torácica en dos, cerró los ojos unos segundos permitiendo que algunas lágrimas se escaparan

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

  El camino hacía el palacio de Hatice fue eterno, sentía la angustia oprimir su pecho sintiendo que su corazón rompería su caja torácica en dos, cerró los ojos unos segundos permitiendo que algunas lágrimas se escaparan. Ella no amaba a Süleyman pero su muerte significaba muchas cosas en su vida y una de ellas era perder a sus hijos, él no podía morir.

El carruaje se detuvo cuando estuvo afuera de aquél palacio haciéndola suspirar cansada, hace días que no lograba dormir en su totalidad y la noche anterior se mantuvo en vela por lo cual sentía todo su cuerpo pesado, no quería moverse pero debía ver el estado de Süleyman, no podía quedarse con la duda sobre si él viviría o no. Tenía demasiados problemas como para sumarle la muerte del Sultán la cual arrastraría las vidas de sus hijos y con eso la de ella, no viviría sin ellos, jamás podría.

— Sultana ya llegamos- susurro uno de los guardias que la acompañó, estaba sola sin Sümbül o sus criadas, les ordeno quedarse junto a sus hijos. No quería poner en riego la vida de sus seres queridos.

— Lo sé... Lo sé.

Se bajo con lentitud, sus piernas temblaban y sus ojos se cristalizaron al sentir el viento chocar contra su rostro volviéndola de golpe a su cruel realidad. Habían algunos carruajes más indicándole que no estaba sola, intento ponerse esa coraza de hierro que siempre la protegía de las víboras que la rodeaban pero sabía que ahora era diferente, estaba embarazada y sus hormonas no le permitían estar en paz, no era tan fuerte como antes, estaba cansada.

Camino hacia la entrada y las puertas se abrieron permitiéndole entrar, limpió sus lágrimas antes de ponerse enfrente de todos los demas, cruzó un pasillo y su cuerpo chocó contra otro haciéndola tambalear. Dos manos la tomaron con fuerza de la cintura evitando algún accidente, la respiración entrecortada de Hürrem se mezcló con la rota de Hatice. Las dos se miraron directamente a los ojos, la Haseki pudo ver la tristeza en la mirada oscura de su ex-amiga haciéndola sentir aún peor.

— Hürrem...- susurró aún tomándola de la cintura, la recién nombrada se soltó con cuidado dándole una pequeña sonrisa entristecida como agradecimiento- él- él se está muriendo Hürrem.

Cerró los ojos con fuerza ante esas palabras, ella sabía que todo eso había sido una emboscada creada por Rüstem, lo maldijo en un susurro haciendo que Hatice le prestará más atención.

— ¿Por qué maldices?

— Ese maldito perro traicionero- susurró mirandola, al otro extremo estaban las demás víboras mirando con atención la interacción entre las dos Sultanas- Rüstem le envío una noticia falsa a su majestad, le dijeron que habían herido al príncipe Mustafá y él no tardó en ir donde su hijo sin detenerse a verificar nada.

Hatice abrió los ojos sorprendida, Mustafá quién estaba junto a su madre la miró un tanto contraído. Él sabía que la Sultana Hürrem estaba al borde del precipicio desde hace mucho, una parte de él le lastimaba aquello, aún recordaba como era ella cuando era mas pequeño. Lo trataba con amor y respeto, siempre lo protegió pero sus prioridades cambiaron mientras fueron naciendo sus hijos dejándolo de lado sintiéndose una vez más abandonando, su madre siempre estuvo muy ocupada culpando a Hürrem por todo lo que pasaba, metiendo en su cabeza y corazón el odio que sentía ahora por la esposa de su padre. Pero verla así le estaba abriendo los ojos, ella tenía mucho que perder si su padre se moría, las cabezas de sus hijos caerían y tras eso la vida de ella también.

Perdón. [Hürren x Ibrahim] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora