Perdón. [Hürren x Ibrahim]

Nueve.

El palacio estaba en un silencio estremecedor, todo el que caminaba por los pasillos podía sentir como su piel se erizaba. Esperaban alguna orden de Sultán, pero nada salía de sus labios, nadie podía entrar a su habitación, se mantenía en ella solo y a oscuras. Su corazón estaba lastimado y lo peor es que la culpable era Hürrem, su hermosa Sultana... La última que él creía capaz de traicionarlo.

No lo amaba, ella lo dijo mirándolo a los ojos y pudo comprobar que esas palabras eran reales, su mirar siempre fue transparente para él. Sabía cuándo mentía y decía la verdad y está vez fue sincera lo cual lo tenía realmente mal. Hürrem no lo amaba y todo su mundo se volvió oscuro, sin vida.

Recordó la primera vez que la vio, su cabello suelto y algo despeinado, su mirar puro y su pequeña sonrisa coqueta, cayó en sus brazos y cuando la tomó de la cintura de juró a sí mismo que la protegería de todo pero irónicamente él fue quién más daño le causó. Su primera noche juntos, la primera vez que la tuvo entre sus brazos y sintió su cuerpo vibrar de pasión, sus primeras risas verdaderas mientras ella imitaba a cada persona de ese palacio solo para hacerlo sonreír. Ella la única que se preocupó de su felicidad y le dio aquel nombre Hürrem; la que sonríe, porque ella era su sonrisa, el motivo para ser feliz y ahora ella ya no lo amaba... Su sonrisa no sería de él y no podía obligarla a amarlo porque sería dañarla y no quería hacerlo nunca más.

La hermosa Sultana Hürrem ya no era de él, su corazón ardiente no latía por él, su mirar ya no brillaba por él, su sonrisa ya no era para él.

Quería morir, era la primera vez que deseaba morir... ¿Qué haría ahora sin ella?

Su valentía fue única, lo sabía y tenía claro que sí el sultán ahora decidía cortarle la cabeza ella no podría hacer nada, ni nadie podría salvarla.

Pero también sabía que ya no volvería a dejar que alguien la lastimará, amaba a un hombre que le correspondía y estaba feliz por ello, ahora tenía un motivo suficiente como para mostrar una sonrisa en su rostro.

—¡Hürrem!- Hatice, la pelirroja suspiró cansada y se levantó de su asiento dando una pequeña reverencia hacia aquella mujer-¿Quién te crees que eres para divorciarte con el gran Sultán? ¡No eres nadie en este Palacio!