14. No había vuelta atrás.

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Noira caminaba con lentitud a través del pasillo hacia las oficinas de ABCO, no tenía ninguna relación con sus compañeros de trabajo, todos estaban centrados en sus actividades y competían con mucha regularidad por los contratos. El mejor traductor siempre los conseguía, o el más rápido y como ella no trabajaba los fines de semana ni tiempos extra, casi no la tomaban en cuenta para la mayoría.

Y tampoco quería involucrarse demasiado, el problema de haberse involucrado con Joseph Myers fue el descubrimiento acerca de dónde trabajaba. Todavía tenía que esperar si era de confianza como para no decirle a alguien.

Entró en dirección hacia el escritorio de su jefe y se sentó en la silla frente a este. Enseguida los ojos del hombre se posaron sobre de ella y sonrió ampliamente.

—Noira —tecleó unas cuantas cosas y continuó la inspección—. Tengo un excelente trabajo para ti, es un libro de niños, incluso tendrás que transcribir las imágenes que tiene, ¿qué te parece?

Por unos segundos deseó que hubiera una petición de Joseph para quedarse más tiempo en el puesto de traductora y suspiró asintiendo con la cabeza.

— ¿Cuándo debo entregar?

—No te preocupes, tienes para después de año nuevo.

—Eso es mucho tiempo.

—Y tienes tiempo para hacerlo perfectamente, como siempre sabes hacerlo, ¿vale? —sonrió—. Te mando los requerimientos por correo.

No recordó la última vez que recibiera un trato justo por parte de su jefe, a veces eran trabajos extremos de una semana para la otra, algo de dificultad alta y después, unos que no requerían esfuerzo alguno. Aunque siempre daba lo mejor de sí, quería el mismo trato que recibían todos sus compañeros.

Desvió la mirada hacia la ventana y escuchó a su jefe hablar sobre la importancia de la responsabilidad y lo proactivo que debía ser.

Agradeció casi de inmediato y salió a largas zancadas hacia la fría mañana de Toronto, se dirigió hacia el 70 Adelaide y entró en el café Versus. Con notable enojo se sentó en una de las sillas del fondo y se acurrucó cuando uno de los meseros se acercó para tomar su pedido.

—Buen día Noir —habló el joven de cabello oscuro que ya le conocía—. ¿Lo mismo de siempre?

—No Ben, tráeme algo con mucho chocolate.

—Vaya, eso es nuevo. No te vemos en un buen rato y llegas pidiendo chocolate —Ben sonrió ampliamente mientras Noira se quitaba su abrigo haciendo un mohín—. Está bien, está bien, enseguida su majestad.

—No dejes de servirme Ben —el joven sonrió y volvió pocos minutos después con un chocolate caliente y unos cuantos croissants de mantequilla que tanto le gustaban. Noira le sonrió de vuelta y encogida en su asiento comenzó a masticar un poco del pan que le había traído.

La cafetería ya la conocía, que siempre la veía llegar cuando hacía sus traducciones de último minuto o aquellas que no le tomaban casi tiempo. Sabía que Ben llevaba dos años trabajando ahí y que era estudiante de la carrera de diseño, tenía la edad suficiente para considerarlo el mejor mesero que le servía café y que la escuchaba quejarse de su jefe, su relación no iba más allá.

Algo que agradecía por completo, porque el joven no era del tipo que preguntara cosas personales.

Observó el extraño comportamiento que sostenía Ben con la nueva cajera y se acongojó al recordar los libros en los que leía lo lindo que se sentía enamorarse de esa manera tan torpe y supo que nunca tuvo un romance alguno al cual catalogar de esa forma.

La Diosa de la Noche.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora