Ocho.

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Ibrahim caminaba de un lado a otro como un león enjaulado, no podía evitar sentir celos y rabia

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Ibrahim caminaba de un lado a otro como un león enjaulado, no podía evitar sentir celos y rabia. Había acumulado su amor por Hürrem demasiado tiempo, se había escondido detrás de mentiras solo para no dañar su ego sin siquiera saber que su Sultana también lo amaba.

Aún no lo podía creer, ella lo amaba y eso lo tenía más que feliz, pero habían grandes obstáculos en su camino y uno de ellos era Hatice, su esposa y hermana de su Sultán, el cual también era un obstáculo... El más grande de todos. Por no querer sumar a todos los enemigos que tenía Hürrem y él también, los cuales no quitaban sus ojos de ellos, queriendo saber cada detalle de sus vidas para encontrar algo con que arruinarlos. Debía ser inteligente para poder protegerla, aunque tenía claro que su Sultana era muy astuta y una de sus mayores cualidades era su creíble intelecto, la forma en cómo planeaba todo sola y siempre se salía con la suya, sin duda era la mujer más hermosa e inteligente de todo el imperio.

Dejar de pensar en ella era una tarea difícil, más cuando horas antes se había casado y su unión la había sellado la luna, la cual ahora era su mayor confidente.

El palacio estaba cuesta arriba, todos corrían de un lado a otro tratando de llevar las cosas para los preparativos de la boda del gran Sultán y la Sultana, lo cual tenía muy tensa a ésta última pues mientras más pasaba tiempo más cerca veía su tortura. No sabía si esto era una prueba de Allah para ver qué tanto amaba a Ibrahim, pero realmente estaba sufriendo mucho. Si bien meses atrás hubiera estado bailando de alegría por su victoria ahora no podía evitar sentir lástima por ella y Firuze, la cual no había dejado de llorar toda la noche, esa información se la había otorgado Sümbül esperando hacer sonreír a su Sultana, pero solo lo miró unos segundos para luego volver a mirar por aquella ventana como todos corrían por los jardines ayudandose mutuamente para hacer el trabajo más llevadero.

- Sümbül- el hombre rápidamente fue hacia ella e hizo una reverencia.

-Sultana...

-Traeme un té por favor, necesito quitarme este dolor de estómago de una vez por todas...

-Claro que sí Sultana, ahora mismo se le traigo- salió rápidamente de la habitación para ir a la cocina del Harem en busca del té de su Sultana.

Hürrem sentía sus ojos llorosos, sus manos temblaban y el frío le estaba calando los huesos pero aún así se quedó en su lugar ignorando sus dolores, solo yendo detrás de sus pensamientos y recuerdos los cuales solo vagaban alrededor de una persona, Ibrahim Pasha.

Ese hombre que no lograba salir de su mente y cuerpo, lo tenía tatuado en ser, su piel ardia de deseo cada vez que los recuerdos de aquellas noches de pasión con él llegaban a sus pensamientos. Lo amaba, lo amaba tanto que dolía y se sentía vulnerable sin él.

Perdón. [Hürren x Ibrahim] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora