20. ¿Qué ha pasado aquí?

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Bajaron aproximadamente a las cuatro de la tarde listos para comenzar con una temprana celebración de Navidad y ayudar en lo más posible.

Noira vestía una falda verde con calcetas negras y botas del mismo color, así como un suéter blanco de cuello alto. Joseph por su parte, había sido obligado por la chica a usar su vieja ropa con un pantalón formal café y un suéter nerd en blanco también.

Contentos en gran manera por la situación y de que por fin podrían dejar luego la conversación de cómo se desarrollaría la inexistente relación que Joseph quería tener y Noira simplemente ignorar dejándolo como próximo jefe/empleada.

La música navideña inundaba la casa entera, murmullos de familiares y amigos al platicar y caminar de un lado a otro acomodando lo que faltaba para esa noche de ensueño. El olor a jengibre, pavo horneado, pasta y más deleites culinarios inundaron el sistema de las dos personas recién llegadas que se acercaron a sólo picar un poco del buffet.

Solo entonces Noira puedo apreciar la manera en la que estaba decorada la casa, en especial en gran árbol que iluminaba la sala central que desprendía un olor exquisito a pino recién cortado, no controló sus lágrimas al recordar aquellas festividades que también celebraba con su familia y la última que logró tener con ellos para que unas cuantas semanas después los perdiera.

Joseph le abrazó por detrás besando la coronilla de su cabeza, era un gesto del que no podía cansarse y se volvió recurrente desde que supo que trabajaba en el Burd'Elle.

— ¿Quieres hablar de algo? —meneó la cabeza y tomó sus manos para acogerlas entre las suyas, el tintineo de las luces junto con la animada música le trajo los nuevos recuerdos que tendría en un futuro.

Y una vez más, no supo interpretar la nueva relación que tenían.

Tocaron a la puerta que resonó en toda la planta inferior que la trajo de vuelta de sus pensamientos, y otro murmullo de voces los hizo voltear para saber de quién se trataba.

Con un vistazo bastó para que los dos se alejaran de inmediato sorprendidos por la aparición de Bruno Suaste que se paseaba por el pasillo hacia el comedor principal saludando a todos con una expresión de felicidad en su rostro, agarrado de la mano de una joven de tez aperlada, cabello castaño y tomada de la mano de un niño de a leguas parecía ser el hijo de la pareja.

Joseph dio un paso hacia adelante, todos los años era lo mismo de invitar al hombre y esperaba que con la platica airada que tuvo con su padre días atrás, este año fuera la excepción.

Desgraciadamente para él, su familia sentía que le debía algo luego de que James enfermara y fuera uno de los que cuidaba de su hermano hasta ahora.

En ningún momento nadie se percató de la hostilidad creada hasta que Bruno logró visualizarlos junto al árbol y tragó con dificultad cuando Noira desvió la mirada y tomó con fuerza la mano de Joseph.

Apenas dos días atrás le proclamaba quererla y desear una relación juntos, ahora caminaba junto a una mujer y un niño. Una ferviente ola de molestia la inundó al pensar lo tonta que había sido al no darse cuenta e imaginó todos los momentos que pasaron que en todo momento fue la otra. Le molestaba más el hecho de haber caído en algo tan ridículo.

Noira frunció el ceño dándose cuenta de que seguramente Joseph también lo sabía y soltó su mano para caminar hacia la habitación intentando esquivar a todos en el lugar.

Asomó una sonrisa forzada y finalmente se saludaron, tanto su pareja como Bruno, y lo único que pudo responder fue una mueca para salir detrás de la mujer que ahora únicamente le importaba.

Subió los escalones de dos en dos sólo para llegar corriendo a la puerta de la habitación en la que se encontraba, ni siquiera se le ocurrió tocar y entró rápidamente, estaba sentada en la cama intentando doblar su ropa, lo único que tenía en mente fue salir de ahí y si en el inter perdía la amistad de Joseph, no le molestaba.

No quería ser la burla en algún momento de Bruno o incluso su pareja si se enterase de lo sucedido.

Joseph se sentó en el borde de la cama contrario al que ella estaba y se quedó en silencio por unos momentos, hasta que la escuchó hablar.

— ¿Por qué no me advertiste? —se encogió de hombros al saber que fue su error—. ¿Por qué demonios le dijiste que me invitara a salir? "Conocernos mejor".

Hizo comillas con los dedos y llevó las manos a su cara cubriéndola, era un descubrimiento que la hacía sentir tonta e indefensa por pensar que alguna vez Bruno en realidad sí la quería de verdad o solo jugaría con ella por aburrimiento de su verdadera relación.

—Yo...

—Maldita sea Joseph Myers, ¿es su esposa? —le interrumpió, el mencionado se encorvó apenado por la situación.

Él no tenía idea de por qué había dejado que aquellas palabras salieran de sus labios para empezar, no quería mandarla a la boca del lobo con un hombre casado y mucho menos que tuvieran una relación, no pensó que fuera lo que pasaría en esos momentos.

—Lo sé, no debí, es sólo que comenzaba a considerar el perdonarlo y ser amigos una vez más que pensé que podría ayudar a que te adaptaras en la empresa con facilidad —dejó escapar un suspiro que le pareció eterno a la mujer—. No esperaba que te sedujera.

Le acongojó saber que la palabra perdonar apareció en su vocabulario y pensó que tal vez esa era la razón por la que luego de haber salido con Bruno y hacerse cercanos, Joseph se volviera indiferente y evitara a toda costa al hombre.

Y también de por qué ahora se sentía tan intrigada por saber qué lo tenía tan inquieto tanto como a ella.

— ¿Qué le perdonaste?

Joseph le miró ceñudo, no estaba seguro sobre si mencionarle lo ocurrido sería una buena idea, de si eso cambiaría algo en ellos o propiamente en ella.

Estuvo por unos segundos dialogando con su subconsciente acerca de cómo comenzar la historia y si debía hacerlo, después de todo, Noira ya se había abierto con él con respecto a su vida, también podría hacerlo.

—No me agrada Bruno porque —jugueteó con sus dedos por unos segundos, no era algo de lo que le gustaba hablar y que, por supuesto no hizo nunca, confiaba en que el tiempo lo haría olvidar que ese hombre era un oportunista—. Bueno, la mujer que se encontraba con él fue mi prometida.

Logró escupir las palabras con amargos recuerdos enterrados en su memoria y la vergüenza de haber sido un completo estúpido al creer cada mentira que escuchó de ellos. Noira atisbó una cruda realidad que la persona a su lado tuvo que vivir desde quién sabe cuánto tiempo, se acercó para tomar su mano y supo que su pequeña traición no se comparaba con la que Joseph estaba por contarle.

La Diosa de la Noche.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora