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Estar por lo menos dos horas diarias con Yeosang se le había hecho rutina.

Si no era en la casa del menor, era en el patio de aquella abandonada casa, recostados uno en el pecho del otro admirando el cielo celeste, o apoyados en el enorme roble mientras charlaban sobre su día, observando como el columpio de llanta que Yeosang solía adorar cuando era un niño, se mecía con el viento, evocándole al mayor el recuerdo de las fuertes manos de su padre empujarlo, haciendo que se meciera hasta sentir que caminaba en el cielo.

Era extraño, su relación tan inesperadamente cercana, demasiado inesperado para ambos.

¿Quién diría que fue una simple palabra la que iniciaría con una amistad así de bonita?

Yeosang confiaba en Soobin lo suficiente como para contarle acerca de su pasado, su padre difunto y el hecho de que sin él, ahora debía continuar batallando solo, de que ahora vivía solo en un pequeño cuarto que a las justas podía pagar, que era un estudiante becado, que estaba enamorado de alguien quien no le correspondía. En resumen, que su vida era un caos.

Y la verdad no entendía como el pequeño Kim lo lograba entender a la perfección, dándole una seguridad que nadie más le había dado, dándole la confianza para compartir cosas que jamás había hablado con nadie antes.

Soobin sentía lo mismo.

Incluso siendo solo dos meses de haber tenido su primer contacto, ya sabía que Yeosang sería uno de esos amigos que lo acompañarían muchos años si no era para toda la vida.

Por eso, él, que sí gozaba de una posición socioeconómica más que buena, cada que salían, se encargaba de invitarle y también de comprarle comida real en vez de esos fideos instantáneos baratos que el mayor solía comer como almuerzo todos los días.

Soobin había descubierto que la barriguita del mayor era tan cómoda como la almohada favorita de su habitación. Por eso se sentía relajado mientras el mayor le rascaba la cabeza, algo que también se había hecho costumbre para ambos.

——¿Y sabes? Es muy difícil para mí ver como todos lo aman. Yo sé que la envidia no es buena, pero... me gustaría tener todo lo que él tiene ——Luego bufó una risa ——. Y es irónico que supuestamente lo tengamos siendo hermanos.

Yeosang se tomó sus segundos para procesar todo. Completamente inesperado.

——¿En serio no le has dicho esto a nadie? ——Yeosang estaba sorprendido de su repentina confesión, porque juraba que solo existía una conexión inquebrantable entre esos dos hermanos, no que habían sentimientos de recelo ocultos.

Esa tarde había sido abrumadora para Soobin por tres razones, tres razones que por fin lo motivaron a pedir consejo de alguien que no fuera su reflejo:

1. Era su cumpleaños.

2. Nadie nunca se acordaba, solo Tae y Beomgyu.

3. Justo por eso odiaba su cumpleaños y les rogó a ellos que solo actuaran como si fuese otro día.

El cumpleaños de Choi Soobin no se celebraba, ese era su deseo, su regalo.

Cinco personas habían ido a su casa para ver a su hermano esa tarde. Por eso salió de casa.

Soobin resopló casi riendo.

——¿A quién tengo para decirle estas cosas? Tonto.

——¿Beomgyu?

——No puedo decirle a él.

——¿Razón?

——Beomgyu es como otro hermano para Tae, ¿tienes idea de lo incómodo que sería para él saber eso cada que estemos los tres? 

MENTES RETORCIDAS [Yeonbin] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora