Veinte.

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Hürrem caminaba en completo silencio por esos pasillos oscuros siendo seguida por Ibrahim y Süleyman, ella iba adelante, cualquier persona que viera aquella mujer caminar tan decidido diría que ella es la Sultana de aquél imperio y no el hombre que estaba a unos cuantos pasos detrás de ella.

Con la cabeza en alto entró a aquél calabozo y cerraron la puerta detrás de ella, vio a su antiguo aliado en el suelo. Quiso sonreír pero solo alzó una ceja cuando él la miró con dolor, tenía delante de él a la mujer que amaba mirándolo como si fuera la mayor escoria del mundo. Negó con la cabeza mientras caminaba por el lugar mirando todo, estaba tranquila, muy tranquila.

- Ay Rüstem...- susurró- mira a donde te llevaron tus mentiras.

Caminó hacia él, cuando lo vio abrir la boca levantó su mano callándolo de golpe. Se inclinó delante de su antiguo amigo y tomó su mentón.

- Me besaste a la fuerza, me tocaste sin mi consentimiento. Pasaste por alto el que delante de ti tienes una Sultana, la esposa de tú Sultán... Oh Rüstem eres el mayor idiota de este imperio, y no solo eso sino que le tiendes una emboscada queriendo acabar con él- soltó sin cuidado su rostro y se levantó.

- Serás ejecutado está tarde, tendrás que rendirle cuentas a Allah yo ya no deseo volver a ver tu rostro en lo que me queda de vida- acarició su mejilla lentamente, le dedicó una pequeña sonrisa coqueta, acerco sus dedos y dejó un beso en ellos para luego acercarlos a los labios de Rüstem viendo cómo él rápidamente besaba sus dedos.

Se rió mientras se alejaba, limpió su mano con asco y salió de aquél lugar, los dos hombres que se encontraban afuera estaban tensos y serios, ninguno vio nada de lo que pasó adentro pero si escucharon todo. Hürrem se sentía extraña, era como si su ego hubiera crecido, desde hace tiempo le ponía un poco más de atención en las miradas que le daban muchos hombres y se sentía deseada pero aún así ninguno lograba mover su mundo como lo hacía el hombre que estaba al lado de su esposo.

Como toda una gran Sultana se dió la vuelta para seguir su camino dejando a todos los demás atrás, deseaba salir de ahí, el olor a humedad y sangre seca le causaba más náuseas que aquel recuerdo vago de los labios de Rüstem sobre los suyos o el tosco toque de su esposo sobre su piel, llevó su mano hasta su vientre y lo acarició mientras subía unas escaleras hasta que se topó con la Sultana Hatice y Mahidevran, no hizo una reverencia solo las miró y siguió con su camino.

El Sultán bien claro había dejado delante de todos que Hürrem no volvería a reverenciarse delante de nadie, solo con él si ella lo deseaba y la verdad era que no, no lo deseaba.

Entró a esos aposentos que había usado durante un par de noches, tocó su frente y luego se dio cuenta que minutos antes ese maldito traidor había besado sus dedos, se acercó rápidamente a donde había agua, se lavó las manos y la cara. Suspiró cansada cuándo las puertas de sus aposentos fueron abiertas bruscamente, pensaba que era alguna de las sultanas pero no, dos fuertes manos tomaron sus brazos y la pegaron al cuerpo ajeno. Soltó un pequeño gritito asustada ante el repentino movimiento.

- ¿Qué es lo que estás haciendo, Hürrem?- susurró contra su oído- te vi, yo te vi- gruñó tomando la mano que anteriormente había sido besada por ese hombre que casi causa su muerte y la de su amante, la pegó más a su cuerpo y Hürrem pudo sentir algo duro contra su trasero haciéndola jadear.

>> ¿Te gusta no es así?- mordió su cuello mientras hacía movimientos lentos contra su cuerpo rozando su miembro contra ella, la escuchó gemir y tembló entre sus brazos cuando con su mano libre acarició sus pechos sobre aquel hermoso vestido azul.

- Sí- sí... Me gusta- su voz estaba entrecortada, sus malditas hormonas la estaban traicionando hasta el punto en que estaba olvidando donde se encontraba y con quién.

Perdón. [Hürren x Ibrahim] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora