Veinticuatro.

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El miedo calaba todo su ser, sentía su mandíbula tensa y como sus manos temblaban. Recibir la noticia de que el Sultán estaba dando señales de mejoría la tenía tan tensa que temía por su embarazo pero le era inevitable no pensar en que pasaría si ese hombre mejoraba.  No podía mejorar, todos sus planes se acabarían de ser así y no era la idea, Hürrem estaba harta de esa incertidumbre, quería acabar con todo de golpe pero estaba dejando todo en manos de Allah. Estaba errando... Quizás, pero de todos modos tenía fé de que por fin podría deshacerse de ese estorbo.

Caminó por los pasillos con su mano sobre su abultado estómago dejando pequeñas caricias intentando calmarse, llevaba tantos días pensando en como acabar con todo de una vez por todas que hasta una noche soñó abriendo la boca de Süleyman para vertir un frasco de veneno en su interior y acabar con su vida, pero eso sería un golpe muy notorio y su cabeza junto con la de sus hijos correría peligro, suspiró entrando a esa habitación casi en penumbras.

Miró hacía la cama y sintió una pequeña oleada de lástima al ver a su antiguo amor en ese estado tan deplorable, se acercó hasta él y acarició su rostro notando su piel más aspera y fría de lo normal, sus labios morados y los bordes de sus ojos en un color rojo intenso, rápidamente puso su cabeza sobre el ancho y fuerte pecho del Sultán notando que no tenía pulso.

Lo miró varios segundos queriendo llorar, no sabía si de tristeza, felicidad, alivio o odio, quizás todo junto pero de su ser solo salió un grito que hizo entrar a los guardias de inmersión.

— ¡Llamen a los doctores ahora mismo, el Sultán está muriendo!- su voz estaba entrecortada.

En ese instante entraron Ibrahim, Mustafá y Mahidevran, ésta última la tomo de la cintura alejándola de la cama donde aún estaba en shock, se miraron y Hürrem pudo notar que su antigua enemiga tenía esos mismos sentimientos encontrados que lo le permitían saber que hacer.

Pronto entraron los doctores pidiéndole a las mujeres salir del lugar, Hürrem sabía que debía actuar, miró de reojo al pronto nuevo Sultán y su amado Ibrahim, los dos asintieron y ella empezó a llorar pidiendo que le permitieran quedarse junto a su esposo pero los doctores con algo de pesar le pidieron que por favor los dejara hacer su trabajo tranquilos, Hürrem entre sollozos asintió y salió junto a Mahidevran que también lloraba.

El pasillo estaba vacío, las dos se miraron y por primera vez se abrazaron mientras se permitían sacar todo lo guardo en sus interiores, es rencor, odio, dolor y celos que fueron creados por culpa de Süleyman y que ahora por fin salían de su ser dejándolas libres, libres de elegir un nuevo camino donde las dos ya no se tenían porque odiar ni luchar por la vida de sus hijos, ni mucho menos por el "amor" de un hombre que jamás las amó de verdad.

Las dos tenían nuevos amores, unos que de verdad la hacían felices.

— Somos libres...- oyó susurrar a Mahidevran.

— Él... Él por fin nos dejará en paz- se separaron mirándose a los ojos mientras sonreían entre lágrimas.

Mahidevran asintió viendo de reojo como se acerca por un pasillo el hombre que amaba, Hürrem dió unos pasos aún lado dándoles la espalda para poder pensar y ofrecerles un poco de privacidad.

Los dos se abrazaron y se besaron, aunque él sentía un poco de tristeza por la perdida del Sultán era mucho más grande la felicidad y la paz que estaba sintiendo sabiendo que por fin estaría con la mujer que amaba, miró de reojo a la Sultana que en algún momento amó en secreto sonriendo sabiendo que ella por fin sería feliz luego de tantos años de agonía.

Ibrahim salió de los aposentos, miró a los dos enamorados y solo asintió en forma de saludo mientras se acercaba a su mujer. Tomó a Hürrem de la cintura alejándola del lugar llevándola por los pasillos en completo silencio, uno casi ensordecedor, sus respiraciones y el sonido de sus pisadas hacían un eco tan estremecedor que por un instante Hürrem creyó que caería desmayada, sentía que todo esto era un sueño y pronto la despertarían, pero cuando entró a esa habitación y se vió acorralada por el duro y fuerte cuerpo de Ibrahim el cual la beso con fervor supo que era su realidad, esa nueva etapa que le prometía un final feliz junto al hombre que amaba.

— Murió...

Hürrem lo miró viendo que en sus ojos había un pequeño brillo de tristeza, pero aún así no opacaba el de la felicidad que él sentía al saber que por fin estaría con la mujer que amaba con toda su alma junto a su pequeña niña, aunque ahora no le importaba si era un niño ya que nadie podría quitárselos, ese hermoso ser que se estaba formando en el interior de su amada era el fruto de ese amor tan desbordante que siempre los rodeó.

— Lo siento si eso te lastima, amor...

— Una parte de mi siente tristeza, pero es por los recuerdos del pasado, por esos momentos vividos con él cuando aún no se volvía en ese ser tan asqueroso que fue en sus últimos años, el Süleyman que acaba de morir no era ese joven que en algún momento fue mi hermano del alma.

— Te entiendo, creo que también siento lástima por lo mismo, por ese Süleyman que no tenía tanta oscuridad en su alma... Pero ya no hay nada que hacer, murió y nosotros...

— Somos libres, libres para vivir nuestro amor, nuestra historia de amor junto a nuestros hijos.

Hürrem sonrió, ella sabía que él quería tener muchos hijos así que solo pudo asentir dándole la razón, porque nada le haría más feliz que cumplir los deseos de su amado, ella también deseaba darle muchos hijos y ser felices.

— Tendré que seguir actuando por unas semanas más hasta que Mustafá me envíe al viejo Palacio, mis hijos tomarán cada uno su propio providencia y mi hija vendrá conmigo...

Ibrahim asintió sonriendo para luego volver a besarla sabiendo que muy pronto ya no tendría que esconder su amor por ella, que podría caminar junto a ella tomados de las manos, que la besaría sin ser juzgados, que ella sería completamente suya por el resto de sus vidas, hasta que Allah los llevará a su Santa gloria para poder descansar, pero hasta entonces disfrutaría cada segundo a su lado porqué la amaba más que a su propio ser.

Perdón. [Hürren x Ibrahim] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora