—Señor Myers aun no entiendo qué es lo que hace.
No volteó a verlo, pero sintió aquella mirada suya que penetraba todos sus sentidos.
—Soy el fundador de los Sistemas Informáticos de Hidden M&M
—Estoy segura de que M&M ya está patentado.
—Sí, estamos trabajando en ello, por ahora es Myers et Milton —aceleró en el último semáforo de la 2 Robert Speck Pkwy y la entrada hacia la empresa se abrió ante ellos, dejó el auto en el estacionamiento subterráneo—. De cualquier manera, es un nombre muy corto para todas las cosas que hacemos.
Un "¿Qué tanto hacen?" se ahogó en su garganta cuando él cerró la puerta y caminó con rapidez hacia su puerta y la abrió para ella. Salió del incómodo asiento de un Alfa Romeo 8C Competizione de color blanco y caminó por el frío lugar con el hombre a cuestas.
—Así que es asquerosamente rico —comentó, él le reprochó con la mirada—. Lo siento, hablo demasiado.
—Lo soy, la empresa ha dado frutos en sólo cinco años pero que no te ciegue la idea de que toda mi vida viví en un cuarto de ratas —subieron al ascensor que los llevó hasta el primer piso, el hombre apenas entró se quitó el saco y acomodó su camisa sin corbata, desabrochó los primeros tres botones y peinó su cabello hacia atrás en un movimiento extremadamente masculino para su opinión—. Me gusta mucho ensuciarme.
Confesó mirándole de arriba abajo, el simple gesto agitó sus adentros y tan sólo asintió un poco antes de responder.
— ¿Qué haré yo? —además de quedarse quieta para que le contemplara tanto como quisiera.
—Usted señorita, hará sentir bien a mis proveedores, porque en esta empresa nadie los entiende más que usted y yo —le indicó con la mirada que dejara también su bolsa y abrigo, y así lo hizo. Dejó sus cosas en el asiento y comenzó a caminar junto a él con cierta dificultad, sus zancadas eran enormes mientras que sus pasos eran apenas una cuarta parte de lo que él hacía—. Todos aquí hablan inglés y francés afortunadamente. Pero, mis proveedores en su mayoría son alemanes, algunos italianos y hasta japoneses. Pero, me importa ahorita ganarme a los alemanes, son buena mano de trabajo, muy buenos y exigentes.
Le miró caminar hacia un puesto de trabajo y platicar en francés con uno de los hombres que le ofrecía la más grande de las sonrisas, otra acción más que la hizo sentir cálida además de su hermosa pronunciación que parecía casi natural.
— ¿Usted de dónde es? —le preguntó en cuanto regresó con ella.
—No soy de Francia si es a lo que se refiere —desvió la mirada en cuanto le sonrió—. Puedo sentir su mirada señorita Clyde, y es la misma que he recibido toda mi vida. Las mujeres a veces no son muy discretas.
—Disculpe a mi raza —sonrió también en torpeza.
—Y estoy seguro de que usted también recibe los mismo comentarios, porque en estos momentos lo único que pienso es lo hermosa que es y lo mucho que desearía llevarla al ascensor —estaba por replicar al no entender su comentario cuando su mirada se posó en su cuerpo y la hizo ruborizarse—. Trabajaremos bien, incluso podría pedirle que sea la intérprete e imagen de la empresa, pero eso ya lo veremos luego.
—Joven Myers, no podría aceptar este trabajo si lo único que le interesa es conocer qué hay debajo de mi blusa.
—No quiero ver lo que tienes debajo de la blusa, quiero saber lo que yo podría hacer con lo que tienes debajo de la blusa —Noira retrocedió unos pasos—. Eso sonó terrible —carraspeó y Noira sonrió muy suave—. Trabajaremos bien, no estarás mucho conmigo sino con mi asistente y tal vez los proveedores, pero voy a procurar estar presente cuando ellos estén. Constantemente estoy en planta o en Finanzas, no te preocupes.
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La Diosa de la Noche.
RomanceNoira Clyde, una traductora con la esperanza de conseguir el trabajo de su vida. Luego de la muerte de sus padres se vuelve lo contrario y se convierte en el sueño de todos los hombres en el Burd'Elle Bar además de ser partícipe de los deseos de su...