Perdón. [Hürren x Ibrahim]

Quince.

Cuando abrió los ojos aún estaba entre los brazos de Ibrahim. Él la abrazaba con fuerza, estaba pegada a su cuerpo y la verdad no le molestaba para nada esa cercanía. Escuchar como latía con tranquilidad el corazón del Pasha la relajaba en su totalidad, pero el sol ya estaba por salir así que debía marcharse rápidamente a su habitación.

Lo movió un poco hasta que él abrió los ojos algo confundido, sonrió al ver esos ojos verdes mirándolo con atención. Hürrem sin dudas era muy hermosa, en ese momento se veía como un ángel. Los pequeños rayos del sol chocaban contra sus rizos rojos y su rostro estaba iluminado, sus mejillas se abultaron cuando ella sonrió al verlo despertar.

-Creo que Allah me envió al paraíso...- susurró y quiso reír al ver como esas pálidas mejillas se tornaban carmesí.

-Ibrahim...- advirtió tímidamente mientras se levantaba seguida de él, tomó su ropa y al igual que las otras veces el Pasha no tardó en ayudarla con su ropaje.

Los dos se rieron un poco por bromas que se hacían mutuamente, sin dudas eran dos adultos con alma de niños jugando. Cuando ella arregló bien su cabello miró a Ibrahim el cual solo se mantenía en silencio observándola.

-Luego hablaremos de lo que vamos hacer con Rustem- susurró- y...

Los golpes en la puerta la hicieron callar, eran fuertes, muy fuertes. Ella rápidamente lo miró asustada y él caminó dónde estaba, tomó sus mejillas y la besó.

-Ven...- caminó hasta la puerta trasera y la abrió, los dos se sobresaltaron cuando vieron a Sümbül junto Afife.

-Sultana... Debemos ir rápidamente a sus aposentos- ni siquiera pudo decir algo más pues el Ağa tomó su mano y corrió junto a ella, Afife se quedó ahí esperando que desaparecieran por los pasillos.

Ibrahim la miró y volvió a cerrar la puerta cuando ella lo indicó, caminó hacia la puerta principal y la abrió encontrandose con el Sultán junto a
Malkoçoğlu y un par de hombres más. Hizo una mueca y los dejó entrar a todos.

Süleyman caminó por el lugar molesto, miró hacia la cama la cual estaba desordenada y una vez más los celos lo invadieron.

-¿Dónde está mi Sultana, Ibrahim?- preguntó con la tranquilidad que no tenía.

Ibrahim lo miró confundido y miró al Bey.

-¿Le ha pasado algo a la Sultana, su majestad?- preguntó un tanto incómodo.

Süleyman solo hizo un movimiento indicándole a todos que salieran, cuando así fue lo tomó con fuerza el cuello y lo estrelló contra la pared.