Yeonjun siempre había dormido bien.
Yeonjun jamás había sufrido de insomnio.
Yeonjun nunca se había sentido así antes.
Yeonjun pensaba que estaba volviéndose loco, completamente loco.
Porque pensar en alguien las veinticuatro horas del día, no era algo normal, claro que no.
En total oscuridad, mientras la luna llena alumbraba su habitación por medio de la ventana abierta que dejaba correr una ingrávida ventisca, fue que a las cuatro de la mañana, aferrándose a su almohada y respirando pesadamente, se preguntaba qué carajos estaba mal con él.
Necesitaba detenerse, con urgencia. Esta mierda ya estaba asustándolo.
La fría ventisca que se colaba entre la fina tela de su camiseta por medio de su espalda descubierta, tan solo lo mantenía más despierto, más consciente de sí mismo, de su... obsesión.
Sí, obsesión. Porque Yeonjun no sabía cómo carajos más etiquetarlo.
Ese niño... ¿Pero por qué Soobin? Yeonjun putas no lo entendía.
A ver, era su amigo y le parecía adorable. Le había agarrado cariño, mucho. Lo que no entendía era en qué momento le empezaron a pasar cosas como esa, como la razón de su insomnio.
Tenía que hacer memoria, porque claramente tratar de ignorarlo como había intentado hacer las últimas dos horas, le había funcionado de maravilla.
Ok, conoció a Soobin incluso cuando realmente no debía hacerlo. Para qué mentir, se aprovechó, luego empezó a agradarle, luego le agradó más, muchísimo más, le tomó cariño, bastante también, no sabía cómo lo había logrado, pero logro hacerlo confiar y derribar sus murallas, siendo así oficialmente, la primera persona en dejarla entrar, entrar de verdad; cosa de la que, sorprendentemente, no se arrepentía en lo absoluto.
Haber confiado en Soobin se había sentido como la más gloriosa libertad. Ya no tenía que reprimirse, se sintió seguro y protegido bajo sus brazos, sentía que podía dejar de preocuparse por las opiniones de otros por una vez. Esa vez que le dijo a Soobin, no solo se sintió libre, sino que por primera vez, se sintió amado, aceptado, especial...
Yeonjun sintió que valía algo.
Yeonjun sintió que por fin podría dejar de lastimar a otros para encubrir su gran falta de autoestima.
Yeonjun se sintió como Junnie.
Y justamente era por todo aquello que Yeonjun sospechaba que le habían lavado el cerebro. Que Soobin lo había hecho.
¿Sería ese agradecimiento lo que lo tenía así? ¿Sería el cariño? ¿La admiración? ¿O la infinita culpa que se lo comía vivo?
Diablos, tenía que encontrar una razón válida del por qué incluso antes de confiar así en él, Yeonjun terminara observando sus mejillas sonrojadas pensando lo hermoso que se veía o lo tierno que era, o lo talentoso que era, o lo benevolente, o por qué tenía la suerte de tener una sonrisa tan perfecta, o...
Ajá, eso es.
Sus pensamientos fueron frenados al mismo tiempo que la realización lo golpeó, cuando la respuesta por fin llegó.
Te sientes así porque es la primera vez que te pasa, idiota.
Porque nada de lo que había sentido con anterioridad, se comparaba con la velocidad que adquerían sus latidos cada que lo miraba o pensaba últimamente.
Mierda, mierda, mierda. Solo sabes cagarla, Choi.
Yeonjun se abrazó más a su almohada, cerrando los ojos al mismo tiempo que su alivio y ansiedad incrementaba.
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MENTES RETORCIDAS [Yeonbin]
FanfictionAlgunos creen que la suerte no existe. Yo lo confirmo. Cuando me enteré de que el chico que me gusta es gay, creí tener esperanzas. Esas maripositas de ilusión volaron lejos cuando después me enteré que le gusta mi hermano mayor. Y esas malditas vol...