Once.

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Todo el palacio estaba en silencio, nadie sabía que decir o hacer, habían muchos rumores los cuales solo se rodeaban a una persona: Hürrem

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Todo el palacio estaba en silencio, nadie sabía que decir o hacer, habían muchos rumores los cuales solo se rodeaban a una persona: Hürrem.

Su futuro era incierto aún cuando el Sultán horas atrás había dejado claro delante de todo el mundo que el divorcio quedó nulo, ellos seguían siendo marido y mujer, que Hürrem seguiría siendo la Sultana y que el respeto debía ser aún más grande por su esposa, y como si eso no fuese suficiente dejó más que claro que la única dueña de su corazón era esa mujer de cabellera rojiza y mirada profunda. Sí bien tiempo atrás ese acto habría hecho muy feliz a la Sultana ahora no, solo sentía náuseas al pensar en él, en lo que horas atrás había pasado en esa habitación, no podía evitar sentirse desolada.

Caminó hacia su balcón y se aferró al mármol, dejó que las lágrimas bajarán por sus mejillas recordando cada palabra, cada acción. Lo odiaba y le dolía hacerlo, no podía evitarlo, lo odiaba con toda su alma. Él la había manchado, había forzado algo que ya no existía y solo la rompió más que antes pero también ensució su dignidad, se sentía sucia y ni siquiera era capaz de mirar a los ojos a sus hijos o a Ibrahim, el cuál no dejaba de ir a visitarla para comprobar si estaba bien.

No lo notó, porque ya no le interesaba si él la miraba, pero Süleyman la miraba desde lo más alto. Sí bien sabía que lo que hizo estaba mal no se disculparía, no era ciego y se dio cuenta de un par de cosas, Ibrahim lo había traicionado al igual que Hürrem y no los mataría, los haría sufrir día a día, ellos no serían felices. Ibrahim había engañado a su hermana y Hürrem ya no lo amaba, las dos personas que él creía más leales lo habían traicionado, de diferente forma pero igual de doloroso.

No sabía quién era la amante del Pasha pero muy pronto lo descubriría, aunque aún le costara aceptar que ese hombre tan correcto engañó a su hermana. Suspiró al verla limpiar sus lágrimas y mirar hacia adelante, su perfil era tan hermoso que le dolía mirarla, la amaba tanto que su pecho ardía de pasión y no lograba evitar pensar en ella debajo de él gimiendo su nombre como lo hacía años atrás. Frustrado se giró y caminó hasta entrar a su habitación, con un solo grito Afife entró a los aposentos.

Hablaron de algunas cosas del Harem hasta que Afife hizo una sugerencia que hizo enojar al Sultán pero no lo mostró.

—Si desea podemos preparar a la señorita Firuze...

Él se mantuvo en silencio, miró un segundo hacia el balcón y suspiró para luego decir solo un par de palabras:

—No, ve y preparen a Hürrem.

La anciana asintió, salió de la habitación. Ella sabía que la Sultana no deseaba verlo pero debía seguir las órdenes de su Sultán.

(...)

—Me duele tanto, Ibrahim...- susurró sobre su pecho, aún estaban en el balcón pero ahora estaba acompañada por su amado.

Perdón. [Hürren x Ibrahim] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora