Maldijo al ver su celular y a su jefe pidiéndole que no faltara el día veinticuatro, seguía sin poder concebir la idea de llegar rápidamente a Montreal y luego de regreso a Toronto para estar a tiempo a la fiesta de Annel Milton. Deseaba estar ahí, por primera vez después de tanto tiempo quería pasar un buen día y más si la mujer era tan amable con ella y la hacía desear soportar a Joseph Myers.
—Te pedí que no vinieras hoy —le llamó Joseph al verla sentada en la cafetería del lugar con un café en mano. El azabache se sentó frente a ella.
—Técnicamente usted dijo "si así lo deseas", y yo no lo deseo. No he estado tanto tiempo fuera de mi trabajo.
—Sólo ha pasado un día —replicó anonado por la idea de que quién sabe cuánto tiempo la mujer llevaba trabajando sin descanso—. Dentro de dos semanas llegan tus esperados alemanes, ¿estás preparada?
Comentó cruzando los brazos.
—Sí, he estado viendo películas, leí algunos libros y repasé en aquella aplicación de idiomas, siento que podría ser una gran oportunidad —Joseph la contempló al hablar, parecía que respondía como si alguien la estuviese entrevistando para algún puesto de trabajo, cerró los ojos por unos segundos y dejó que el sonido de su voz entrara por sus oídos—. ¿Me está escuchando?
Comentó irritada, lo que no sabía es que sí lo estaba haciendo, ¡fuerte y claro!
—Es muy importante, he estado buscando un contrato con ellos ya hace algún tiempo y aunque la última vez que vinieron no estuvieron muy sorprendidos desearía que dieras lo mejor de ti para lograrlo —Noira asintió entusiasmada—. Y no te preocupes por aprenderte mucho sobre los procesos o lo que estés intentando comprender en los departamentos. Estaré para apoyarte si te pones nerviosa.
La mujer sintió una punzada de ternura ante su confesión y una ola de frenesí la sobrellevó aún más allá—. Gracias.
—Estaré al pendiente y cualquier duda sabes que puedes hacérmela, responderé con total sinceridad —hizo una pausa, ahora fue él quien sonrió—. Y no se te olvide que me debes una noche de pasión.
—No puede ser, de verdad creí que esta vez tendríamos una conversación civilizada.
—La única conversación civilizada que tendrás conmigo, será con mi madre enfrente.
—Tendré que estar con ella más tiempo —Joseph meneó la cabeza, no le molestaba en absoluto que las dos se llevaran bien, después de todo su madre necesitaba un poco de felicidad y más amigas con las que convivir en lugar de pasarse el día rezando por la salud de su hermano en aquel grupo religioso que creía no era bueno para ella.
Luego de la enfermedad, sus padres se dedicaron a estar siempre junto a James para proveerle todo lo que necesitase, en cambio, Eleanor y Joseph tuvieron que encargarse de la empresa, un peso muy grande para su hermana que nunca se idealizó a ella en un escritorio atendiendo llamadas. Se dedicaba más a la jardinería y la decoración, su hermano menor en un principio le pidió no abandonar su sueño y menos luego de haberlo encontrado al terminar el divorcio, algo que al principio la abatió pero que ahora le daba fuerzas día con día.
Y después de varios años surtía efecto el tratamiento, y eso merecía celebrarlo, especialmente tan cercana la Navidad que para la familia Milton era muy importante.
—Noira —sus ojos se encontraron con aquellos zafiros que brillaban con intensidad al escuchar su nombre—. Me alegra que hayas venido.
Murmuró desviando su mirada hacia la entrada donde vio acercarse a los amigos de la mujer, venían platicando y riendo como de costumbre cada que se los encontraba. Volvió hacia su rostro y sonrió levemente con tristeza.
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La Diosa de la Noche.
RomanceNoira Clyde, una traductora con la esperanza de conseguir el trabajo de su vida. Luego de la muerte de sus padres se vuelve lo contrario y se convierte en el sueño de todos los hombres en el Burd'Elle Bar además de ser partícipe de los deseos de su...