Veintitrés.

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El funeral de la Sultana Hatice fue difícil de llevar, tanto Hürrem como Mahidevran actuaron como si todo lo ocurrido les afectara, pero de vez en cuando la esposa del Sultan se encontraba con la mirada casi burlona de la que en algún momento fue su enemiga y ella solo asentía, al final las dos se habían liberado de esa mujer tan patética e inservible, solo era un estorbo.

Siguió cada paso del plan, el que estuviera embarazada le ayudaba a que Süleyman no la tocara cuando ella entraba a sus aposentos queriendo hacerle compañía ante su triste perdida, Mustafá de alguna forma había logrado envenenar las comidas de Süleyman, le ponían aquellos líquidos en pocas cantidades ya que si lo mataban de golpe sería muy evidente que el Sultán había sido asesinado. La primera noche para Hürrem fue un calvario, tenía el corazón casi en la garganta de los nervios pero intento disimular lo mostrándose un tanto mareada, Süleyman no le insistió en que comiera, al final él entendía que a veces las embarazadas no querían comer, él ya tenía muchos hijos y había comprobado que todos los embarazos eran diferentes.

Bocado tras bocado lo llevo a caer en cama con fiebre, Hürrem siguiendo su increíble papel de mujer enamorada y temeraria de perder al "amor de su vida" se mantuvo a su lado buscando respuestas cada vez que los doctores lo examinaban.

Habían repuestas variadas, algunos decían que era una simple gripe, otros que era la tristeza de perder a su hermana favorita, otros que se había intoxicado con comida caducada y otros -los cuales estaban en lo correcto- llegaron a la conclusión de que el Sultán estaba siendo envenenado pero como uno de los doctores más importantes dejó claro que era una gripe que se agravó por su estado anímico, todas las demás opciones quedaron casi en el olvido.

Hürrem ya estaba harta de acompañar a ese hombre en su lecho de muerte, poco le importaba que él muriese, al final la caída de él era su impulso para ponerse de pie y empezar una vez más junto al hombre que de verdad amaba.

Podía sonar cruel, demasiado, pero las cinco personas detrás de ese plan tenían ansías, deseos y la curiosidad de cómo sería un mundo sin ese hombre que tanto tiempo les negó la felicidad, libertada y el amor. Mustafá sentía que tenía el mundo entre sus manos, su padre estaba muriendo y la mujer que amaba cada vez se enamoraba y confiaba un poco más de él gracias a la Sultana Hürrem, él sabía que debía cuidar a su amada, no cometería los errores de su padre y aunque a veces sus demás tías le enviaban mujeres simplemente no era capaz de siquiera mirarlas porque la mirada triste y desconfiada de Lizzie volvía a su cabeza, debía tener paciencia, al final esa hermosa joven confiaba a ojos cerrados a Hürrem y le era totalmente fiel así que debía ir a pasos lentos pero asegurados con su sultana.

Mahidevran por su parte al principio temía que todo les explotará en la cara a todos y cayeran en desgracia, pero al parecer su hijo y la que en algún momento fue su enemiga habían creado un buen plan para derrocar al Sultán y subir a Mustafá al trono, los documentos que tanto Hürrem como sus hijos debían firmar ya estaban preparados, fueron creados a escondidas de todos pero como tenían el sello del Sultán nadie podría decir que eso era falso.

Por otro lado estaba Ibrahim, la mano derecha de Mustafá y fiel servidor de su amada, él era quién más estaba arriesgando su vida pero así lo quiso para que si eran encontrados toda la culpa cayera sobre él y su preciosa Hürrem y su hijo estén a salvo, las ansías de ser libre a veces lo hacían querer ir donde ese hombre y darle él mismo el veneno para matarlo pero eso sería lanzarse a una tumba a ojos cerrados.

Pasó sus manos por los hombros de Hürrem sintiendo su cuerpo tenso empezó a relajarse ante su toque, miró sus reflejos en el espejo que estaba enfrente de la cama viendo como ella cerraba los ojos disfrutando su cercanía. La belleza de Hürrem siempre le sorprendía, su piel palida y suave, sus preciosos ojos verdes y sus largas pestañas, su boca naturalmente rosada y dulce, sus mejillas levemente sonrojadas y su precioso cuerpo curvilíneo, su pequeña cintura y sus caderas anchas las cuales se meneaban de una forma deliciosa cada vez que caminaba, sí... Hürrem era sin dudas la mujer más hermosa que vio en toda su vida y ahora era solo suya.

— Temes...- la escuchó susurrar-. Temes del futuro y sus increíbles y crueles vueltas, ¿No es así?

Ibrahim sonrió mientras pasaba su mano por el cuello de Hürrem moviendo con cuidado sus dedos siguiendo su masaje que cada vez lo hacía tensarse más, maldita sea, la deseaba demasiado.

— Temo que salgas lastimada, no le temo al futuro ni al destino, solo temo a un mundo sin ti, sin tu sonrisa o tu hermosa voz, pero si muero... Sabré que lo hice tratando de darte tu libertad y la felicidad que hace tanto tiempo te arrebataron.

Se sentó a su lado rodeando sus fuertes brazos alrededor de la cintura de Hürrem atrayendo la a él, ella no tardó en abrazarlo dejando que su calor la calmara. Llevaba días pensando en que pasaría su plan fallaba y él corriera peligro, siempre llegaba a la misma conclusión... Sin él no podría vivir, pero conocía lo suficiente a Süleyman como para saber que si está vez sobrevivía su castigo sería tener que vivir en un mundo sin Ibrahim y eso era lo que ella temía de verdad, no se podía ver sin él y su calor protector que la calmaba en esas turbulencias por todo lo que estaban haciendo y la hacía sentir débil e indefensa.

— Creo que los dos tenemos el mismo miedo, no sé qué haría sin ti, no puedo estar sin... Cuando éramos enemigos de alguna forma u otra siempre estábamos cerca del otro, era como si inconcientemente nos buscáramos pero saber que podría vivir en este mundo frío y cruel sin ti me hace querer morir, no te vayas nunca Ibrahim... Por favor nunca me dejes.- Lo miró sintiendo como sus lágrimas empezaban a mojar sus mejillas pero no duraron demasiado sobre su piel porque él las limpió mientras la miraba a los ojos.

— No puedo prometer una vida eterna pero sí que mientras yo viva siempre buscaré hacerte feliz, darte solo amor y fidelidad, estoy acá por ti y nuestro hijo Hürrem, solo por ustedes dos... Sigo de pie por tu hermosa sonrisa y para poder mantenerla en tu rostro, solo puedo prometer que mientras yo viva siempre buscaré hacerte feliz, yo te amo Hürrem... Con toda mi alma.

Sollozó dejando caer su cabeza sobre el pecho de Ibrahim escuchando los latidos de su corazón.

— Y yo te amo a ti...- susurró mientras cerraba los ojos permitiéndose descansar entre los brazos del verdadero hombre que amaba y con el que siempre quiso estar.
 

Perdón. [Hürren x Ibrahim] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora